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Proyecto Constituyente en Perú ha puesto los pelos de punta a los poderes fácticos

AUTORA: JÉSSICA PERNÍA. ILUSTRACIÓN: ETTEN CARVALLO

Segundo Paso para Nuestra América.- Tras enfrentar una arremetida parlamentaria, la fragmentación de las fuerzas internas a su gobierno y la izquierda política, el distanciamiento con su partido impulsor “Perú Libre”, la crisis económica y las protestas sociales, el reciente lanzamiento del Proyecto de Ley de referéndum por una nueva Constitución, pone al Presidente Pedro Castillo en una posición de ofensiva política que ha recuperado las expectativas de sus seguidores, y ha puesto los pelos de punta a los poderes fácticos tradicionales. Para entender el contexto y comprender el porvenir peruano, entrevistamos al educador y militante de la organización política “la Junta”, José Carlos Llerena, quien también forma parte de la coordinación política de la Plataforma Continental Alba Movimientos.

Jessica Pernía por Segundo Paso para Nuestra América: En 2016 Pedro Pablo Kucynski fue elegido presidente del Perú, pero se vio forzado a renunciar en marzo de 2018 en medio de fuertes cuestionamientos. Le sucedió Martín Viscarrá que fue destituido por incapacidad moral cuando el congreso le aplicó la vacancia presidencial. Manuel Merino le suplanta pero tras fuertes protestas renuncia al cargo 5 días después. Asume Francisco Sagasti quien es reemplazado tras elecciones, por Pedro Castillo en julio de 2021, a quien además de obligar a conformar ya cuatro gabinetes de gobierno en menos de un año, le han querido aplicar 2 procesos de vacancia, sin éxito. ¿Qué pasa en la política peruana? ¿Se puede hablar de una especie de “hipercongresismo” o de una crisis político institucional?

José Carlos Llerena, por la Organización política “La Junta”: Categóricamente lo que se puede afirmar, es que no se trata de un híper progresismo, y que lo que se vive en el Perú es una convergencia de crisis no sólo en lo político, sino en lo económico, lo social o cultural, lo ambiental, que está muy relacionada con la crisis estructural que viene padeciendo el modo de acumulación capitalista, pero que en el Perú de hecho, se ha venido agudizando y ha venido cobrando mayor dimensión en términos de percepción, en lo referido a la crisis política.

Es por esto que es importante ubicar tres claves de análisis relevantes para leer la coyuntura peruana desde una perspectiva de lucha de clases, que es la perspectiva que al fin y al cabo la izquierda pelea para que pueblo peruano no tenga hambre, para que tenga vivienda, para que tenga trabajo digno, y esto es lo que nos debe interesar para no distraernos en anécdotas momentáneas y propias de un sensacionalismo político 2.0, sino quedarnos justamente en un análisis que nos permita conocer quién está manejando el timón de este vehículo, que es un proyecto fallido de República, como lo es el Perú a 200 años de su Bicentenario.

Entonces, estas tres claves de análisis son: La crisis, que es un poco lo que ya mencioné anteriormente, el Perú se encuentra en un contexto de crisis, al igual que muchos países del sur global, a partir de la de la crisis propia del capitalismo, que una crisis multidimensional. La segunda categoría es el golpe, que es una respuesta a esa crisis; los grupos oligárquicos, las familias oligárquicas que dominan el Perú desde hace más de 200 años, saben bien, incluso mejor que la izquierda a veces, que esta crisis no da espacio para una reconciliación de intereses entre el pueblo y los dominantes; inclusive, entre distintas facciones de los grupos oligárquicos, por ejemplo, quienes están más vinculados al capital industrial o quienes están más vinculados al capital financiero internacional, y por eso tienen también sus tensiones, pero en lo concreto son conscientes que esta crisis estructural nos plantea una contradicción irresoluble, una contradicción antagónica: o son ellos o somos nosotros. Entonces, en ese sentido, dado que mediante las vías democráticas de una democracia liberal representativa, fallida, que es parte de esta crisis política, no han podido mantener la dirección del poder como lo han venido teniendo durante más de 200 años, con un intervalo de interrupción durante el gobierno revolucionario, las Fuerzas Armadas de Velasco Alvarado, han apelado sin duda alguna y sin pensarlo dos veces, a la alternativa golpista. Desde días antes de la elección de segunda vuelta en el 2021.

