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Palestina resiste el vergonzoso apartheid del sionismo

 

AUTOR: ÁNGEL GONZÁLEZ. ILUSTRACIÓN: ETTEN CARVALLO

Segundo Paso para Nuestra Amrica.- Durante décadas, el régimen de Israel ha ocupado los territorios palestinos ejerciendo una salvaje opresión sobre un pueblo que ha resistido heroicamente un sistemático intento de aniquilación. El ocupante sostiene su accionar criminal en las narrativas magnificadas por Occidente que, al mismo tiempo, glorifican la identidad judía y demonizan la identidad árabe, en general, y palestina, en particular. Vemos como distintos entes calificados han coincidido en señalar que la opresión de Israel sobre el pueblo palestino comparte muchas características con el régimen del apartheid sudafricano, y en otros aspectos lo supera. La resistencia necesita la reiteración de la denuncia y la movilización permanente para visibilizar su lucha y exigir el fin del intento de exterminio que el sionismo adelanta contra toda una nación.

Hablar de la resistencia de los palestinos ante el intento de aniquilación por parte del estado sionista de Israel es siempre una necesidad insoslayable, dado que se trata de una situación permanentemente tergiversada por las principales agencias mediáticas internacionales, las cuales utilizan una narrativa que manipula tanto los hechos actuales como el registro histórico relacionado con este asunto. Por eso es importante afirmar y reiterar las veces que sean necesarias, que lo que hace el estado sionista de Israel, respaldado por los grandes poderes políticos y económicos de Occidente, es el ejercicio de una política de apartheid similar o quizás peor que la aplicada por los afrikáners en Sudáfrica.

Las autoridades militares israelíes han asumido como costumbre durante los últimos años atacar brutalmente a la población palestina durante el Ramadán, el mes dedicado por los musulmanes a la oración, el ayuno y la reflexión. Particularmente, la bárbara violencia policial y militar se concentra en estas fechas sobre los fieles que asisten al complejo de la mezquita Al-Aqsa en Jerusalén, lugar sagrado tanto para el pueblo palestino como para toda la comunidad musulmana. Los medios de comunicación registran los hechos como “enfrentamientos”, “represión” o “control de disturbios”, cuando en realidad se trata de alevosos ataques por parte de las bandas de colonos israelíes respaldadas por la policía.

El complejo de la mezquita Al-Aqsa es prácticamente el único lugar público donde en la actualidad la población palestina de la Jerusalén ocupada tiene permitido congregarse y las acciones del Estado de Israel persiguen la reducción progresiva de las actividades de los palestinos en la ciudad. La intención es consolidar la suplantación cultural y demográfica del espacio, por eso han incrementado las incursiones de civiles y paramilitares judíos que claman tener derecho a utilizar las instalaciones para sus propios ritos religiosos.

Es preciso recordar aquí que este complejo de edificaciones conocido como la “explanada de las mezquitas” o “Noble Santuario”, para los musulmanes, y como “Monte del Templo”, para los judíos, es un lugar sagrado para las tres grandes religiones que reconocen a Jerusalén como tierra santa: el islam, el judaísmo y el cristianismo. Desde que Israel ocupó Jerusalén en 1967, el statu quo mantenido establece que los judíos no pueden utilizar el complejo para orar, solo pueden entrar como visitantes. El lugar es sitio de oración solo para los musulmanes. Se trata de, prácticamente, la única “concesión” hecha a la población islámica por tratarse de un lugar de culto que congrega a millones de visitantes de todo el mundo. Estas incursiones paramilitares constituyen una agresión al corazón de lo más sagrado de la cultura islámica palestina y mundial.

El joven escritor y corresponsal palestino del semanario estadounidense The Nation, Mohammed El-Kurd, lo explicó recientemente en una entrevista con la periodista Amy Woodman para Democracy Now! (2022):

“Esto no es un incidente aislado. La violencia colonial es la norma en la Jerusalén ocupada y vemos este tipo de escalada y violaciones en la mezquita de Al-Aqsa constantemente. Lo que es particularmente alarmante aquí es que las autoridades de ocupación israelíes intentan instalar un nuevo statu quo similar al de la Mezquita de Ibrahim en Hebrón, donde los musulmanes palestinos se ven obligados a compartir su lugar sagrado, su mezquita, su mezquita de 980 años de antigüedad, con los colonos judíos. Y esto debería llamar la atención porque la mezquita de Al-Aqsa y la puerta de Damasco son quizás los únicos espacios públicos que quedan para los palestinos en todo Jerusalén, donde se criminaliza la existencia palestina, donde se criminaliza la ocupación palestina del espacio. La mezquita de Al-Aqsa es, sí, el tercer lugar más sagrado del Islam, pero no es solo eso. Es un espacio social, es un espacio político, es un espacio donde yo cuando era adolescente solía ir a estudiar para mis exámenes y, si nos roban eso, entonces en nuestra ciudad natal no nos quedan espacios públicos”.

