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Factores que Afectan la Forma de Pensar

Islam al día: El alma es un elemento esencial de nuestra existencia, y prestar atención a su mejora conduce al progreso y la paz de la vida humana. Beneficiarse de una mente pura y llena del recuerdo de Dios nos lleva a una vida feliz y pacífica. Por esta razón, en esta serie, presentaremos algunas enseñanzas de la psicología islámica.

¿Por qué las personas tienen diferentes percepciones de un mismo evento? ¿Cuáles son los factores que afectan la actitud de los seres humanos? ¿Cuál es el papel que desempeñan el ambiente externo y la genética?

En los ejemplos que utilizamos en las entradas pasadas de esta serie (diferentes profesores y perspectivas), vimos que, aunque un evento y la realidad externa sean los mismos, las reacciones de las personas pueden ser completamente diferentes. Dijimos que entre las razones causantes de esta diferencia están la forma de mirar el mundo, la actitud hacia la vida y el diálogo interno. Así pues, los sentimientos de una persona y su consecuente externalización no son más que el resultado del conjunto de sus pensamientos y creencias personales. Ahora que nos hemos familiarizado la importancia de la actitud de las personas frente a la vida, surge la pregunta de por qué la actitud de las personas es diferente y su juicio sobre un tema puede llegar a ser tan variable. ¿Cuál es la causa de la diferencia en las actitudes de las personas? ¿De dónde obtienen las personas sus ideas y actitudes acerca de los fenómenos de la vida? ¿Es nuestro entorno el que moldea nuestra personalidad o es esta un fruto de nuestra predisposición genética? En esta nota, exploraremos las circunstancias que influyen en los pensamientos y actitudes de una persona.

 

1. Los padres

La infancia es una pieza fundamental de la formación de la personalidad del ser humano que puede ayudar a explicar su comportamiento en la edad adulta. La calidad de la relación entre una persona con sus padres determinará en gran parte su actitud ante los retos de la vida. Numerosos psicólogos e investigadores se han dedicado al estudio de los efectos de la relación entre padres e hijos durante la infancia. Varios de ellos, entre los que se encuentran Freud, Erikson, Balbi, Piaget, Vygotsky y Skinner, proponen que un niño crece y madura en relación a su entorno y sus alrededores. De modo similar, psicólogos como Stevenson han concluido que los primeros contactos del niño con el mundo son con sus padres y ellos son una fuente de alimento, amor y consuelo para el niño. Cómo se lleva a cabo esta interacción es la piedra angular para la formación de un sentido de seguridad en el niño, y puede tener un sinfín de consecuencias. Un posible resultado de una relación positiva entre un infante y sus padres es crecer con la sensación de estar seguro con las personas y en el entorno en el que vive, y con una visión positiva del mundo que le rodea.

Para comprender la importancia del pensamiento y el poder de creer, pongamos como ejemplo el comportamiento de los peces. Para ello, imaginemos un acuario que está dividido en dos por una pared de vidrio. Si pusiéramos un gran pez depredador en un lado del acuario y un pez blanco y pequeño, que suele ser el alimento de los peces depredadores, en el otro lado, veríamos que el pez depredador intenta continuamente atacar al pez blanco y golpea con todas sus fuerzas la pared de cristal; Pero tal vez después de una semana de esfuerzo, el pez probablemente se daría cuenta de que sus esfuerzos no le han dado más que magulladuras y heridas. Entonces se frustraría y dejaría de perseguir y atacar. En este momento, si quitamos la barrera del medio, el pez depredador no volverá a atacar a su presa, porque se dio cuenta de sus limitaciones y debilidades y no se ve capaz de lograr su objetivo.

Podemos comparar este ejemplo a nuestras propias vidas. Nuestro muro de cristal lo forman nuestros padres y otras figuras influyentes en nuestro día a día. Los padres, con sus reacciones ante las acciones del niño, forman lentamente y subconscientemente su opinión de sí mismo. Así pues, el niño se conoce a sí mismo por la retroalimentación que recibe de sus padres.

Por ejemplo, quitarle algo a un niño con el pretexto de que él solo no puede recogerlo, transmite al pequeño el mensaje de “no poder” y hacen que se considere una persona incapaz. El término “Yo espejo”, utilizado por primera vez por el sociólogo Charles Cooley, indica que el autoconocimiento es un reflejo del trato recibido de los padres. En consecuencia, el niño se conoce a sí mismo mediante las opiniones de sus padres. Por ejemplo, alguien que ha sido constantemente criticado por sus padres tiende a verse a sí mismo como una persona incompetente. Esta opinión sobre sí misma puede llegar a notarse en todas sus acciones y determinar su actitud hacia el mundo y los demás. Para esta persona, el mundo no es un lugar adecuado para vivir, porque es un lugar donde se ve obligado a hacer tareas que están más allá de su poder. Asimismo, no ve a quienes le rodean de forma positiva, porque, desde su punto de vista, los demás están constantemente ocupados en encontrar fallas en él y criticarlo.

 

Al experimentar nuevas vivencias, las personas tienden a filtrarlas según el nivel de familiaridad con experiencias anteriores. De manera que si una persona se enfrenta a una situación es compatible con experiencias pasadas y las creencias que se formaron en su infancia, la acepta y la acomoda en el repertorio de su existencia; Pero si la nueva experiencia no concuerda con sus creencias previas, la rechaza. Es evidente que la calidad de la relación del niño con sus padres es la base de sus creencias y cosmovisión, y en base a estas creencias, el niño evalúa su comportamiento y el de los demás y los eventos que suceden en su vida.

La visión de una persona sobre su vida, las personas que lo rodean y su ambiente en general se ve afectada por la actitud de sus padres. Los padres positivos y optimistas crían niños optimistas. Los padres que no se dan por vencidos fácilmente ante los problemas de la vida crían hijos trabajadores. Los padres que se sienten bien consigo mismos crían hijos con alta autoestima y, a diferencia de los padres con mentalidades negativas, que entregan a la sociedad hijos negativos y pesimistas. Desde el nacimiento hasta la completa formación de la autoconciencia, el niño forma sus creencias en base a lo que ve de sus padres. A partir de allí, sigue alimentando su inventario de conocimientos personales con las vivencias del día a día. Numerosas investigaciones han probado la gran correlación entre la mentalidad de los padres con la de sus hijos.

En las notas futuras, examinaremos algunos otros de los factores que afectan la forma de pensar de una persona. ¡Acompáñanos y escríbenos tus comentarios!

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