En fin, esa alternativa se ha ido profundizando, ha ido encontrando espacio dentro de las Fuerzas Armadas, en el mismo Congreso de la República, en los espacios de poder que les quedan, el Poder Judicial, la policía misma -algo muy vinculado por ejemplo al caso boliviano o muy recientemente en el caso argentino. El golpe es su alternativa, es la estrategia de los poderes fácticos, serviles al imperialismo norteamericano y al capital transnacional para hacer frente a esta crisis estructural.

Entonces tenemos crisis, tenemos golpe, y tenemos la tercera clave de análisis que sería la conflictividad social. La conflictividad social también es una respuesta ante la crisis. La crisis económica y la crisis social genera conflictividad social, y no nace a partir del gobierno de Pedro Castillo, es una conflictividad social que viene de hace mucho tiempo, es una conflictividad social que principalmente responde al proyecto neoliberal fallido e impuesto a sangre y fuego acá hace más de 30 años por la dictadura fujimorista, y que confió en la propuesta de Pedro Castillo para darle una salida.

Entonces, son estas las tres claves que ayudan a comprender la coyuntura peruana, en lo que vemos diariamente en las distintas reacciones de lo que vendría a ser la realpolitik en el Perú, y de cómo se relacionan estas tres variables, que también es fundamental para comprender la coyuntura que viene viviendo el Perú hoy por hoy.

Diversos medios y analistas reseñan un crecimiento en los niveles de impopularidad del Presidente Castillo dentro de las filas de izquierda, que conformaron su base para el lanzamiento presidencial. El alejamiento del que fue su partido impulsor, Perú Libre, la conformación de los gabinetes que excluye a voceros de la izquierda y privilegia entre tanto a personajes reformistas o de concertación que han denominado de la “izquierda caviar”, el distanciamiento entre las promesas electorales y las políticas ejecutadas hasta ahora, parecen estar cambiando el panorama de apoyo social y popularidad presidencial ¿De qué se trata esta situación de aparente inestabilidad programática y gubernamental? ¿Cómo queda la izquierda peruana dentro del gobierno de Castillo?   

La situación tiene mucho que ver con la cuestión del golpe y la crisis política. Pero es importante aclarar dos cuestiones previas, la primera es que la candidatura de Pedro Castillo en Perú Libre responde a que la candidatura principal era la del doctor Vladimir Cerrón, presidente del partido Perú Libre, fue proscrita mediante un esquema del lawfare, es decir, al igual que otros casos que hemos visto como el de Lula, el de Cristina Fernández y otros más, mediante el sistema judicial se le impidió participar en las elecciones, y es ahí donde Vladimir Cerrón le propone a Pedro Castillo que el que sea el candidato a la presidencia. Pedro Castillo en ese momento era candidato parlamentario, no tenía experiencia orgánica militante en el partido Perú Libre, un partido reconocido con ideología socialista mariateguista, y Pedro Castillo viene a ser un líder cuyo componente popular quizás es lo que está más vinculado a lo que vendría a ser una izquierda. Sin embargo, tiene características que considero fueron fundamentales para que él ganase, como la ser un sujeto popular que interpela al pueblo más pobre y olvidado de nuestro país, una persona con una noción de justicia social muy pronunciada, y también con ciertos discursos de soberanía, pero al fin y al cabo, la experiencia de Pedro Castillo en política tiene que ver más en el plano sindical y creo que es esa, digamos, su exclusiva formación sindical, la que ha permitido evidenciar y observar los procedimientos bajo su gobierno últimamente.

