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Acuerdo Syket-Picot: Las águilas se reparten el botín

SP – El mes de mayo, en general, cuando la referencia cronológica es el siglo XX, es un periodo infausto para Oriente Medio.

Efectivamente en este mes se han dado tres hechos, que han marcado a fuego el devenir de una región sujeta a los apetitos imperiales y hegemónicos de potencias occidentales. Uno, el denominado Acuerdo Syket-Picot firmado el año 1916 entre Francia y Gran Bretaña. El segundo, refiere al nacimiento de la entidad sionista el 14 de mayo del año 1948, tras el fin del mandato británico en la zona, y que marcará el tercer hecho producto de esa creación artificial y que será un proceso trágico para el pueblo palestino: Al Nakba (catástrofe en árabe).

Este último hecho significaría la expulsión de sus tierras, en un número superior a las 800 mil personas, principalmente de la parte oeste y norte de Palestina oeste de Cisjordania por la acción militar de paramilitares, colonos y mercenarios sionistas, que comenzaron así la ocupación y colonización de tierras del pueblo palestino. Acción, que después de 72 años continúa con la misma intensidad y objetivos de exterminio que se trazaron en el plan de dominio de Palestina, conocido como el Plan Dalet (1)

El 16 de mayo de 2020, se conmemoran 104 años desde aquel fatídico Acuerdo y Negociación Secreta entre las Potencias imperiales de Francia e Inglaterra, destinadas a configurar el reparto de la región de Oriente Medio. Acuerdo denominado Sykes-Picot, por el nombre de los actores involucrados en su creación: el Británico Mark Sykes y el Francés Charles George Picot. Un convenio que en resumen significó reparto de tierras ajenas de esas potencias europeas, que representa una acción de despojo que tiene su comienzo formal – pero en el ámbito absolutamente secreto – el día 16 de mayo del año 1916.

En esa fecha y como resultado de meses de encuentros, conversaciones, tratativas y decisiones de reparto territorial, el parlamentario inglés, Mark Sykes y el ex diplomático francés, que ejercía labores de Cónsul General Francés en Beirut, Charles George Picot, dieron curso, mediante la firma de un documento, a la definición de lo que se conocería como esferas de influencia en Oriente Medio entre el imperio británico, Francia, incluyendo a la Rusia zarista. Esto se concretaría, una vez que la Triple Alianza (los llamados imperios centrales) fuera derrotada y el agonizante Imperio otomano (el hombre enfermo de Europa) terminara entregando sus territorios a estas ambiciosas potencias hegemónicas.

Cuando se establecen acuerdos a espaldas de millones de seres humanos y esos intereses políticos, económicos, geoestratégicos son capaces de someter y despojar de sus derechos, tierras y hasta el futuro a ese mundo de Oriente Medio, más temprano que tarde se descubre ese actuar miserable. Así sucedió, pues, a pesar del secreto, el mantener oculto aquel acuerdo de partición y saqueo el 23 de noviembre del año 1917 los diarios rusos Izvestia y Pravda y tres días después el diario británico The Manchester Guardian dieron a conocer los detalles del plan de prorrateo de Francia y Gran Bretaña, fundamentalmente, respecto a los países que ansiaban controlar.

Interesante la denuncia de los diarios rusos ligados a la naciente y victoriosa revolución Bolchevique, que conocedores del plan franco-británico lo denunciaron urbi et orbe. El gobierno soviético llegó aún más lejos, pues Vladimir Lenin, líder de la triunfante revolución declaró nulo el acuerdo firmado por Sykes y Picot en lo correspondiente a las cesiones territoriales, que se le habían prometido a los gobernantes de la derrotada Rusia Zarista.

A la Francia imperial, representada por George Picot se le entregaría las áreas conocidas hoy como Siria, El Líbano, la parte sur de Anatolia, Mosul ubicada en el norte de Irak. En el caso de Gran Bretaña este imperio recibiría el dominio sobre la mayor parte de Mesopotamia, incluyendo Basora y Bagdad…además, se separaron dos grandes territorios delimitados como bloques individuales. Uno, otorgado a Francia y con el nombre “A” que comprendía todo el interior de Siria y la zona central de Irak. El otro, con la letra “B” reservado a la corona inglesa que se extendía por la Transjordania y el norte de Arabia y Palestina. En este último territorio, a partir de la decisión de la Sociedad de las Naciones tendría el mandato sobre Palestina hasta el 14 de mayo del año 1948, en que finaliza el control de Gran Bretaña y se da paso a la instauración de la entidad sionista y con ello el comienzo de la Al Nakba que el día 14 de mayo conmemoró 72 años de ocupación y colonización, que se explica por la correspondencia entre los intereses europeos y el sionismo.

