México y Estados Unidos

La construcción de este muro fue una de las promesas de campaña del candidato y el aún presidente Donald Trump. Propuesta que causó polémica por su financiamiento y malestar entre los organismos de derechos humanos que defienden al migrante. En 2017 se configura como una barrera física de unos 900 kilómetros de extensión en la frontera con Tijuana (Baja California) – San Diego (California). El muro incluye tres barreras de contención, iluminación de muy alta intensidad, detectores de movimiento, sensores electrónicos y equipos con visión nocturna conectados a la policía fronteriza estadounidense, así como vigilancia permanente con camionetas todoterreno y helicópteros artillados. Existen otros tramos en los estados de Arizona, Sonora y Nuevo México.

Sin embargo, este muro fronterizo se construyó en 1994, en el gobierno de Bill Clinton, bajo el programa de lucha contra la inmigración ilegal conocido como “Operación Guardián”; con el objetivo de detener a Inmigrantes ilegales (procedentes principalmente de México) que intentaban cruzar desde México a los Estados Unidos por zonas extremadamente peligrosas, como por ejemplo el desierto de Sonora, lo cual ha provocado millones de muertes desde el inicio de su operación. Los predecesores de Trump, George W. Bush y Barack Obama, construyeron miles de barreras en la frontera sur, aunque evitaron la retórica antiinmigrante del actual presidente.

La frontera austral tiene una longitud de 3.218 km aproximadamente, de las cuales 1.126 km se encuentran en tierra, en tanto que las restantes corren por el Río Grande. Antes de 2005 se encontraban valladas solamente cerca de 241 kilómetros de la frontera. En un periodo de 8 años el vallado se extendió hasta cubrir alrededor de 1.060 kilómetros con un costo de cerca de 2.400 millones de dólares. Cuando Trump asumió la presidencia casi toda la frontera terrestre contaba con algún tipo de cercado, como el realizado con alambrado romboidal, postes de acero o mediante vallas vehiculares en forma de barricada.

Lo que no sabemos del muro:

El muro fronterizo causará profundos impactos a la biodiversidad, a los pueblos indígenas, a los procesos hidrológicos de la región, y a la dignidad mexicana. Este se construye sobre muchas de las zonas de mayor diversidad biológica en Norteamérica, sin estudios de Impacto Ambiental y pisoteando más de 35 leyes de los Estados Unidos, entre ellas la Endangered Species Act y la National Environmental Protection que establece obligaciones de protección de especies y ecosistemas a los signatarios.

El Muro del Apartheid: Palestina

Israel comenzó su construcción en 2002, con el argumento de impedir la entrada de terroristas en su territorio. En la práctica, esta barrera tiene unos 800 kilómetros y se extiende por Cisjordania y rodea Jerusalén. En algunos puntos de su trazado es una impresionante pared de hormigón y en otros, una valla electrificada. Pese a que la ONU y el Tribunal Internacional de Justicia lo han declarado ilegal, la obra avanza y más del 80% irrumpe tierra palestina.

Es una de las caras más visibles e impactantes de la ocupación israelí ya que el muro ha separado familias, pueblos y ciudades, ha cambiado la forma de vida de los palestinos y los ha aislado entre ellos. Entre dos localidades palestinas relativamente cercanas, como Belén y Ramallah, llevan horas en la carretera. La segunda Intifada (2000-2005) significó “Vivir encarcelado en un lugar, sin estarlo realmente”, resume Fadi Abu Hillah, vecino del lugar. Trayectos que antes se realizaban en 10 minutos tardan hora y media, muchos han perdido sus trabajos, y actividades cotidianas, desde ir al colegio o llegar urgentemente a un hospital, se convierten en pesadillas cotidianas.

Una vez que el proyecto en su conjunto se haya completado, la parte del hormigón será de un 6%, aproximadamente unos 30 km.​ El complejo de la barrera consiste en los componentes principales: una valla con sensores electrónicos diseñados para alertar a las fuerzas militares israelíes de los intentos de infiltración; una zanja (de hasta 4 m. de profundidad); una carretera asfaltada de dos carriles para patrullas; una pista de rastreo; seis rollos de alambre de espino apilados que marcan el perímetro. Todo el montaje tiene un ancho de entre 50 y 70 m. como media. Un elemento complementario previsto son las “barreras de profundidad”, que son barreras secundarias que se bifurcan de la principal hacia el este.

En la actualidad existen unos 63 muros en diferentes partes del mundo. Israel ha impuesto más barreras con Egipto, Siria, Jordania y el Líbano. India ha construido tres muros fronterizos, de 6.540 kilómetros de largo, en las fronteras con el Pakistán, Bangladesh y Birmania, Australia, Turquía, Grecia y otros países europeos lo replican supuestamente para contener la oleada de refugiados. El muro más grande del mundo es el que levantó Marruecos para la ocupación del Sáhara Occidental, una barrera de 2.720 kilómetros rodeada de nueve millones de minas terrestres, uno de los muros más minados del planeta.

Un negocio en manos de la industria militar

Esta fiebre constructora de muros ha generado un negocio inmenso para la industria militar y de seguridad, que provee a los sistemas tecnológicos que acompañan las barreras: equipos de monitorización, detección e identificación, vehículos, aviones, armas o drones. Grandes empresas armamentistas como Airbus, Thales, Leonardo, Lockheed Martin, General Dynamics, Northrop Grumman y L3 Technologies ya se habían beneficiado de contratos de blindaje fronterizo en Europa y los Estados Unidos. Las israelíes Elbit y Magal Security, Indra, Dat-Cono, CSRA, Leidos y Raytheon, también son actores importantes en el mercado global de muros y vallas y les representa un negocio muy lucrativo.