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Atisbos de la epopeya de la Defensa Sagrada Parte 2

Segundopaso – ¿Por qué y cómo invadió el régimen de Sadam Huseín la República Islámica de Irán? Esta pregunta carece de una respuesta sencilla. La razón dada por Sadam para invadir el territorio de la República Islámica de Irán fueron las disputas fronterizas.

Pero la verdadera causa para librar una guerra total contra la República Islámica de Irán, apenas 19 meses después de la victoria de la Revolución Islámica, va más allá de las razones esgrimidas por Sadam. De hecho, las disputas territoriales y fronterizas entre Irak e Irán no fueron sino una excusa para perpetrar la invasión.

El objetivo principal de Sadam era derrocar a la naciente República Islámica de Irán en un intento por satisfacer a sus amos de Washington y Tel Aviv, ya que ellos lo barajaban como próximo líder del mundo árabe.

La razón por la que Sadam invadió Irán debe analizarse a tres niveles: nivel nacional, regional e internacional. Primero analizamos los aspectos nacionales de la invasión del territorio iraní. Para ello, hacemos una breve mención de las disputas fronterizas entre Irán e Irak. Las disputas se remontan a la época en la que Irak estaba bajo el dominio del Imperio Otomano. La falta de una solución clara a las disputas y la delimitación definitiva de las fronteras dieron lugar a desacuerdos después de la independencia de Irak en 1932. La forma de utilizar las aguas del río Arvand siguió siendo un importante problema sin resolver. Irak reclamó la soberanía total y el transporte marítimo en el río Arvand (Shat al-Arab, como lo llaman los árabes). Pero como el régimen despótico de Mohammad Reza Pahlavi era un títere de los regímenes occidentales, especialmente de los Estados Unidos de América, debido al apoyo político y militar de los Estados Unidos, Irán era un poder sin rival de la región del Golfo Pérsico e Irak no podía enfrentarse a Irán. Estados Unidos mantenía un control y dominio total sobre Irán y lo convirtió en el gendarme de la región con su apoyo político y militar. En tales circunstancias, Irak resolvió sus disputas fronterizas y territoriales con Irán en 1975 según un acuerdo conocido como Acuerdo de Argel.

Pero Sadam siempre estuvo descontento con el acuerdo y siguió buscando una oportunidad para anularlo. Sadam pensó que, con la victoria de la Revolución Islámica, la inestabilidad política y los problemas de seguridad de la era posterior a la revolución, se le creaba una excelente oportunidad para anular el Acuerdo de Argel e invadir Irán. Las ambiciones de la hegemonía global y los esquemas diabólicos del régimen sionista, junto con las propias ambiciones de Sadam, prepararon el escenario para el inicio de una guerra total contra la República Islámica.

En abril de 1980, como una de las condiciones para el cese de la guerra Irán-Irak, Sadam exigió la restauración de la soberanía sobre el río Arvand al estado en que se hallaba antes de 1975. El dictador iraquí enfatizó en que Irak estaba preparado para resolver todas sus diferencias con Irán por medio de la fuerza y en consecuencia invadió Irán.

En los primeros días de la invasión de Irán, Irak en un comunicado trató de tomar la delantera planteando algunas condiciones para el alto el fuego, con ello pretendía aparentar que Irán era el verdadero invasor y que Irak había invadido el territorio iraní solo para defenderse. En la declaración, Irak aseguró que se podría lograr la paz si se cumplían varias condiciones: el reconocimiento de los derechos territoriales iraquíes por parte de Irán, el cese de la intervención en los asuntos internos iraquíes, el compromiso de respeto mutuo en pro de relaciones de buena vecindad y el regreso de tres islas del Golfo Pérsico a sus dueños árabes.

