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Día de la Tierra Palestina

SP – Han pasado ya 44 años, desde uno más de los ejemplos de asesinatos, usurpación y expolio al que nos tiene acostumbrados la entidad sionista contra el pueblo palestino. Cuatro décadas desde aquel Día en que miles de palestino, enfrentaron al sionismo en defensa de su tierra y marcaron un hito histórico.

El 14 de mayo del año 1948, bajo la mirada consciente de las grandes potencias, se avaló el surgimiento a la arena internacional de una entidad que pasaría a llamarse Israel. Como también el paso de 9 años desde la guerra del año 1967, que significó la ocupación de los territorios de Gaza y Cisjordania, al que se unieron en este proceso de expansión israelí los Altos del Golán Sirio y la Península del Sinaí egipcia.

El 30 de marzo de 1976, la sociedad palestina, agotada de la violación de sus derechos esenciales, convocó a una huelga general. En esta ocasión, como protesta ante la decisión israelí de confiscar dos mil hectáreas de tierras (21 mil dunums) pertenecientes a palestinos que habitaban en el norte de la Palestina histórica.

Las tierras en cuestión serían utilizadas tanto para implantar campamentos militares, como para entregarla a colonos extranjeros de creencia judía, que se establecerían en tierras palestinas. La protesta se zanjó con el asesinato de siete jóvenes palestinos de las aldeas de Arraba, Sakhnin y Deir Hanna: crímenes de lesa humanidad, que además en el ejercicio de una acción ilegal (asentar colonos mediante la confiscación de tierras) contravenían todas las disposiciones internacionales, resoluciones de las Naciones Unidas respecto a la absoluta prohibición de trasladar extranjeros a tierras ocupadas, constituyendo aquello un quebrantamiento del título III, sección tercera del Cuarto Convenio de Ginebra, que conduce a la posibilidad de acusar al ocupante de crímenes de guerra.

Esos jóvenes ofrendaron con su vida aquello, que para los pueblos celosos de su soberanía y dignidad, representa su aliento vital, la relación estrecha que se tienen con la tierra, considerada una madre proveedora, que acoge y ama. Una tierra que con sus olivos, sus cultivos, los animales que pastan en ellos, representan un vínculo indestructible.

Cada año, desde ese 1976 los mártires vuelven a ser recordados, vuelven a pasar por nuestros corazones y como expresión de ese “recordis” ese volver a pasar por el corazón, se planta un olivo como símbolo de esta relación que hunde sus raíces en la historia milenaria del pueblo palestino con su tierra, hoy saqueada. Un símbolo que expresa la señal irrenunciable de millones de hombres y mujeres de volver a sus hogares, del que fueron expulsados (Nakba), volver a sus raíces, allí donde por generaciones se han establecido.

Recordar el 30 de marzo es poner en permanente visibilidad los derechos del pueblo palestino, que han sido sacrificados en función de intereses geopolíticos, de una Triada sanguinaria como es la del imperialismo estadounidense, el sionismo israelí y el wahabismo saudí. Con Washington avalando los crímenes de la entidad israelí, en función del papel de portaviones terrestre que dicha entidad cumple en la región. Reivindicaciones , derechos usurpados, sueños truncados, el retorno de los refugiados, la autodeterminación, el derecho de libre tránsito por su tierra, el derecho a mantener su cultura y no estar sujeto a un proceso de invisibilización que incluso genera que el sionismo robe la música, el vestuario, la comida la historia misma de Palestina; para construir un mito que otorgue a esos extranjeros, que han generado un proceso de colonización desde fines del siglo XIX, el siglo XX, hasta hoy un sentido de pertenencia.

La conmemoración del Día de la Tierra palestina en estos 44 años ha marcado un hito, que relanzó con fuerza la defensa irrestricta de los derechos del pueblo palestino. El día 30 de marzo del año 2018, miles de gazaties, venidos de Jan Younis, Beit Hanoun, desde Rafah, desde los campos de Jabaliya, Bureij, hombres y mujeres que desde Beit Lahia, se agolparon con sus sueños, demandas, sus cánticos, en la valla que separa la Franja de Gaza de la Palestina histórica.

Una frontera artificial, que expresa la violación de los derechos de dos millones de habitantes del enclave costero, sometido a un bloqueo criminal desde el año 2006 a la fecha. Un asedio, que en el marco de la pandemia del Covid-19 significa la posibilidad cierta de generar una catástrofe humanitaria de proporciones incalculables, en esta Gaza ya martirizada, convertida en el campo de concentración a cielo abierto más grande del mundo.

