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Elecciones Primarias en Argentina: “Necesitamos transformar este revés, generando cambios rápidos y profundos”

Entrevistadora: Jessica Pernía. Ilustración: Etten Carvallo

Segundo Paso para Nuestra América.- Gonzalo Armúa es un destacado comunicador social, integrante de la secretaría continental de ALBA Movimientos y militante del Frente Patria Grande de Argentina. Con él hemos conversado a propósito del escenario de las Elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). Armúa primero nos hace un análisis del contexto político de la Argentina antes del ascenso de Cristina Fernández y Alberto Fernández al poder, como representantes de la coalición de fuerzas de izquierda “Frente de Todos” durante 2019, luego nos describe sus decisiones y acciones políticas desde entonces hasta la actualidad y cómo pudieron haber generado un revés en las elecciones PASO 2021.

SPNA: Para entender el resultado sobre las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) en Argentina durante este septiembre de 2021, queremos revisar el principio del contexto nacional en el que se dan estas elecciones. En ese sentido, ¿Cuáles son las características del devenir político argentino?

GA: En términos generales, tenemos un contexto de una crisis económica generalizada que, en Argentina, es producida en gran parte o exclusivamente por las políticas del gobierno previo al gobierno de Mauricio Macri, que nosotros caracterizamos como una ceocracia, es decir, un gobierno que estaba directamente al servicio de los dueños de este país.

Los sectores financieros o sectores empresariales, agro exportadores, sectores de servicios de internet, de los medios masivos de comunicación, y de las empresas de energía, que fueron los grandes beneficiarios de los cuatro años del gobierno de Mauricio Macri.

A esto hay que sumarle que hubo un proceso de endeudamiento atroz y acelerado, en el cual la Argentina fue el principal destinatario de los préstamos del Fondo Monetario Internacional de las últimas décadas, incluso un préstamo de más de ochenta mil millones de dólares que atentaba contra el propio Estatuto del Fondo Monetario Internacional y que, claramente, tenía una función política que era inyectar de recursos a un gobierno como el de Mauricio Macri, que además de beneficiar a los sectores de la élite local, estaba fuertemente alineado con el imperialismo norteamericano y en particular con el gobierno de Donald Trump.

Esto es tan evidente, que fue el mismo Trump el que presionó al Fondo Monetario para que se liberara esa cantidad de dinero, en un año electoral como fue el año 2019. Y obviamente esa cantidad de recursos en gran parte estaban destinados, por un lado, a inyectar la economía argentina, y por el otro, a ser usados en la campaña electoral. Al mismo tiempo usados para tener liquidez para sus maniobras, intentando revertir una situación de crisis económica que ya existía previamente.

A pesar de todo esto y de esta deuda extraordinaria, eso no sucedió. El gobierno de Macri no supo gestionar la crisis, ni siquiera con toda esa ayuda. Es decir, el gobierno de Macri con la banca de su lado, con el imperialismo de su lado, con los medios de comunicación de su lado con el poder judicial de su lado, encarcelando y persiguiendo opositores, no pudo ganar, y en ese entonces se logró desplazar al gobierno ceocrático del poder en Argentina, por lo menos del poder político.

¿Cómo se desplazó? Con una coalición. Con una alianza entre lo que había sido la experiencia del kirchnerismo con Cristina Fernández a la cabeza, uno de los sectores políticos más perseguidos durante el lawfare y la avanzada mediática corporativa de los años de Macri, que ha sido además, la experiencia más radical, que generó mayores niveles de calidad de vida y beneficios para los sectores populares; y una recomposición de la mística popular de izquierda progresista con el proceso de la integración de la alianza con el Comandante Chávez, con Evo Morales, etc., etc. Lo que se conoce como la década dorada, la década ganada del principio del siglo XXI.