Ante este segundo punto, es también evidente que las intenciones golpistas de los grupos oligárquicos no han dejado gobernar Pedro Castillo, quien ha tenido que apelar a su a su acervo sindical y en torno a esas lógicas sindicales ha tratado, está tratando, de resolver esta crisis. El problema es que las lógicas sindicales no ayudan a resolver una crisis estructural. En las lógicas sindicales se acostumbra a ofrecerle un poquito al A, un poquito al B, un poquito al C y todos estamos parecen contentos, pero en un contexto como el peruano esta lógica no funciona, se agota y puede generar incluso más problemas. Entonces, ese contexto en que la que hay una derecha golpista que asedia a Pedro Castillo y un Pedro Castillo, producto también de la crisis política que vive el Perú y la izquierda en sí misma, ha decantado en que hoy por hoy la principal estrategia de Pedro Castillo es conseguir básicamente que no lo que no lo saquen del gobierno mediante el Congreso, como ya lo hicieron con otros presidentes.

Y ¿cómo queda la izquierda peruana? Bueno, hay una diversidad de izquierdas en el Perú, lo importante es ver cómo queda el proyecto de izquierda por el que se votó a Pedro Castillo. Y si nos fijamos en la composición del gabinete ministerial, claramente vemos un distanciamiento de esa propuesta. Sin embargo, y eso es lo interesante de la política, es que a pesar de todo, con ese gabinete, la crisis y la conflictividad social anteriormente mencionadas han menguado. Una muestra es ver que un ministro, representante de los intereses oligárquicos dentro del Ministerio de Economía y Finanzas, no tenga más remedio que incrementar el salario mínimo, que era una medida que venía siendo postergada desde hace muchos años en el Perú, entonces creo que más que quedarnos con nombres y afiliaciones dentro del gobierno, lo importante es no perder de perspectiva que tan cerca o que tan lejos estamos de lograr el proyecto político por el cual se apostó por Pedro Castillo. Efectivamente, hoy hay distintas izquierdas, una izquierda más popular, una izquierda más progresista, pero independientemente de eso, lo importante es donde se posicionan los intereses del pueblo peruano.

La aplicación de un modelo de gobierno político y económico conservador y excluyente nacido de la Constitución de 1993, que necesita de tiempo, estrategia y determinación para ser transformado, sostiene aún grandes problemas como la inflación, la inestabilidad en los costos energéticos, el incremento en los índices de pobreza -sobre todo tras la pandemia mundial-, y a pesar del modelo de estabilidad sostenida que ha tenido Perú frente a otras economías en América Latina. Pero ¿Cuál fue el detonante de las recientes protestas sociales contra el gobierno de Perú?

Esta tercera pregunta tiene que ver con la clave de conflictividad social y con la clave de crisis, pero también con la clave de golpe. Esta pregunta, justamente, ayuda a evidenciar y comprobar cómo estas tres claves se pueden relacionar en un momento específico.

Efectivamente, las protestas recientes tienen que ver con esta crisis social y económica que se ha agudizado para un país periférico, dependiente y primario exportador como el Perú, a partir del conflicto entre Rusia y Ucrania, específicamente, en la subida de los precios de los combustibles derivados y en los fertilizantes, teniendo en cuenta que el Perú es un país con mucha actividad agraria. En este sentido, las protestas sociales son totalmente legítimas, lo cual no impide negar la existencia de unos intereses golpistas en marcha que han encontrado ciertos puntos de alineamiento de intereses, logrando entrar dentro de este contexto de conflictividad social y dirigirlo.