¿Por qué el Estado sionista de Israel ataca la mezquita Al-Aqsa? El analista experto en Asia Occidental Nicola Hadwa explicó para el medio HispanTV (2022) que se trata de una “provocación deliberada” hacia el pueblo palestino y hacia el mundo islámico en general. Se estaría sometiendo a prueba a las monarquías árabes que recientemente han retomado relaciones con Israel, en un claro desprecio por la causa palestina. Pero el fondo del asunto es, y debe quedar claro, que se trata de una operación progresiva de desplazamiento, la misma operación que lleva años consumándose y cuyo objetivo es desaparecer a los palestinos de su territorio histórico.

Culpar a la víctima

Para lograr el objetivo de eliminar a la población palestina, sea por exterminio o por desplazamiento forzado, el Estado sionista ejecuta tácticas combinadas de diferente naturaleza. Además del asesinato, la tortura, el encarcelamiento, la represión, la discriminación, y otras operaciones de violencia física y jurídica, se pone en práctica la violencia cultural, que funciona como soporte ideológico para aquellas operaciones.

El sionismo ha pretendido implantar en el sentido común, sobre todo occidental, la idea de que el territorio de Palestina es un lugar que les pertenece a los ciudadanos israelíes por derecho y los palestinos son demonizados como una especie de “invasores”, violentos y desalmados. Esto se ejecuta mediante la construcción simbólica de un estereotipo del árabe, en general, y del palestino, en particular, que ha sido muy utilizada como justificativo para guerras, masacres e invasiones por parte de las grandes potencias occidentales encabezadas por Estados Unidos.

El filósofo palestino-estadounidense Edward Said describe esto en su famosa obra Orientalismo (1978):

“Palestina era considerada —por Lamartine y los primeros sionistas— un desierto vacío que esperaba que le llegara el momento de florecer; se suponía que los habitantes que podía haber allí eran nómadas sin importancia que no tenían ningún derecho sobre la tierra y, por tanto, ninguna realidad cultural o nacional. Así, el árabe se concibió a partir de entonces como una sombra que seguía los pasos de los judíos. En esta sombra —porque los árabes y los judíos eran orientales semitas— se podía situar cualquier tipo de desconfianza tradicional y latente que el occidental pudiera sentir hacia Oriente. En efecto, el judío de la Europa prenazi se ha bifurcado: lo que ahora nos encontramos es un héroe judío conformado a partir de un culto reconstruido del orientalista-aventurero-pionero (Burton, Lane, Renan), y su sombra rastrera, misteriosamente temible, que es el árabe oriental”.

Lo que Said describe es una inversión simbólica que se llevó a cabo en el relato occidental sobre los territorios del llamado “Oriente Medio”. La figura denigrada del judío, que acompañó la persecución sufrida durante siglos por ese pueblo, se transformó luego de la segunda guerra mundial en símbolo de heroico martirio, pasando la figura del árabe (especialmente palestino) al lugar ominoso que antes ocupaba el primero. De esta manera, el antisemitismo sufriría una metamorfosis de la que resultaría que Israel se presenta ahora como una especie de reflejo de Occidente en el corazón del mundo árabe, mientras la identidad árabe se convirtió en un grotesco villano susceptible de ser violentado o eliminado.

Cuando se deshumaniza una identidad cultural, se echan las bases del fascismo, la segregación y, ultimadamente, el exterminio. Contra este enemigo lucha la resistencia palestina. No se trata de una lucha “religiosa” ni de “violencia terrorista”, estamos hablando de la supervivencia de un pueblo.