Por un lado, entonces, el kirchnerismo. Por otro lado, los movimientos sociales, los movimientos populares que habíamos luchado en la calle contra el macrismo, se integran aquellos que vienen de la raigambre peronista, pero también aquellos que venían de la izquierda. Un sector de la derecha peronista, que se había escindido del kirchnerismo varios años atrás y se había convertido en parte en su oposición, que le dieron luego estabilidad a Macri durante sus primeros años de gobierno, pero que luego volvieron a aliarse con Cristina, y sectores más moderados que tenían algunos grados de relación con el establishment local. En ese grupo podemos ubicar al presidente Alberto Fernández, con un perfil mucho más moderado y más dialoguista, con los grupos de poder de Argentina. Porque se tenía la evaluación de que Cristina tenía el mayor caudal de votos, pero que con los votos de Cristina no alcanzaba para ganar a Macri, y se requerían esos votos de centro, esos votos dubitativos, esos votos que no votarían ideológicamente por el progresismo, pero que, frente a la debacle económica del macrismo, con una figura un poco más light, podrían llegar a acercarse. Y es así que se logró la candidatura de Cristina Fernández y Alberto Fernández como presidente, que se ganó en el año 2019.

SPNA: Ahora bien, con el ascenso de los Fernández al poder desde 2019 y hasta la actualidad ¿Qué pasó en materia política, social y económica en la sociedad argentina? ¿Ha sido el gobierno certero en sus políticas?

GA: Una vez que se ganó el Gobierno en el 2019, se lograron revertir una serie de medidas que se habían tomado durante el macrismo, como por ejemplo eliminar los ministerios de Salud, del Trabajo. Así mismo, se impusieron determinadas pautas en la lista de prioridades, como la priorización de los sectores populares, la búsqueda de generación de empleo, volver a generar derechos para las mayorías, la incorporación de la agenda feminista y de identidades disidentes como política pública, la creación del Ministerio de la Mujer, géneros y diversidades, entre otros.

Sin embargo, a los pocos meses de llegar al gobierno al poder, también llegó la pandemia del COVID 19 a la Argentina y eso modificó, como sucedió en todo el mundo, las prioridades del gobierno nacional y las necesidades. Entonces, un gobierno que ya venía con, para decirlo en forma metafórica, la primera pandemia que había sido el macrismo, que había destruido el Estado, que había sobre endeudado a nuestro país, y que había sobre empoderado a los sectores ya poderosos históricamente, se le sumó la pandemia. Un escenario cuesta arriba.

De todas maneras, el gobierno logró priorizar la compra de vacunas sin miramientos ideológicos, como quería hacer la oposición, que quería solamente depender de la vacuna Pfizer de Estados Unidos. Y se empezó a negociar con Rusia y con China para la adquisición de vacunas, lo que permitió una gestión de la pandemia más que digna, entre las mejores de la región. Y ni que hablar del mundo. Lo que sucedió es que, en esa priorización de la pandemia y la negociación con el Fondo Monetario Internacional, se tendió a priorizar una orientación de equilibrio fiscal. Entonces, si los primeros meses de la pandemia, el gobierno reaccionó bien, buscó y garantizó vacunas, pero previo a eso generó una serie de medidas como la cuarentena preventiva, y se agregó a eso una serie de políticas públicas de asistencia, de redistribución de la riqueza, con bonos para las familias más empobrecidas, con aumento de salarios por decreto, aumento de jubilaciones y políticas de ampliación de derechos, como de decretar el acceso a internet como derecho esencial y por ende, que los grandes proveedores de Internet debían bajar todos sus costos o por lo menos sus facturaciones al público general; cuando empezó a avanzar con las negociaciones con el Fondo Monetario, obviamente el Fondo Monetario exigió, como siempre, una política de ajuste fiscal.

Entonces, ya en diciembre pasado se recortó lo que era la ayuda a esos nueve millones de personas que estaban por debajo del salario mínimo de pobreza, porque básicamente el Fondo Monetario exige que no haya gastos por encima de los ingresos del Estado. Entonces ya se quitó esa ayuda social para la mayoría de la población.

