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La Sensibilidad Literaria de un Revolucionario

Segundopaso – Cuando se habla de Ernesto Che Guevara se lo define como un líder de la revolución Cubana. Un dirigente que llevó sus ideales hasta las últimas consecuencias siendo sus acciones unas veces admiradas y otras consideradas polémicas. Sin embargo, fue un convencido de pregonar con el ejemplo. En su diario escrito en Bolivia demuestra la importancia de que las acciones sean coherentes con lo que se piensa. No solamente posicionando su persona como modelo ejemplar, sino a los revolucionarios como modelos de los seres humanos. Frases como «el Che era el último en beber agua, hasta que sus compañeros no lo hacían, él no tomaba la cantimplora» demuestran el alto grado de compromiso con sus subordinados.

“Si Ud. es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros…” Che Guevara

El llamado por muchos “el guerrillero heroico”, es sin duda un personaje histórico, que además de su ideología política, dedicó gran parte de su vida a la escritura. La Revista Memoria, en un justo homenaje a este ilustre revolucionario, presenta su faceta como escritor y poeta, que además se manifestó como un cronista de su propia vida, este es el “otro oficio” – menos conocido, igualmente fecundo – que atraviesa la vida, los viajes, las acciones de Ernesto Guevara de la Serna, desde su inquieta juventud hasta la formidable madurez, así lo expresa Director de la Colección Memoria, Víctor Casaus Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau en la Habana, Cuba:

“Resulta estremecedor comprobar la sistematicidad con que ejerció ese oficio, incorporándolo de hecho a su existencia. En este cuaderno aparecen algunos de los caminos que tomó esa vocación testimonial: notas de viajes, cartas, poemas, crónicas, fotos (…) De modo que es posible ir siguiendo, de apunte en apunte, la búsqueda de la vocación, el desarrollo de las ideas, las certidumbres mayores de su vida. En ese sentido esta faceta es testimonio de la ética guevariana aplicada a la creación literaria.”

“Creo que escribir es una forma de encarar problemas concretos y una posición que por sensibilidad se adopta frente a la vida”, responde en una carta de los años sesenta, uniendo dos elementos importantes de su propia experiencia: la acción práctica y la sensibilidad humana y artística. En otra carta de la misma época responde a un escritor: “la única pasión que me guía en el campo que Ud. transita es trasmitir la verdad (no me confunda con un defensor a ultranza del realismo socialista). Desde ese punto de vista miro todo”.

Sus cartas y ensayos nuevamente lo afirman como un intelectual formado y bien informado que revelan además los rasgos de su personalidad, la ironía y el humor, la crítica y la firmeza, la sinceridad y el autoexamen exigente conviven en la palabra de un Che testimoniante:

“Considero que la verdad histórica debe respetarse; fabricarla a capricho no conduce a ningún resultado bueno”.

Esta frase está aún vigente, llena de enseñanzas para el presente y para el futuro: El Che fue un conspirador a favor de esa verdad desde la historia misma y desde la palabra, así lo describe la Revista Memoria que recuerda en esa edición dedicada a su vida, su coraje y su inteligencia. Y lo perpetúa como un individuo culto e incisivo, terrenal y apasionado, amoroso y testimoniante –es decir, vivo– hasta la actualidad.

El joven cronista Ernesto Guevara al comienzo de sus Notas de viaje expresa que su transformación es interna y se debe a la profundización de su análisis, le ha enriquecido el espíritu “ese vagar sin rumbo por nuestra ‘Mayúscula América’”. Tenía sólo 23 años cuando inició el recorrido, acompañado por su amigo Alberto Granados, salió de la Argentina para mirar el mundo, para completar paisajes y seguir buscando horizontes.

En sus primeras narrativas da una profunda mirada a América Latina, “registra el descubrimiento asombrado de las civilizaciones precolombinas, la autoironía la continuación del aprendizaje social y humano. En un segundo Diario de viaje describe a la ciudad de la Paz, una ciudad chica pero muy bonita teniendo como centinela la figura siempre nevada del Illimani, cuyo original se conserva en el Archivo Personal del Che. Allí aparece, con fuerza impactante, una frase premonitoria: “Este año puede ser importante para mi futuro…”

El texto que sigue, es el primer encuentro de Ernesto Guevara con la ciudad de La Paz, que formaría parte del último capítulo de su vida, el de la guerrilla boliviana. A esta especie de prólogo en el que describe, sobria y emocionadamente:

A las 4 de la tarde se asoma el tren a la quebrada donde está La Paz. Una ciudad chica pero muy bonita se desperdiga entre el accidentado terreno del fondo, teniendo como centinela la figura siempre nevada del Illimani. La etapa final, de unos cuantos kilómetros, tarda más de una hora en completarse. El tren parece que fuera a escapar tangentemente a la ciudad, cuando torna y continúa su descenso. […] La Paz es la Shanghai de América. Una riquísima gama de aventureros de todas las nacionalidades vegeta y medran en medio de la ciudad policroma y mestiza que marcha encabezando al país hacia su destino. […] La Paz, ingenua, cándida como una muchachita provinciana, muestra orgullosa sus maravillas edilicias. Visitamos sus nuevos edificios, la Universidad de bolsillo desde cuyas terrazas se domina toda la ciudad, la biblioteca municipal, etc. La belleza formidable del Illimani difunde su suave claridad, eternamente nimbado por ese halo de nieve que la naturaleza le prestó para siempre. En las horas del crepúsculo es cuando el monte solitario adquiere más solemnidad e imponencia […]

Su adaptabilidad a diferentes escenarios fue notable, desde lo físico (modificando su cara para ingresar de incógnito al Congo o a Bolivia) hasta su comportamiento. Fue líder en un ámbito diplomático como Ministro de Industria de Cuba o como Presidente del Banco Central y a su vez fue líder en la guerrilla años después cuando estuvo un año en la selva Boliviana, sin provisiones y enfermo siendo fiel a sus convicciones.

 

Manejó un discurso político y poético con sentido profundo, que demostró que la rebeldía va de la mano con el sentimiento de solidaridad con la humanidad. Se trata de un líder que tomó decisiones difíciles pero sinceras en un escenario hostil donde ser revolucionario era suficiente para justificar la tortura, la persecución y la muerte. Dio su vida por sus ideales, por lo que él consideró correcto intentando «Hacer correctamente las cosas correctas».

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