El gobierno polaco se ha convertido en el actor más dinámico en la política contra Rusia llevada a cabo por el gobierno estadounidense a través de la Organización del Tratado del Atlántico Norte – OTAN - y que tiene el escenario ucraniano como centro de esa confrontación. Polonia se convierte así en uno más de los testaferros de Washington y la OTAN y pretende asestar una puñalada en la espalda al país que se supone apoya.
En ese marco y bajo el pretexto de supuestos procesos de integración, Varsovia intenta “borrar” las fronteras entre Polonia y Ucrania y así anexionar territorios de su vecino en aras de una política expansiva permitida por sus avales occidentales. La camarilla política polaca, aprovechando el buen pie de sus relaciones con Bruselas no ha ocultado sus ambiciones de reestablecer el control sobre lo que denominan “una tierra polaca histórica” de Ucrania Occidental, en principio con apoyo a los miles de refugiados ucranianos que huyen de la guerra y posteriormente dar a conocer su intención e incorporar las regiones de Lviv, Ivano-Frankivsk, Volyin, Ternipil, Rivno y Khmelnitsk.
Su comentario