EconomíaPolítica

Redistribución de la Riqueza y Equidad

Una Forma del Como Vivir Bién

Segundopaso – La equidad debe ser un principio rector de la economía. “La equidad de la economía acude, en primer lugar, a la distribución estructural; en segundo lugar, a la distribución del ingreso primario, derivado de lo primero; y por último, al proceso de redistribución” (Serrano, 2012, pág. 16). La distribución estructural se refiere a la de los medios de producción, los cuales varían de acuerdo al grado de especialización de la economía. Los medios intervienen en el proceso de producción para generar bienes y servicios, así como un excedente económico que formará parte de los ingresos para el trabajador y para el propietario del capital.

La riqueza no es otra cosa que el ingreso plasmado y consolidado en determinados bienes materiales. La finalidad central de la redistribución es modificar las relaciones de propiedad existentes. Transferir la propiedad de unas manos a otras. Modificar la tenencia de los bienes. En suma: corregir los defectos sociales de la injusta distribución. Después de producido el ingreso, quien lo ha recibido reintegra parte de él al Estado para que lo vuelva a repartir – lo redistribuya – a través de obras, prestaciones, servicios públicos, rentas y asignaciones monetarias. Las políticas tributarias y de seguridad social sirven para eso.

En el curso normal de los acontecimientos políticos esa redistribución se hace principalmente por medios tributarios y de seguridad social, pero en los procesos políticos de cambio estructural – sean reformistas o revolucionarios – ella se habilita por las medidas modificatorias de la estructura económica y social, que dependen de las diferentes posiciones ideológicas que provocan ciertos cambios y que se mantienen en continuo debate.

La redistribución puede comprender la riqueza y el ingreso. La reforma agraria, la reforma urbana y, en general, todos los sistemas de transferencia de la propiedad o de los instrumentos de producción, tierras, minas, fábricas, almacenes, infraestructura de servicios y otros, que son en diversa medida mecanismos de redistribución del ingreso y de la riqueza puesto que transfieren el dominio de unas manos a otras, cambian las relaciones de propiedad y modifican la tenencia de los bienes. Por eso todo proceso revolucionario tiene, en lo económico, carácter redistributivo.

¿Cómo entonces es que se desarrolló la Civilización Andina, que alcanzó notables niveles de organización política y económica sin emplear la escritura, la moneda ni la economía de mercado?

En el caso latinoamericano es importante dar una mirada hacia los orígenes de la cultura aborigen, donde sencillamente se empleaban otros sistemas. Evidentemente, la escritura como la moneda y el mercado son instrumentos fundamentales y los mejor logrados que se conoce para el registro del habla, la evaluación de las cosas y la mecánica del intercambio; pero no son los únicos medios para alcanzar la civilización, como es evidente. Se desarrollaron otros sistemas – siempre subestimados por los prejuicios etnocéntricos – tan funcionales para otras culturas como cualesquiera de los que se emplearon en el viejo mundo.

A raíz de las descripciones de los cronistas del siglo XVI, se pensó que los logros económicos de los incas fueron resultado de una distribución equitativa de los recursos y una abundante producción agraria y ganaderaSe habría logrado así la erradicación de la pobreza y la hambruna. Sin embargo, sabemos que la economía inca solo puede ser entendida en el marco de las relaciones de parentesco, que vinculaban a los miembros de una familia extensa a través de obligaciones ritualmente establecidas. La economía inca estuvo basada en un sistema de múltiples reciprocidades. Este permitió un intercambio sustentado en las prestaciones de trabajo que se organizaba mediante relaciones de parentesco.

En el Tahuantinsuyo no existieron la moneda, el mercado, el comercio ni el tributo, como los conocemos actualmente. Así, la riqueza y la pobreza dependían de la mano de obra al alcance de una comunidad y no de la cantidad de bienes que acumulaba un individuo. En termino andinos, una persona pobre o huaccha – que en lengua quechua significa “huérfano” – era aquella que no tenía parientes. Observemos a continuación ciertos mecanismos de organización indígena que todavía se practicar y podrían impulsarse y adaptarse a la realidad de ciertas comunidades actuales.

