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Bancarrota Norteamericana

Segundopaso – El sistema económico norteamericano toca fondo por su elevada tasa de inflación, la más alta en cuatro décadas, fruto del estrepitoso fracaso de su modelo económico y financiero, lo que ha llevado a millones de ciudadanos a volcarse a las calles para procurarse algo de comer para sobrevivir el día a día, lo que se ha incrementado mes a mes, según se observan en las multitudinarias colas entorno a los comedores sociales de las grandes urbes norteamericanas.

La agudización de la problemática social estadounidense se ha resentido durante los últimos meses, y según las cifras oficiales, en el lapso de un año (entre enero de 2021 al mismo mes de 2022), la inflación alcanza el 7%, cifra que no se repetía desde hace 40 años atrás, con un enorme aumento en los precios de los alimentos, sumado a la pandemia de Covid19, y del alza en el desempleo y cesantía de los estadounidenses, lo que les ha empujado a recurrir a servicios sociales para poder comer algo, si es que hay espacios, hecho que golpea a los más pobres del país y a la sobreviviente clase media.

La inflación también ha multiplicado el precio de los alimentos para las organizaciones de beneficencia social, las que deben enfrentar estas alzas durante dicho periodo anual en el que han subido un 30% los precios, lo que notablemente debilita la cobertura para los beneficiarios sociales de las ayudas.

A nivel de economía doméstica, muchas familias o personas solteras deben reparar en lo que gastan para comer, ya que los costos de los alimentos van en alza y no se avizora una baja en la inflación. Tampoco existe esperanza de que ello sea posible, máxime con una guerra a la vuelta de la esquina, la que Estados Unidos busca iniciar con Rusia, esperando que luego de esto se repongan los stocks a partir de la venta de insumos y pertrechos militares, desembolsando billonarios gastos en los consorcios bélicos.

Estados Unidos ha aumentado su deuda interna en 30 billones de dólares, repartida en distintos acreedores como el gobierno federal, según informa el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. En cifras esto equivale al 130% de la producción económica anual del país, lo que se conoce como Producto Interno Bruto, PIB.

Esto sitúa a Estados Unidos, junto a otras naciones como su aliado Corea del Sur, como una de las más endeudadas en el mundo.

 

El colapso del sistema económico norteamericano es una sumatoria a raíz de su endeudamiento crónico, el que ha estado en aumento por décadas. Según el gobierno federal, se debe, en parte, a la inversión de miles de millones de dólares para combatir la pandemia del Covid19, desacelerando así la economía, donde las corporaciones y empresas privadas han debido profitar del Estado y de sus ingentes emisiones viciosas de papel moneda, sin respaldo garantizado, para amortizar económicamente a las elites y sus privados, lo que explica esta debacle.

La incompetencia de los economistas norteamericanos ha llevado a que finales de 2019, previo a la pandemia de Covid19, la deuda nacional se elevara a 22,7 billones de dólares, para, posteriormente, aumentar a 5 billones de dólares más, llegado en esas condiciones al año 2020, y desde ese entonces, añadiendo más de 2 billones de dólares extras a la deuda. Son datos del Departamento del Tesoro.

Tampoco existe un enfoque de autocrítica que permita enmendar este rumbo, ya que el gobierno de Joe Biden, a través de sus comentaristas oficiales, señalan que esta sideral cifra de deuda “no tiene un significado significativo”, pero les preocupa dónde van a terminar, hecho por el cual Marc Goldwein, vicepresidente senior y director de políticas senior del Comité para un Presupuesto Federal Responsable de Estados Unidos, citado por fuentes oficiales norteamericanas como la radio Voz de América, reconoció “cuán alta” es la deuda contraída, así como “cuánto han estado pidiendo prestado”. El directivo recalcó “la deuda del público, que es la medida que preferimos usar, es casi tan grande como la economía”, resaltó. En la misma línea, el funcionario confesó “…no parece haber ninguna señal de que los préstamos vayan a disminuir”.

Otro sector empobrecido de los Estados Unidos es el de las personas mayores y de los pensionados en materia de deuda pública, pues las tenencias de la misma desde lo “intragubernamental” como lo define el Departamento del Tesoro, es la liquidez que deben poseer para los pagos de la Administración del Seguro Social, para el cual se deben destinar remesas de un fondo fiduciario, para dicho rango etáreo, al cual le deben 6,5 billones de dólares.

 

Otra parte de la deuda proviene del ámbito público, con 2,3 billones de dólares, repartido, a su vez, entre inversores individuales y deudas en poder de la Reserva Federal, grandes fondos de inversión y a gobiernos extranjeros, como Japón, China y Gran Bretaña.

Sin embargo, el escándalo no para. El costo de la deuda va en aumento, conforme sigue el daño dentro del presupuesto federal. Tan solo en 2021 el gobierno estadounidense tuvo que desembolsar 562 millones de dólares por concepto de intereses respecto a la misma deuda. Según el Departamento del Tesoro, esto supera la suma del presupuesto anual que gestiona cada agencia federal por cuenta propia, con la excepción del Departamento de Salud y Servicios Humanos, y del Departamento de Defensa.

La subida de las tasas en los créditos de consumo y de interés individual implicará que el costo de la vida se dispare, es decir, el pedir dinero prestado en créditos personales costará más caro a los norteamericanos, los que tendrán que endeudarse gastando más, medida que surge como desespero frente a los tiempos de incertidumbre, por lo que el mismo Estados Unidos recurre a la Reserva Federal para intentar frenar la inflación, teniendo que pagar más en intereses el propio gobierno estadounidense, intensificando el círculo vicioso incesante.

En un momento, durante la primera parte de la pandemia, los préstamos ya eran una jugada conocida, por lo que el gobierno deberá enfrentar, nuevamente, esta situación ante nuevas adversidades, aumentando la deuda y la tasa a pagar por el Tesoro, generando otra deuda, mientras que no hay atisbo de que cese o se detenga. De esta forma, tales factores gatillan el disparado costo de la vida, y del costo total del servicio de la deuda federal.

 

 

La historia indica que tanto republicanos como demócratas han entregado sus respectivas regencias con déficit fiscales en las arcas públicas, los cuales han contribuido a las cifras rojas a través de sus propios enfoques del capitalismo, aumentando la deuda, recíprocamente.

La no incumbencia por el destino de la deuda también es un enfoque que debería preocuparle a las administraciones norteamericanas, las que siempre buscan en los bolsillos de terceros países el solventar la voracidad de su barril sin fondo, desatando guerras para cuadrar la caja de las elites, caso que eventualmente se podría aplicar en el conflicto que Estados Unidos busca contra Rusia.

 

Manuel Arismendi, Segundo Paso

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