“Sin duda, la destrucción de Palestina en 1948, los años de subsiguiente anonimato, la dolorosa reconstrucción de una identidad palestina en el exilio, los esfuerzos de muchos trabajadores políticos, luchadores, poetas, artistas e historiadores palestinos para sustentar dicha identidad palestina: todo ello ha convivido con el confuso temor a la desaparición, dada la sombría determinación del Israel oficial de acelerar el proceso de reducir, minimizar y asegurar la ausencia de los palestinos como presencia política y humana en la ecuación de Oriente Próximo”.

Las líneas anteriores pertenecen a otro célebre libro de Edward Said, titulado La cuestión palestina (1992). La frase que le da nombre al libro refleja en sí misma el proceso de inversión descrito anteriormente. Durante el siglo XIX, pensadores y científicos sociales reflexionaron sobre “la cuestión judía” en el marco del surgimiento de los nacionalismos europeos y a partir de la importancia económica que las comunidades judías adquirían en las nacientes sociedades capitalistas, así como el impacto del antisemitismo.

Pero la “cuestión palestina” se asemeja mucho más a otra figura infame de la historia: el apartheid. Personalidades y organizaciones de distinta naturaleza han utilizado esta analogía para describir lo que el Estado sionista de Israel ejecuta sobre la población palestina. A continuación, veremos algunos ejemplos.

Datos de la ignominia

Incluso ONG famosas por jugar un doble juego en la definición de las narrativas occidentales sobre la “sociedad civil”, como Oxfam, Human Rights Watch y Amnistía Internacional, califican la ocupación israelí sobre Palestina como un régimen de segregación y opresión. Así lo describe un informe especial de esta última publicado en el año 2017:

“Debido a los cientos de puntos de bloqueo militar israelí repartidos por toda Cisjordania—entre puestos de control, bloqueos de carreteras y vías para uso exclusivo de los colonos— y al régimen general de permisos, simples quehaceres diarios se convierten en una lucha constante para la población palestina que intenta ir a trabajar, a estudiar o al hospital. Israel sostiene que la sinuosa valla/muro de 700 kilómetros de longitud está ahí para impedir ataques armados de palestinos contra Israel, pero no explica por qué en un 85% está construida sobre tierras palestinas, e incluso se adentra considerablemente en Cisjordania. Lo que sí hace la valla/muro es aislar entre sí a las comunidades palestinas y separar a las familias. Así mismo, priva a la población palestina de acceso a servicios básicos y separa a los agricultores de sus tierras y otros recursos, causando la paralización de la economía palestina. Además, una legislación intrínsecamente discriminatoria e injusta impide a muchas personas contraer matrimonio, o desplazarse dentro de los territorios ocupados o hasta Israel para visitar a seres queridos o vivir con ellos. Estas restricciones arbitrarias son discriminatorias e ilegítimas y deben levantarse de inmediato”.

Por su parte, Oxfam (2017) resalta la situación en la franja de Gaza, cuya población está sometida a un bloqueo criminal que el Estado de Israel justifica como represalia a las acciones militares de la resistencia palestina, encabezada por Hamas. El resultado es un pueblo sitiado y condenado a las condiciones más precarias de subsistencia:

“El bloqueo ilegal israelí dura ya más de una década. Las consecuencias son enormes: ha devastado la economía de Gaza, causado gran destrucción y aislado a la mayoría de la población del mundo exterior.

Las necesidades humanitarias también son enormes. La población tiene graves dificultades para acceder a agua limpia, alimentos, asistencia médica, educación y materiales para reedificar sus viviendas. Además, el bloqueo impide a la mayor parte abandonar Gaza o comerciar con mercados en Cisjordania o el extranjero, y restringe la entrada de materiales esenciales para la reconstrucción.  La gran escasez de combustible ha llevado a cortes de energía de hasta 20 horas, dejando sin electricidad a hospitales, escuelas y pequeñas empresas que luchan por seguir adelante. Los sistemas de agua y saneamiento fallan muy a menudo.

El 80% de la población depende de ayuda humanitaria para sobrevivir. Las principales industrias han resultado diezmadas y más del 60% de los jóvenes está desempleado: la tasa de desempleo juvenil más elevada del mundo”.

Pero no son sólo organizaciones internacionales quienes señalan los crímenes cometidos contra el pueblo palestino. Existen individuos, grupos políticos y organizaciones conformados por ciudadanos israelíes que se dedican a denunciar lo que directamente llaman un régimen de apartheid. El año pasado, dos exembajadores de Israel en Sudáfrica, lan Baruch y Alon Liel, publicaron en un medio sudafricano un artículo en el que comparaban el régimen de ocupación israelí con el régimen segregacionista vigente en Sudáfrica hasta 1992.

