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Mayo palestino: ruta hacia la intifada global

AUTOR: RAMÓN MEDERO. ILUSTRACIÓN: ETTEN CARVALLO

Segundo Paso para Nuestra América.- Por una serie de factores históricos y espirituales, el mes de mayo posee la fuerza y significación necesaria para convertirse en tiempo disruptivo global, con epicentro en Palestina. Es necesaria una coalición internacional, un levantamiento de los pueblos que haga frente a los desmanes del sionismo y acabe para siempre con la ideología fascista que lo fundamenta, con sus falsos preceptos y truculentas efemérides. El sionismo acecha y está presente en todo el mundo. Se trata de un problema a escala mundial. Mayo debe ser el principio y fin del sionismo. Pero que sean los pueblos quienes decidan la “hora cero”.

En Palestina, como se sabe, los bombardeos a Gaza, las operaciones sicariales de las fuerzas especiales israelíes (Sayeret) en Cijosdarnia y los linchamientos, cacerías y asaltos por parte de los colonos y grupos extremistas contra la población palestina pueden acontecer en cualquier momento y bajo cualquier falso o nimio pretexto. No obstante, hay al menos dos periodos y un mismo lugar en los que se producen estos ataques de manera constante cada año. Ambos eventos suceden invariablemente en la Explanada de las Mezquitas (Al-Haram al-Sharif o Noble Santuario), uno de ellos tiene lugar durante el sagrado mes de Ramadán, que cierra con el Día Mundial de Al Quds o de Jerusalén (último viernes de ese mes) y, el otro, en el mes de mayo, cuando los palestinos, tanto los que residen en su tierra originaria como la diáspora, así como millones de personas solidarias de todo el mundo conmemoran el Día de Al Nakba; mientras que los sionistas, en correlato antagónico, festejan la refundación y reunificación de “Israel”, “victorias” fraudulentas alcanzadas a sangre y fuego para reclamar unos derechos ficticios sobre una tierra que no es, no ha sido y nunca será suya.

Nadie puede negar que Ramadán/Día de Al Quds y el Día de Al Nakba son dos fechas que iluminan el orbe y se clavan en la masa amorfa del sionismo como centellas que convierten en arcilla la espesa sangre detenida en sus venas. Son días en los que se producen grandes movilizaciones alrededor del mundo en solidaridad con Palestina, se rompen los cercos mediáticos y muchas voces e imágenes ponen al descubierto la patológica y vergonzante ideología sionistas y sus verdaderos objetivos a escala mundial. Millones de seres humanos de distintas nacionalidades, culturas y creencias se unen para manifestar el repudio hacia las atrocidades maquinadas y ejecutadas por el colonialismo nacionalsionista.

Sin embargo, mayo tiene una particular significación para los palestinos y es el tiempo en que el sionista opresor se ve atormentado por mayores temores. No es que les remuerda la conciencia ya que carecen de ella, pero el aire se les hace pesado por las noches. Los más y menos radicales sienten en la atmósfera la tensa calma que les impide abrazar el sueño, luego este insomnio los conduce al sobresalto, después el escalofrío hace que les rechinen los dientes y, por último, pulsan el botón de los ataques preventivos contra su propia sombra que deambula entre los edificios de las ciudades ocupadas. Se sienten descubiertos como cuando levantamos una roca y hallamos un escorpión o cualquier animal de ponzoña que se retuerce, agazapa o busca un nuevo abrigo; no huye, pero se siente observado y teme que esa pesada roca caiga en cualquier momento. Estoy seguro que en la psique de esta gente hay un estanco donde están depositados la vergüenza por lo que son y hacen, y el miedo de que en algún momento pueden dejar de ser y hacer. El fin de la impunidad es su peor pesadilla.

Estoy convencido que el ciclo de la ignominia nacionalsionista debe cerrarse en la misma fecha que se originó, el recordatorio del trágico éxodo palestino debe transfigurarse en redención y en el retorno definitivo. Mayo está llamado a convertirse en el mes de la emancipación de Palestina. Es un punto de honor en el alma de este pueblo. Cuando el Día de Al Nakba (15 de mayo) coincida o esté muy cercano nuevamente al Día de Al Quds en el mes sagrado de Ramadán, podrían crearse las condiciones especiales para que Palestina pase a ser el epicentro de la Justicia global. En todo caso, son los pueblos que decidirán la hora cero. Al llamado de la trompeta emancipadora, todas las naciones del planeta, sus pueblos no tanto sus Estados, invocarán una intifada que arrasará con la ideología sionista y liberará no solo a Palestina, sino a toda la humanidad. Así que, a partir de este momento y cada mes de mayo, el mundo deberá avanzar de manera decisiva en esa ruta liberadora. La Jerusalén Oriental ocupada y su tierra sagrada, ícono de la espiritualidad pluriversal, es el lugar donde el cuarto fascismo histórico será sometido y vencido para dar paso a un mundo más justo. No se trata de un presagio, sino de un compromiso mundial ineludible en salvaguarda de la Paz, la Justicia y la Vida.

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