 

Una Franja de Gaza transformada en un gueto gigantesco, con alambradas, cercos, muros, torres de vigilancia y patrullajes militares. Una Gaza que ha derivado en una réplica monumental de aquellos campos de concentración, que el nacionalsocialismo instaló en tierras ocupadas en la Segunda Guerra Mundial. Panorama que bien deben conocer muchos judíos que pasaron por campos de concentración y que, paradójicamente, ha sido puesto en práctica en este Siglo XXI, por aquellos que han hecho de su propio sufrimiento en esa guerra, un modelo a seguir ahora contra el pueblo palestino. Singular, por cierto, pero hasta patológico me atrevo a sostener en este nacionalsionismo con directrices políticas emanadas desde Tel Aviv, el aval de Washington, tropas de ocupación y hasta su réplica de las unidades de calavera, tan propias de los campos de exterminio del nacionasocialismo.

Rememorar los hitos que marcan nuestra historia es fundamental. Más aún cuando esas fechas conmemorativas traen a nuestra mente y nuestros corazones el sacrificio de miles y miles de hombres y mujeres que han ofrendado su vida por una palestina autodeterminada. Cada 30 de marzo, desde el año 1976 a la fecha, Palestina recuerda a sus mártires, reivindica su derecho al retorno, a una tierra de la cual fueron expulsados por colonos extranjeros sionistas, venidos principalmente desde Europa.

Ello en un marco político internacional donde la confrontación este-oeste también se jugaba en Asia Occidental, en el Levante Mediterráneo en tierras que han sido por siglos cruce de culturas pero nunca una de las características mesiánicas, criminales, racista como ha sido el sionismo, que contaba y cuenta con el apoyo de potencias occidentales, que encontraron en la conformación de la entidad israelí en mayo del año 1948 la mejor opción, para así consolidar su hegemonía en Oriente Medio, que hasta el día de hoy sigue siendo un campo de batalla cruento, especialmente para palestina.

44 años han pasado desde aquella manifestación reivindicativa palestina, con el asesinato de siete jóvenes palestinos, que elevaban su voz de protesta frente al robo israelí. 44 años de reclamos, resoluciones, intifadas y agresiones sionistas contra los territorios ocupados y bloqueados de Cisjordania y Gaza. Y, sin embargo, no existe ley que respete Israel, no existe determinación de la ONU, llamados de organizaciones de derechos humanos, voces de condena que limiten el actuar sediento de sangre de la entidad sionista. Un Israel que sigue robando tierras palestinas, que sigue masacrando a su población, demoliendo casas, destruyendo cultivos, impidiendo la expresión cultural, ahogando a Palestina día a día con el avala de un mundo que ciego, sordo y mudo no planta cara a los crímenes.

El Día de la Tierra es un hito, una fecha que debe difundirse pues, no sólo es un recordatorio para los palestinos que viven en su tierra histórica sujeta a leyes discriminatorias, en territorios ocupados cercados por muros y alambras. En campamentos de refugiados, impedidos de volver.

El Día de la Tierra es un llamado de alerta, un emplazamiento a nuestra conciencia, de tal forma de no callar, elevar nuestras voces en alto, denunciar, exigir el fin de tanto crimen, de tanto actuar perverso, tanta muerte, robos y saqueos. Exigir que esta ideología criminal y sus seguidores terminen en el basurero de la historia. Hoy, más que nunca es necesario denunciar. Pasar de las palabras a la acción.

Fortalecer la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones – BDS – contra la entidad sionista. Hoy, más que nunca es necesario exigir a los organismos internacionales que cumplan su papel y dejen de lado la hipocresía y complicidad con el terrorismo israelí. El Eje de la Resistencia debe mostrar un camino claro de apoyo a la lucha del pueblo palestino. No es posible seguir aceptando que los muertos provengan desde la sociedad palestina y que Israel no sufra las consecuencias de su acción criminal

El Día de la Tierra nos recuerda, que desde el año 1948 a la fecha, Palestina ha tenido que soportar un virus asesino, un patógeno que se ha llevado consigo, decenas de miles de valiosas vidas palestina. El Virus Sión -48 que resulta ser más mortal que todos aquellos virus surgidos en laboratorios o reservorios naturales. El Día de la Tierra nos recuerda, que Palestina sufre una epidemia producto de un virus ponzoñoso, que requiere más que kits de detección, interferón o remdesivir. Necesita el concurso solidario de gobiernos, sociedades, de hombres y mujeres justos, para destruir definitivamente este patógeno sionista, que tanto daño causa a la humanidad.

Exclusivo para www.segundopaso.es

Por Pablo Jofré Leal

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