“Durante más de medio siglo, Israel ha gobernado los territorios palestinos ocupados con un sistema legal de dos niveles, en el que, dentro de la misma extensión de tierra en Cisjordania, los colonos israelíes viven bajo la ley civil israelí mientras que los palestinos viven bajo la ley militar… Es hora de que el mundo reconozca que lo que vimos en Sudáfrica hace décadas está sucediendo también en los territorios palestinos ocupados”.

Esta comparación ha sido sostenida también por personalidades como Mandla Mandela, activista, dirigente tribal y nieto de Nelson Mandela, quien en un artículo publicado en el diario británico The Guardian, afirmó: “Veo un parecido inquietante entre las leyes racistas de Israel y la arquitectura del apartheid en Sudáfrica. Los sudafricanos reconocemos el apartheid cuando lo vemos. De hecho, muchas personas reconocen que, de alguna manera, el régimen israelí es aún peor”. (HispanTV, 2018)

La organización israelí B’tselem, conocida también como Centro Israelí de Información sobre Derechos Humanos en los Territorios Ocupados, ha denunciado por años la política de supremacía judía y el intento de exterminio de la población palestina por parte del régimen de Israel. Un ejemplo es el relato de un suceso recientemente registrado, que demuestra que no se trata de un asunto de “represión” de manifestaciones del tipo de las que alcanzan salir en los medios por su dimensión, sino que es un accionar sistemático presente en la vida cotidiana.

“El 22 de febrero de 2022, los soldados mataron a Muhammad Salah (13) después de que lanzara un cóctel Molotov. Una semana después, el 1 de marzo, los soldados mataron a ‘Ammar Abu ‘Afifah (18) mientras paseaba con un amigo. A pesar de las diferentes circunstancias, ambos son víctimas de la misma política desenfrenada de fuego abierto que Israel emplea en Cisjordania. De acuerdo con esta política, los palestinos siempre son “sospechosos” y “peligrosos”, lo que significa que los soldados a menudo usarán fuego real letal por defecto. Dada esta política, nadie será responsable”. (B’tselem, 2022)

En su sitio web, la esta organización señala reiteradamente como apartheid lo que vive el pueblo palestino:

“A lo largo de los años, ha quedado claro que el concepto de dos regímenes paralelos que operan entre el mar Mediterráneo y el río Jordán, una democracia permanente al oeste de la Línea Verde y una ocupación militar temporal al este, está divorciado de la realidad. Toda el área que controla Israel está gobernada por un único régimen de apartheid, que gobierna las vidas de todas las personas que viven en ella y opera de acuerdo con un principio organizativo: establecer y perpetuar el control de un grupo de personas, los judíos, sobre otro, los palestinos, a través de leyes, prácticas y violencia estatal”. (B’tselem, 2022)

Naciones Unidas: consciente pero inoperante

Según el más reciente Informe del Relator Especial para los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos Ocupados desde 1967, firmado por el canadiense Michael Lynk, sobre esta tierra hay ahora cinco millones de palestinos apátridas que viven sin derechos, “en un estado agudo de subyugación y sin camino hacia la autodeterminación o un estado independiente viable que la comunidad internacional ha prometido repetidamente es su derecho”. (Lynk, 2022)

Señala el documento que, durante las últimas cinco décadas, Israel ha creado 300 asentamientos civiles solo para judíos, todos ellos ilegales, con 700.000 colonos judíos israelíes que ahora viven en Jerusalén Oriental y Cisjordania en medio de tres millones de palestinos, “pero separados de ellos”. En Gaza, Israel ha atrincherado a los dos millones de palestinos en lo que el ex primer ministro británico David Cameron llamó en 2010 “una prisión al aire libre” (BBC, 2010), y que Lynk califica como “un método de control de la población único en el mundo moderno”. Acota el escrito que, en los últimos años, los primeros ministros israelíes han proclamado abierta y regularmente que el gobierno del país sobre los palestinos y su tierra es permanente y que allí “no surgirá ningún estado palestino”.