A esto se le suma, que los sectores económicamente concentrados y exportadores generaron una guerra de precios. Con esto empezaron a exportar carne, lo que aumentó su precio, en un país en el que históricamente se considera la carne como parte del plato básico de toda familia. La inflación ya no se pudo contener porque se dispararon los precios, y sobre esta situación el gobierno no tuvo las agallas suficientes, por lo menos en la lectura de varios de los movimientos aquí, para frenar a esos grupos concentrados.

Hubo momentos donde había apoyo popular, donde había posibilidades incluso de expropiar empresas que habían defraudado al fisco, y que eran empresas testigo dentro del mercado exportador, como fue el caso Vicentín, y el gobierno primero amagó a que iba a generar una política estatización, de expropiación, y luego por presión de los grandes grupos y los medios de comunicación, se echó para atrás.

De esta manera, la política en relación a los precios fue una política muy timorata, que no pudo controlar a los grandes marcadores de precio en Argentina, al mismo tiempo que se tendía una política de equilibrio fiscal, en no solamente un escenario de crisis económica, sino en un escenario de pandemia. Es decir, casi ningún país tendió al equilibrio fiscal porque básicamente los Estados tuvieron que intervenir y gastar en todos los planos de la economía y de la sociedad.

En el caso de Argentina, como se especuló que la sola unidad y que la exitosa campaña de vacunas era un éxito en sí, no se contempló que, en un año electoral, el recorte de los gastos del Estado hacia todos los sectores más empobrecidos, iba a afectar tanto. Entonces llegamos un año 2021 con una crisis económica galopante, con una inflación estabilizada, pero por encima del 20 % anual, con un gran disparador de precios entre febrero y abril de este año, con el aumento de la pobreza, casi el 50% por ciento de la población bajo la línea de pobreza, y a eso se le suma una serie de errores tácticos en la campaña.

SPNA: Entonces ¿Hay una relación entre esta serie de políticas o decisiones tomadas por el gobierno argentino, con este revés electoral de las PASO?

GA: Las elecciones primarias de septiembre de este año, son las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias, un mecanismo para dirimir las internas de las coaliciones o partidos políticos del país. Caracterizadas por ser abiertas a todo el electorado, que sería como una especie de adelanto de las elecciones legislativas de noviembre, pero que ya muestran las tendencias del electorado en general frente a la política nacional.

En este caso hubo una lista de la oposición, del partido “Juntos por el cambio”, que es la coalición que gobernó con Macri del 2015 – 2019, que sí tuvieron internas, presentaron dos listas con distintas figuras, una lista más, si se quiere de centro, que venía de la conformación de la Unión Cívica Radical, un partido más tradicional con una figura asociada a la no política, digamos con una figura mediática, y la otra con figuras que habían sido parte del gobierno anterior. Del lado del “Frente de Todos”, que es la coalición de gobierno, no hubo listas alternativas. Se decidió ir con una lista unificada que generó mucho descontento entre los distintos sectores de la coalición, porque no estaban expresados en esa lista.

La campaña fue bastante superflua, sin tocar temas relacionados a la situación social, a la crisis ni a la economía. Y en el medio de la campaña, los medios masivos filtraron una fotografía del presidente en la época de la cuarentena más dura, donde estaba festejando el cumpleaños con su pareja en una reunión con más de 20 personas. Eso fue un golpe muy duro para la credibilidad de las políticas preventivas, y del propio presidente. Y de ese modo se llega a las elecciones del domingo 12 de septiembre, en las cuales se esperaba ganar con un margen muy pequeño de votos. Se estimaba que todas las elecciones en época de pandemia les repercuten a los oficialismos, y el desgaste más la situación de crisis, iban a generar una pérdida de votos.

Pero lo que no se esperaba era que una derrota tan, tan fuerte. Entonces, lo que sucedió el domingo 12 de septiembre fue un voto mayoritario en contra de la mala gestión económica del gobierno. Un voto, que favoreció a la oposición, como un signo de reproche por la situación de crisis.