 

Reciprocidad y redistribución en la economía inca

Por reciprocidad se entiende que los miembros de un grupo de parentesco o comunidad se apoyan mutuamente en los trabajos de la tierra, la construcción, el techado de las casas o en las obras de bien común. Esta fue una práctica extendida en los Andes. En el Tahuantinsuyo, a través del matrimonio, el inca generó lazos de reciprocidad con los curacas o señores étnicos andinos, bien casándose con las hijas o hermanas de estos o casando a sus parientes con los curacas.

De esta manera, el Inca aseguraba la mano de obra (reciprocidad) que generaba excedentes en la producción, que más tarde regresaban a los grupos vinculados al imperio en forma de “regalos” (redistribución). Así, se aseguraba a la población la satisfacción de sus necesidades y la protección de las autoridades.

La reciprocidad y la redistribución se desarrollaron en los Andes a través de sistemas de trabajo como la minka, el ayni y la mita.

Mita. –  Es el trabajo por turnos que se realizaba por un periodo. Era convocado por el Inca con el fin de realizar determinadas obras. Los mitanis salían de sus comunidades de origen y eran trasladados a otras zonas para cumplir con los trabajos solicitados, los que generalmente estaban relacionados con la producción de bienes redistribuibles.

Minka. – Era una prestación de trabajo destinada a satisfacer una necesidad comunal. Por ejemplo, la construcción de un depósito o un puente en las que participaban todos los miembros de la comunidad.

Ayni. – Fueron las prestaciones que todo miembro del grupo podía solicitar a los demás y que más adelante devolvería. Normalmente se asociaron al cultivo de la tierra, el cuidado del ganado y el techado de las casas.

La agricultura fue la principal actividad económica incaica, que se intensificó gracias a la aplicación y mejora de la tecnología heredada de las culturas preincas. Una de las expresiones más impresionantes fue la construcción de andenes que permitieron ampliar el área agrícola. Por otro lado, la expansión del Imperio del Tahuantinsuyo les permitió contar con recursos muy variados; los principales cultivos fueron el maíz y la papa. Los incas tenían un concepto de propiedad muy distinto del occidental, basado en relaciones sociales de parentesco, así como de activa participación social que compromete a la comunidad en un ideario de bienestar y equidad.

La riqueza no es otra cosa que el ingreso plasmado y consolidado en determinados bienes materiales. La finalidad central de la redistribución es modificar las relaciones de propiedad existentes. Transferir la propiedad de unas manos a otras. Modificar la tenencia de los bienes. En suma: corregir los defectos sociales de la injusta distribución. Después de producido el ingreso, quien lo ha recibido reintegra parte de él al Estado para que lo vuelva a repartir – lo redistribuya – a través de obras, prestaciones, servicios públicos, rentas y asignaciones monetarias. Las políticas tributarias y de seguridad social sirven para eso.

En el curso normal de los acontecimientos políticos esa redistribución se hace principalmente por medios tributarios y de seguridad social, pero en los procesos políticos de cambio estructural – sean reformistas o revolucionarios – ella se habilita por las medidas modificatorias de la estructura económica y social, que dependen de las diferentes posiciones ideológicas que provocan ciertos cambios y que se mantienen en continuo debate.

La redistribución puede comprender la riqueza y el ingreso. La reforma agraria, la reforma urbana y, en general, todos los sistemas de transferencia de la propiedad o de los instrumentos de producción, tierras, minas, fábricas, almacenes, infraestructura de servicios y otros, que son en diversa medida mecanismos de redistribución del ingreso y de la riqueza puesto que transfieren el dominio de unas manos a otras, cambian las relaciones de propiedad y modifican la tenencia de los bienes. Por eso todo proceso revolucionario tiene, en lo económico, carácter redistributivo.

¿Cómo entonces es que se desarrolló la Civilización Andina, que alcanzó notables niveles de organización política y económica sin emplear la escritura, la moneda ni la economía de mercado?