La situación a la que están sometidos hombre y mujeres, niñas y niños, adultos y ancianos en Palestina es horrorosa y debería provocar un gran escándalo en la opinión pública a escala global. Sin embargo, esto no sucede así por varias razones, entre las que se cuentan como principales: 1- el gran poder económico que poseen los capitales pertenecientes a familias judías comprometidas con el proyecto sionista y que ejercen un lobby poderosísimo en los gobiernos occidentales; y 2- la posición estratégica del estado de Israel como enclave de dominación occidental sobre el territorio del Asia Occidental, sus recursos energéticos y su condición geopolítica de punto de comunicación entre Europa y Asia.

Pero, además, la lucha del pueblo palestino es una lucha difícil, no solo por la gigantesca asimetría entre las fuerzas de la resistencia y el poder militar de los ocupantes, sino también por la asimetría en el campo cultural. Todo el poder político y económico ejercido por el lobby sionista se ha empeñado por 80 años en hacer “intocable” al Estado de Israel y a la figura del judío. Sobre la base del relato del “holocausto nazi”, en el mundo occidental se ha querido establecer como una especie de “delito moral” cualquier crítica o señalamiento a las acciones criminales del sionismo. Como lo señaló Edward Said en una de las obras citadas anteriormente: “Ningún otro movimiento en la historia ha tenido un adversario tan difícil: un pueblo reconocido como la clásica víctima de la historia” (Said, 1992).

Por eso es tan importante reiterar, cada vez que sea posible y en todos los espacios disponibles, las denuncias y los llamados a la acción por la defensa de los derechos de los palestinos a la vida, la existencia como nación y la pertenencia de su territorio. Naciones Unidas, en sus distintas instancias, ha reconocido la condición del pueblo palestino y sus derechos como nación, pero ha fallado en la formalización de este reconocimiento por su propia estructura antidemocrática. Aunque en la Asamblea General han sido reiterados los llamados casi unánimes a poner fin a la ocupación y respetar los acuerdos de 1947 que establecen el surgimiento de dos estados, uno palestino y otro israelí, y aunque el Consejo de Derechos Humanos ha emitido informes y declaraciones en este sentido, la falta de reconocimiento de Palestina como miembro pleno de la Organización de las Naciones Unidas, debida al veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad, ha sido un elemento que más bien colabora con la política de exterminio del ocupante sionista, que se sustenta sobre una narrativa de desconocimiento de la condición de nación de Palestina y de la propia condición humana de los palestinos.

El mencionado documento escrito por el Relator Especial para los Derechos Humanos, publicado el 21 de marzo de 2022, detalla y argumenta que la situación actual de los territorios palestinos ocupados constituye un ejemplo de una política de apartheid muy similar a registrada hace décadas en Sudáfrica, pero con características que la hacen aún peor. Por eso vale la pena, como cierre de este escrito, citar en extenso las conclusiones de este informe:

“¿Es esta situación ahora apartheid? Aplicando cada uno de los tres pasos de la prueba combinada de la Convención contra el Apartheid y el Estatuto de Roma, el Relator Especial ha llegado a la conclusión de que el sistema político de gobierno arraigado en el territorio palestino ocupado que otorga a un grupo racial, nacional y étnico derechos sustanciales, beneficios y privilegios mientras somete intencionalmente a otro grupo a vivir detrás de muros, puestos de control y bajo un gobierno militar permanente “sans droits, sans égalité, sans dignité et sans liberté” satisface el estándar probatorio prevaleciente para la existencia del apartheid.

Primero, se ha establecido un régimen institucionalizado de opresión y discriminación racial sistemática. Los judíos israelíes y los árabes palestinos en Jerusalén Este y Cisjordania viven sus vidas bajo un régimen único que diferencia su distribución de derechos y beneficios sobre la base de la identidad nacional y étnica, y que asegura la supremacía de un grupo sobre y en detrimento del otro. (La Autoridad Palestina ejerce jurisdicción restringida y brinda servicios en partes limitadas de Cisjordania que Israel no tiene interés en brindar). Las diferencias en las condiciones de vida y los derechos y beneficios de la ciudadanía son marcadas, profundamente discriminatorias y se mantienen a través de la opresión sistemática e institucionalizada.