Me refiero aquí específicamente a las manifestaciones en Lima, que fueron unas manifestaciones que se treparon al calor de la protesta social a nivel nacional, pero que tenían una caracterización golpista. Por un lado tienes una movilización discreta, pero tampoco marginal, de una clase media acomodada en sus autos, gente blanca llevando las camisetas nacionales de fútbol como en el caso brasilero, y por otro lado tienes a sectores populares contratados, lo que se le denomina lumpen proletariado, dirigidos a generar caos, zozobra, violencia, para exacerbar esas condiciones, como lo hemos visto en Venezuela, a partir de las de las guarimbas.

Posteriormente, los poderes fácticos han tratado de infiltrarse en las distintas manifestaciones, como en el sector agroexportador, mediante facciones sindicales alineadas al aprismo. Entonces, esta conflictividad social nace o cobra un punto de agitación importante a partir de las condiciones materiales reales y concretas, a partir también de una falta de liderazgo de parte del gobierno para hacer frente a estas situaciones, pero no se alinea con los intereses golpistas que intentaron treparse y apropiarse de esa conflictividad social, y felizmente se logró neutralizar rápidamente.

Pero estamos seguros que al igual que en los otros casos vividos en el continente, esto no va a parar, va a continuar. Lo positivo, es que el gobierno de Pedro Castillo tuvo salidas sensatas, dialogantes, que de alguna manera lo vuelven a poner en contacto con el pueblo que lo votó, por ejemplo, instalando las mesas de diálogo o sesionando el Consejo de Ministros en las distintas provincias que solicitaban su presencia. A pesar de toda la arremetida golpista en las calles, en los medios de comunicación y en la Iglesia, se logró una especie de reconexión.

Tras enfrentar la ofensiva parlamentaria, la fragmentación de las fuerzas internas a su gobierno, la crisis económica, las protestas, ¿Cómo enmendará la situación el reciente proyecto de ley de referéndum por una nueva Constitución promovido por el Presidente Castillo?

Empecemos por decir que en este caso, se rompe lo que García Linera denomina el empate catastrófico, que es la que es la característica del triunfo Pedro Castillo, que llega al gobierno pero no toma necesariamente el poder, razón por la que existe esa tensión fuerte con los poderes fácticos que continúan hasta el día de hoy, y parte del hito de conflictividad social que la derecha supo aprovechar demostrando que aún podían dar golpes, y golpes fuertes, no como no los venían dando anteriormente en los que trataban de convocar movilizaciones para lograr la vacancia contra las dictaduras o presidentes, con todas esas consignas, artistas, etc. financiados por el imperialismo norteamericano. Y es en este contexto del golpe fuerte que Pedro Castillo acertadamente considera poner un tema en debate que podía o volvía a agudizar las contradicciones, como sucedió durante la campaña presidencial: la presentación del proyecto de ley para la constituyente, para que en las próximas elecciones regionales y municipales de octubre se agregue una cédula y se le consulte al pueblo peruano si quiere o no iniciar un proceso constituyente, si quiere o no modificar la constitución.

Y aunque parece una salida pragmática, es muy acertada para lidiar con la crisis, y una oportunidad hacia la izquierda para organizar, para movilizar y para generar disputa ideológica y disputa de ideas, de batalla de ideas. Porque del otro lado, del lado de los ricos, están temblando y están tratando de agudizar al máximo las posibilidades de vacarlo a Pedro Castillo. Inclusive a la par de esta propuesta ya en el Congreso están fabricando una norma que acorte el mandato de Pedro Castillo.

Es decir, este simple llamado a consultar el interés popular por un proceso constituyente ha puesto los pelos de punta a los poderes fácticos, a los ricos del Perú, a los ricos serviles al imperialismo norteamericano y capital transnacional, porque saben también que abrir ese proceso es una oxigenación para la lucha de clases en nuestro país. Y es una oportunidad, más bien una oportunidad estratégica para viabilizar y concretar muchas de las expectativas planteadas dentro del proyecto político con el que se impulsó como Presidente del Perú a Pedro Castillo.

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