Este Acuerdo Sykes-Picot, une sus pretensiones a lo que será la Declaración Balfour (2) que surge en febrero del año 1917, que fortalecerá, en forma gigantesca, el plan sionista de colonizar Palestina y avanzar en la idea de crear un “hogar nacional judío” que será realidad a costa de los derechos de millones de palestinos, población nativa de este territorio. Sykes-Picot y Balfour representan antecedentes ominosos y que expresan la injerencia europea en la determinación de dar manga ancha al sionismo, que servirá de punta de lanza y defensor de los intereses occidentales en Oriente Medio.

Sykes-Picot fue responsable, además, según lo expresa el filósofo chileno Rodrigo Karmy de lo que denomina “la matriz estatal-nacional del imperialismo previo a la Segunda Guerra Mundial: inauguró el Estado árabe, pero siempre bajo la tutela imperial de sus potencias”. Para Karmy “los Acuerdos de Sykes-Picot “configuraron la cartografía actual del mundo árabe y su actual desplante geopolítico…que se gestan en plena descomposición del imperio Turco-Otomano y en la progresiva penetración regional del imperialismo franco-británico…como se ha visto por varios arabistas, Sykes-Picot consolidó un Estado Árabe edificado desde arriba, que el sociólogo egipcio Nazih Ayubi calificará de hipertrófica, en la medida que careció siempre de legitimidad popular.

Cuando se cumplió un siglo del acuerdo Syket-Picot  participe de varios encuentros donde discutimos sobre este reparto, de la misma manera cuando se cumplieron los 100 años de la declaración Balfour y sobre  el acuerdo franco-británico sostuve “Resulta imposible entender el actual estado de cosas en Oriente Medio, las fuerzas que están en juego, los intereses en pugna  – digitados por dos potencias aliadas en la época: Francia e Inglaterra – sin tener presente el mapa dibujado en los Acuerdos Sykes-Picot. Esto, con apoyo de la diplomacia de la Rusia Zarista, para establecerse en esta vastísima y milenaria región, cuando el “viejo enfermo de Europa” como se le denominaba al agonizante Imperio Otomano se derrumbará. Como así sucedió, en el trasiego de la Primera Guerra Mundial. Un Imperio otomano constituido como una entidad política no sólo multiétnica, sino que también multicultural, que había arraigado su dominio en tres continentes y dominado Oriente Medio por casi 6 siglos y que sería sucedido por el dominio anglo-francés, posteriormente por el estadounidense y hoy, en el siglo XXI por la presencia de una multiplicidad de actores.

Por su parte, en aquellos día hice referencia, igualmente al Historiador Neil Faulkner quien sostiene que “mientras el viejo orden se desmoronaba y las sociedades que lo formaban se hacían pedazos, la región – Oriente Medio – vino a constituirse en lo que los estadistas del imperio suelen llamar un “vacío”, como si su gente se hubiera precipitado en un agujero negro y se propusieron imponer un nuevo orden, controlado por ellos mismos, sirviendo sus intereses, impuesto a base de fuerza, palos, metralletas y gases venenosos. Los poderes imperiales crearon un Oriente Medio, plagado de Estados frágiles, rencillas, pequeñas rivalidades y odios, que han generado guerras consigo mismo durante todo un siglo. Impusieron lo que David Fromkin ha llamado, una “paz para acabar con toda la paz”.

Faulkner nos señala, igualmente que “El Oriente Medio de hoy se concibió en los cónclaves secretos e hipócritas de los estadistas imperiales de hace un siglo: el orden geopolítico impuesto en la región entre los años 1916 y 1921 se mantiene, substancialmente intacto 100 años después. En consecuencia, la región ha estado, y sigue estando, desgarrada por el sectarismo, la violencia, el conflicto inextricable y un sufrimiento humano sin parangón”.