Hubo un crecimiento en algunos distritos de la ultra derecha, sobre todo en Capital Federal. Una ultra derecha que básicamente logró canalizar esa bronca y ese descontento. Sin embargo, también hubo un crecimiento de la izquierda en distintas provincias, donde se llegó a sacar cerca del 23%, la izquierda trotskista fundamentalmente. Nos estamos refiriendo a los partidos de la izquierda trotskista que lograron 10%, 8% y 23% en unas de las provincias más pobres en el norte de Argentina. Mientras que el Frente de Todos no llegó a superar el 33% como fuerza. Con una lista de oposición a nivel nacional que lograr superar el 45% en casi todo el país, incluso se perdió en la provincia de Buenos Aires, que es el bastión histórico del peronismo.

Eso, a nuestro entender, habla de que hay que priorizar la distribución de la riqueza, que hay que generar un aumento en los niveles de calidad de vida urgentemente, que eso implica un descontento por la mala gestión de la crisis económica, no así de la pandemia, y que obviamente hay una impugnación a los políticos en general. Una bronca a la casta política porque el pueblo no se siente identificado con las candidaturas, con los privilegios de los políticos de los distintos sectores.

En ese sentido, la lectura fue compartida por gran parte de la coalición de gobierno, sobre todo por la que se referencia con Cristina de Kirchner, pero no una evaluación en cuanto a las tonalidades y la urgencia de esos cambios por parte del presidente, y de un sector que se expresa más hacia el centro, o el progresismo más socialdemócrata. Que entendía que los cambios no tenían que ser tan urgentes ni tan bruscos, sino que tenían que ser graduales. Y en esa discusión se ha establecido una fuerte discusión interna, una serie de tensiones internas que han llevado a que el día de ayer presenten la predisposición de renuncia de más de cinco ministros del gabinete presidencial, y en consecuencia, eso ha remarcado más la situación de tensión interna.

Esto de por sí mismo no es malo, porque expresa que hay una reacción y una escucha de la situación en términos generales, y que se están procesando una serie de debates, una serie de críticas que se venían haciendo desde los movimientos sociales, pero que no estaban siendo consideradas por los representantes que están en el gobierno.

Así que en esta semana van a ser determinantes para ver cómo se enrumba la situación política y económica de Argentina. Y eso va a terminar de concluirse en noviembre, cuando sean las elecciones generales, y ahí se verá si se han logrado revertir los errores que el pueblo ha denunciado en los votos, o se profundiza la crisis e iremos a una segunda parte del gobierno mucho más debilitados.

SPNA: ¿Entonces la derecha remonta las tendencias? ¿Cómo revertir esta situación?

GA: Un dato a tener en cuenta es que los votos, la diferencia de votos, no es que se hayan desviado de los que se lograron sacar en el 2019 en la fuerza de gobierno hacia la oposición, más bien la oposición mantuvo su cantidad de votos. Lo que hubo fue una baja en el porcentaje de participación, y una licuación de más de 15 o 20 puntos del electorado del Frente de Todos.

Es decir, la oposición mantuvo su porcentaje, no creció, los que no mantuvimos el porcentaje fuimos los integrantes del Frente de Todos, y eso se ve en la disolución hacia el voto en blanco -que fue un voto en blanco histórico-, en el ausentismo -que también ha aumentado-, y en el crecimiento de las fuerzas de izquierda en algunos casos, o en el crecimiento de tendencias de ultraderecha, en otros.

Y sí, también han pasado votos del oficialismo hacia el sector de la oposición. Una oposición que presentó una lista alternativa, que se mostró no como una oposición neoliberal, sino como una oposición más dialoguista, más centrista y distinta a la de Macri.

A Macri básicamente lo han escondido abajo de la cama para que no parezca en la campaña, lo que habla de que no es que ahora el pueblo argentino volvió a votar a los mismos ajustadores, sino que justamente se evidencia un “voto bronca” hacia la ineficacia del gobierno. Sin embargo, lo dicho antes, necesitamos transformar este revés, generando cambios rápidos y profundos.

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