Sadam planteó alegaciones sobre las tres islas del Golfo Pérsico (Tunb Menor, Tunb Mayor y Abu Musa) aun cuando dichas islas formaban parte del territorio de Irán desde hacía varios milenios. Las islas fueron capturadas y ocupadas periódicamente por las fuerzas británicas. Sin embargo, cuando las tropas invasoras británicas abandonaron el Golfo Pérsico en 1971 y fueron reemplazadas por las estadounidenses, las islas regresaron a su legítimo propietario, es decir, Irán. Desde ese año, los Emiratos Árabes Unidos, envalentonados y seducidos por sus amos occidentales, plantearon ciertas reclamaciones sobre estas tres islas y los regímenes árabes y enemigos de Irán apoyaron dichas reclamaciones. Con el fin de obtener el apoyo político y financiero de los regímenes árabes reaccionarios para invadir Irán, Sadam también incluyó en la lista de condiciones para el alto el fuego la escisión del territorio iraní de las tres islas.

Las ambiciones de Sadam al atacar a Irán iban mucho más allá de escindir parte del territorio de Irán y derrocar al naciente sistema de gobierno de la República Islámica. Para Sadam, la invasión de Irán fue el clímax de sus políticas para mostrar a Estados Unidos la capacidad de Irak para reemplazar a Irán como gendarme regional. Esto se debió al hecho de que la política estadounidense en la zona había consistido en proporcionar el equipo militar necesario a sus vasallos y lacayos en la región. Por lo tanto, Estados Unidos se concentró en Arabia Saudí e Irak como aliados regionales para establecer un epicentro contra la entonces superpotencia oriental (la Unión Soviética) a fin de garantizar la seguridad del régimen falso de Israel. En el marco de la política de doble rasero de la doctrina de Nixon se hace referencia a Irán como gendarme regional, pero Sadam supuso que Irak, en concordancia con las condiciones específicas de esa época, podría desempeñar ese papel y convertirse en una alternativa al régimen del “sah”.

Tras analizar la ambición existente entre los líderes iraquíes, la revista Newsweek argumentó que los objetivos de Irak no eran otros sino el dominio del Golfo Pérsico y, quizás, de todo el Oeste de Asia (Oriente Medio como lo llaman los occidentales) con el apoyo inevitable de las dos superpotencias, porque, había un vacío que tenía que ser llenado. A Egipto lo aislaron y arrinconaron por participar en conversaciones comprometedoras de Camp David. Siria estaba imbuida en sus problemas internos, e Irán, que alguna vez fue el gendarme del Golfo Pérsico, estaba sumido en el caos. Entonces, Irak era un candidato prometedor para ocupar dicho vacío, pues poseía una amplia gama de armas modernas proporcionadas principalmente por la Unión Soviética y Europa Occidental. Y, a diferencia de Arabia Saudí y otros emiratos reaccionarios del Golfo Pérsico, contaba con una población de 13 millones. En resumen, Sadam comenzó su ataque a Irán para convertirse en el gendarme de la región.

El otro objetivo del régimen de Sadam al atacar a Irán era derrocar el sistema de la República Islámica. En una entrevista del 12 de noviembre de 1980, Sadam dijo: “No nos entristece la destrucción y la división de Irán, y afirmamos explícitamente que mientras este país sea nuestro enemigo, cualquier iraquí, e incluso cualquier árabe, estará feliz con la división y la destrucción de Irán”. 8 meses después del inicio de la guerra, el canciller iraquí Tariq Aziz dijo: “La existencia de cinco pequeños Iranes es mejor que la existencia de un Irán unido. Apoyaremos la rebelión de la nación iraní y centraremos toda nuestra atención en Irán”. Sadam planteó el mismo objetivo en farvardin de 1360 (abril de 1981) ante algunos miembros del Ejército Nacional que se dirigían a los campos de batalla de la siguiente manera: “Estamos preparados para proporcionar cualquier ayuda, incluidas las armas que necesitan los árabes de Juzestán y las demás etnias de Irán, especialmente los kurdos, los baluchíes y todos los patriotas reales y honestos. No estamos interesados en la integridad territorial de Irán y esta es nuestra estrategia, una estrategia que ya anunciamos hace mucho tiempo”. Seguiremos abordando el tema en profundidad en el próximo programa.

So/Mo/Ni

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