Lo RecienteRadio

¿Qué Hace Estados Unidos en Corea?

Segundopaso – Si se efectuara una consulta electoral, plebiscito o referéndum, sobre la presencia de los más de 28500 soldados norteamericanos, desplegados en el ocupado sur de la República de Corea, o incluso en toda la península del país asiático, el destino de las mismas estaría vinculado al regreso a su hogar.

El propio presidente norteamericano, Joe Biden, ha señalado que es imposible retirar a sus soldados, tal como corrobora el asesor de seguridad del mandatario, Jake Sullivan, quien dijo “no hay intensiones de sacar fuerzas”, desde el sur coreano.

 

Han sido los propios medios estadounidenses que han catalogado al estatus de su invasión a Corea como “Guerra Perpetua”. Esto, si consideramos la línea intervencionista mundial desde su independencia el 4 de julio de 1776, fecha desde la cual ha sostenido operaciones abiertas o encubiertas para intervenir en los procesos políticos y sociales de otros países, los que acumulan cientos de actividades ilícitas, golpes de Estado, magnicidios, operaciones terroristas y guerras sucias contra el resto del mundo. En efecto, Simón Bolívar, prócer de las independencias en América Latina, manifestó «Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad», en clara alusión de lo que ya estaba haciendo, desde esa época, la nación norteamericana.

 

De forma errónea, muchas personas se dejan llevar por el logo “democrático” de los militantes del Partido Demócrata norteamericano, los que supuestamente estarían en las antípodas de los republicanos. Muy por el contrario, y en consonancia con la política exterior estadounidense, Bernie Sanders y Alexandria Ocasio, entre otros personeros de ese partido, solo piden recortes en el billonario presupuesto para mantener sus tropas, desde donde elementos ultraderechistas como el general surcoreano en retiro, Chun In-bum, es acérrimo partidario de esa permanencia al expresar que “Corea del Sur se beneficia de esa presencia”, la cual tiene un costo que superó los 911 millones 886 mil dólares para 2019, según el ministerio de Asuntos Exteriores surcoreano, a objeto de que la ocupación militar se prolongue, ininterrumpida desde 1950.

 

Es muy claro que la declaración del fin de la guerra en la península coreana todavía se encuentra al pendiente, y no hay atisbos de que ello se produzca, mientras las tropas norteamericanas permanezcan en Sur Corea, lo que, idealmente, terminaría con el estatus actual de cese del fuego, entregando, eventualmente, una paz eventual para Corea, la que podría seguir un camino unificado e independiente de injerencias como la que actualmente ejerce Estados Unidos, que además, ha instalado un muro divisorio en el corazón del país.

 

Bajo esta coyuntura no existe posibilidad de que la paz se concrete en el país, por un asunto exclusivamente externo y ajeno a los intereses de los coreanos; un resabio de la Guerra Fría que se resiste a abandonar este territorio en base a los intereses económicos y de las corporaciones que operan en el sur coreano, ligadas en lo político a su dependencia al poder fáctico de Estados Unidos, ya que no se puede esgrimir la existencia de la Unión Soviética o de tropas extranjeras en la República Popular Democrática de Corea.

 

Esta preocupante realidad, por la latencia de los ejercicios militares continuos entre Estados Unidos y el régimen surcoreano, escala el conflicto a las necesidades defensivas de Pyongyang, para mantener a raya a los extranjeros y sus incondicionales, llevando a que el poderío misilístico autóctono norcoreano sea cada vez más potente y numeroso.

 

Otros esfuerzos al interior de la propia Organización de Naciones Unidas, ONU, y su 76ª Asamblea General, no han dado frutos para lograr la paz. Pese a esta actualidad, no se debe olvidar el rol de la ONU, cuando en su mandato directo junto a Estados Unidos, bombardearon y arrasaron el territorio coreano durante tres años en el marco de la Doctrina Truman, que buscó imponer el estilo y modo de vida norteamericano en los cuatro rincones de La Tierra, esgrimiendo una supuesta amenaza comunista, que hoy forma parte de los museos de las conspiraciones.

 

Las deliberaciones en esa edición de la asamblea de la ONU no llegaron a ningún puerto, por el contrario, una vez más fue una instancia de simbolismo, fotografías para personeros en campaña y la prolongación para la permanencia de las tropas estadounidenses, las que, por cierto, son financiadas por la endeudada sociedad surcoreana, la que a partir de sus aprietos económicos, figura como una de las más agobiadas en materia de finanzas personales, cuya temática, durante octubre de 2021, salió a relucir en la serie televisiva “El Juego del Calamar”, donde los jugadores deben matarse entre sí, para quedarse con un cuantioso botín.

 

El ministerio de Economía surcoreano cifra su deuda nacional en 621 mil 74 millones de euros, la cual, incluso, ascendió durante 2018, de 36 mil 271 millones de euros, a 584 millones 803 mil euros, escalando a las naciones con más deuda exterior, a nivel global.

 

El costo de la mantención de las tropas norteamericanas podría haber sido superior, si el ideal del expresidente Donald Trump se hubiese impuesto, incrementando la existente bancarrota surcoreana.

 

Pero, la osadía norteamericana siempre rompe récords, dado que la presencia de sus militares no se queda tan solo en la ocupada sur Corea. Taiwán, territorio rebelde perteneciente a la República Popular China, también es blanco de la presencia militar de la actual administración de Joe Biden, quien sigue los pasos, pero con otros colores, de su antecesor Donald Trump.

 

La misma presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, en sus declaraciones a un medio norteamericano, acreditó la existencia de los estadounidense en su territorio, quienes entrenan a los taiwaneses, lo que desde luego, desató las críticas desde Beiying, que las ha calificado de provocación.

 

 

 

Sin duda que las tropas norteamericanas en Taiwán pueden entregar asistencia a las propias, pero en territorio surcoreano, extendiéndose una telaraña por amplias zonas de Asia Oriental, poniendo en peligro a otros países en caso de conflicto, fabricando una amenaza agravada, un polvorín gracias a los intereses corporativos estadounidenses.

Mientras, avanza y se extiende la amenaza norteamericana. Los pueblos van a reaccionar protegiendo su propia independencia, soberanía y su derecho a la autodeterminación, sin injerencias foráneas, como lo que pretende mermar el régimen de Joe Biden contra Corea, exportando militares por diversas partes del mundo, como la base que mantiene en el Fuerte Aguayo, comuna de Concon, región de Valparaíso, en la zona centro-norte de Chile, que tuvo una inversión inicial, cercana a los 466 mil dólares.

 

Estados Unidos no cesa en sus empeños de perpetrar eventuales ataques contra la República Popular Democrática de Corea, al grado que realizó disparos de prueba durante los meses de febrero y agosto de 2021, con blanco simulado hacia Corea popular con el misil balístico intercontinental “Minit man-3”, desde la base aérea Bundenberg, Estado de California, lo que tuvo el beneplácito de los medios corporativos, que no señalaron que la paz mundial estaba en peligro, como sí rasgan vestiduras cuando es Corea del norte que optimiza su derecho a la defensa.

Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Back to top button