En el caso latinoamericano es importante dar una mirada hacia los orígenes de la cultura aborigen, donde sencillamente se empleaban otros sistemas. Evidentemente, la escritura como la moneda y el mercado son instrumentos fundamentales y los mejor logrados que se conoce para el registro del habla, la evaluación de las cosas y la mecánica del intercambio; pero no son los únicos medios para alcanzar la civilización, como es evidente. Se desarrollaron otros sistemas – siempre subestimados por los prejuicios etnocéntricos – tan funcionales para otras culturas como cualesquiera de los que se emplearon en el viejo mundo.

A raíz de las descripciones de los cronistas del siglo XVI, se pensó que los logros económicos de los incas fueron resultado de una distribución equitativa de los recursos y una abundante producción agraria y ganaderaSe habría logrado así la erradicación de la pobreza y la hambruna. Sin embargo, sabemos que la economía inca solo puede ser entendida en el marco de las relaciones de parentesco, que vinculaban a los miembros de una familia extensa a través de obligaciones ritualmente establecidas. La economía inca estuvo basada en un sistema de múltiples reciprocidades. Este permitió un intercambio sustentado en las prestaciones de trabajo que se organizaba mediante relaciones de parentesco.

En el Tahuantinsuyo no existieron la moneda, el mercado, el comercio ni el tributo, como los conocemos actualmente. Así, la riqueza y la pobreza dependían de la mano de obra al alcance de una comunidad y no de la cantidad de bienes que acumulaba un individuo. En termino andinos, una persona pobre o huaccha – que en lengua quechua significa “huérfano” – era aquella que no tenía parientes. Observemos a continuación ciertos mecanismos de organización indígena que todavía se practicar y podrían impulsarse y adaptarse a la realidad de ciertas comunidades actuales.

Reciprocidad y redistribución en la economía inca

Por reciprocidad se entiende que los miembros de un grupo de parentesco o comunidad se apoyan mutuamente en los trabajos de la tierra, la construcción, el techado de las casas o en las obras de bien común. Esta fue una práctica extendida en los Andes. En el Tahuantinsuyo, a través del matrimonio, el inca generó lazos de reciprocidad con los curacas o señores étnicos andinos, bien casándose con las hijas o hermanas de estos o casando a sus parientes con los curacas.

De esta manera, el Inca aseguraba la mano de obra (reciprocidad) que generaba excedentes en la producción, que más tarde regresaban a los grupos vinculados al imperio en forma de “regalos” (redistribución). Así, se aseguraba a la población la satisfacción de sus necesidades y la protección de las autoridades.

La reciprocidad y la redistribución se desarrollaron en los Andes a través de sistemas de trabajo como la minka, el ayni y la mita.

Mita. –  Es el trabajo por turnos que se realizaba por un periodo. Era convocado por el Inca con el fin de realizar determinadas obras. Los mitanis salían de sus comunidades de origen y eran trasladados a otras zonas para cumplir con los trabajos solicitados, los que generalmente estaban relacionados con la producción de bienes redistribuibles.

Minka. – Era una prestación de trabajo destinada a satisfacer una necesidad comunal. Por ejemplo, la construcción de un depósito o un puente en las que participaban todos los miembros de la comunidad.

Ayni. – Fueron las prestaciones que todo miembro del grupo podía solicitar a los demás y que más adelante devolvería. Normalmente se asociaron al cultivo de la tierra, el cuidado del ganado y el techado de las casas.

La agricultura fue la principal actividad económica incaica, que se intensificó gracias a la aplicación y mejora de la tecnología heredada de las culturas preincas. Una de las expresiones más impresionantes fue la construcción de andenes que permitieron ampliar el área agrícola. Por otro lado, la expansión del Imperio del Tahuantinsuyo les permitió contar con recursos muy variados; los principales cultivos fueron el maíz y la papa. Los incas tenían un concepto de propiedad muy distinto del occidental, basado en relaciones sociales de parentesco, así como de activa participación social que compromete a la comunidad en un ideario de bienestar y equidad.

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