Efectivamente, esos cónclaves, no sólo rediseñaron la región sino que también tuvieron, en esencia, un componente de traición de lo que Henry McMahon había prometido a los árabes, si estos se alzaban contra los turcos y negociado con el jerife de La Meca, Hussein Ibn Ali.

Terminada la guerra, la nueva correlación de fuerzas amplió las ambiciones, principalmente del águila imperial británica. Una Gran Bretaña, que exigió controlar Palestina -. Y de esa forma implementar la Declaración Balfour, prometida a la Federación Sionista, que tenía enorme poder en la City inglesa – La importancia de controlar el petróleo, los yacimientos encontrados en Mosul y la propia retirada de Rusia Zarista de la guerra y el surgimiento de la Revolución Bolchevique, convenció a Londres que era necesario modificar el Acuerdo Sykes-Picot. Pero, no para desmantelar la repartición de territorios, sino para reacomodarlos, contando con la complicidad de la Sociedad de Las Naciones, que estableció cinco mandatos, que dibujaron las áreas de influencia de ambas potencias: Dos mandatos para Francia, la otra águila deseosa de ingerir más territorios: Siria y El Líbano y tres mandatos para Gran Bretaña: Palestina, Transjordania y lo que sería posteriormente Irak: con Mosul, Bagdad y Basora. Los imperios siempre tienen apetitos que van más allá de acuerdos y que termina, tarde o temprano, enfrentándolos.

Pablo Jofré Leal

Exclusivo www.segundopaso.es


1. El Plan Dalet: Este plan fue una cuidadosa elaboración de los dirigentes sionistas tras la resolución N.º 181 de noviembre del año 1947 que recomendó la partición de palestina en un estado judío y uno palestino, que de inmediato generó los apetitos del sionismo, para llevar adelante un plan de exterminio que les permitiera, no sólo quedarse con el 56% de la tierra ajena ofrecida “graciosamente” por la ONU, sino que extender ese dominio a toda palestina. Un Plan Dalet, que paso a paso empezó a llevar adelante las acciones tendientes a lograr la limpieza étnica de Palestina logrando así la expulsión sistemática de los palestinos de su país. Para ello, no dudarían en utilizar todos los medios posibles: terrorismo, amenazas, asesinatos, saqueos en viviendas, destrucción de edificios públicos y aldeas, incendio de bienes tanto de palestinos como de ingleses, bombardeos, terror a toda escala. Todo fue válido, para aquellos que hoy denuncian el terrorismo pero lo practicaron con sus cuerpos paramilitares como la Haganah, Irgún, Lehi (Banda Stern) sin contemplación alguna. Todo era válido para lograr el objetivo principal: la creación de un Estado exclusivamente judío avalado por potencias occidentales con crisis de conciencia y el apoyo, tanto de Gran Bretaña como de Estados Unidos. Las órdenes de Ben Gurion eran claras: “El principal objetivo de la operación es la destrucción de aldeas árabes… y la expulsión de los aldeanos”

2. Declaración Balfour: Declaración de intenciones que refiere, en específico, a una misiva enviada por el Secretario de Relaciones Exteriores británico Arthur James Balfour al Barón Lionel Walter Rothschild, líder de la comunidad judía de Gran Bretaña e Irlanda, el día 2 de noviembre del año 1917, para que el contenido de ella fuera conocida y discutida en el seno de la Federación Sionista. Una manifestación de intenciones, que fundamentó, en forma falsaria, una colonización que sería llevada a cabo por parte de colonos judíos europeos, alentados por la dirigencia sionista. “Estimado Lord Rothschild. Tengo el placer de dirigirle, en nombre del Gobierno de Su Majestad, la siguiente declaración de simpatía hacia las aspiraciones de los judíos sionistas, que ha sido sometida al Gabinete y aprobada por él. El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, quedando bien entendido que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina ni los derechos y el estatuto político de que gocen los judíos en cualquier otro país.  Le quedaré agradecido si pudiera poner esta declaración en conocimiento de la Federación Sionista. Sinceramente suyo, Arthur James Balfour”.

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