En segundo lugar, este sistema de gobierno extranjero se ha establecido con la intención de mantener el dominio de un grupo étnico-nacional-racial sobre otro. Los líderes políticos israelíes, pasados ​​y presentes, han declarado en repetidas ocasiones que tienen la intención de mantener el control sobre todo el territorio ocupado con el fin de ampliar los bloques de tierra para los asentamientos judíos presentes y futuros mientras confinan a los palestinos a las reservas de población con barricadas. Esta es una moneda de dos caras: los planes de Israel para más colonos judíos y asentamientos judíos más grandes en mayores extensiones de tierra ocupada no se pueden lograr sin la expropiación de más propiedades palestinas junto con métodos más duros y sofisticados de control de la población para gestionar la inevitable resistencia. Bajo este sistema, las libertades de un grupo están indisolublemente ligadas a la subyugación del otro.

Y tercero, la imposición de este sistema de discriminación institucionalizada con la intención de dominación permanente se ha construido sobre la práctica regular de actos inhumanos. Ejecuciones arbitrarias y extrajudiciales. Tortura. Las muertes violentas de niños. La negación de los derechos humanos fundamentales. Un sistema judicial militar fundamentalmente defectuoso y la falta de debido proceso penal. Detención arbitraria. Castigo colectivo. La repetición de estos actos durante largos períodos de tiempo, y su respaldo por parte de la Knesset y el sistema judicial israelí, indica que no son el resultado de actos aleatorios y aislados, sino parte integral del sistema de gobierno de Israel.

Esto es apartheid. No tiene algunas de las mismas características que se practican en el sur de África; en particular, mucho de lo que se ha llamado “pequeño apartheid” no está presente. Por otro lado, hay características despiadadas de la política de “aislamiento” de Israel en el territorio palestino ocupado que no se practicaron en el sur de África, como carreteras segregadas, altos muros y extensos puestos de control, una población atrincherada, ataques con misiles y bombardeos de tanques contra una población civil y el abandono del bienestar social de los palestinos en manos de la comunidad internacional. Frente a los ojos bien abiertos de la comunidad internacional, Israel ha impuesto a Palestina una realidad de apartheid en un mundo posterior al apartheid.” (Consejo de Derechos Humanos, 2022)

REFERENCIAS

Amnistía Internacional (2017). La ocupación de Israel: 50 años de desposesión. Disponible en: https://www.amnesty.org/es/latest/campaigns/2017/06/israel-occupation-50-years-of-dispossession/ / BBC (2010). David Cameron describes blockaded Gaza as a ‘prison’. Disponible en: https://www.bbc.com/news/world-middle-east-10778110 / B’tselem The Israeli Information Center for Human Rights in the Occupied Territories (2022). A week in Bethlehem District: Soldiers kill 13-year-old and 18-year-old. Disponible en: https://www.btselem.org/firearms/20220411_killing_of_ammar_abu_afifah_and_muhammad_salah_in_bethlehem_district / B’tselem The Israeli Information Center for Human Rights in the Occupied Territories (2022). About B’tselem. Disponible en: https://www.btselem.org/about_btselem / Democracy Now! (2022). “Colonial Violence Is the Norm”: Israel Raids Al-Aqsa Mosque, Injuring 160+, Arresting Hundreds. YouTube. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=mfjX4iOU2bY / Edward Said (1978). Orientalismo. Vintage Books. Nueva York, Estados Unidos./ Edward Said (1992). La cuestión palestina. Debate. Madrid, España. / HispanTV (2022). ¿Por qué Israel agrede a los palestinos en Ramadán? Disponible en: https://www.hispantv.com/noticias/palestina/541536/agresion-israel-alaqsa-casual / HispanTV (2021). Excargos admiten: Israel aplica apartheid al estilo sudafricano. Disponible en: https://www.hispantv.com/noticias/asia-occidental/493888/israel-apartheid-palestina-sudafrica / HispanTV (2018). “Apartheid israelí es aún peor de lo que experimentó Sudáfrica”. Disponible en: https://www.hispantv.com/noticias/nocategory/390677/apartheid-israel-crimenes-palestina-nelson-mandela / Michael Lynk (21 de marzo de 2022). Report of the Special Rapporteur on the situation of Human Rights in the Palestinian territories occupied since 1967. Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Disponible en: https://www.ohchr.org/en/documents/country-reports/ahrc4987-report-special-rapporteur-situation-human-rights-palestinianOxfam (2017). Territorio Ocupado Palestino e Israel. Disponible en: https://www.oxfam.org/es/que-hacemos/paises/territorio-ocupado-palestino-e-israel

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