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En su ausencia 4 – El mártir Ibrahim Hemmat

Segundopaso – Muhammad Ibrahim Hemmat nació el 2 de abril de 1955 en la ciudad de Isfahán, en Irán.

Creció en un casa pequeña y modesta, en una familia humilde, amable y religiosa. Su padre trabajaba arduamente para la serenidad y comodidad de su familia; porque durante el desarrollo de su vida, había aprendido a resistir ante las adversidades de la pobreza,  se sacrificaba mucho para que sus hijos no sintieran el dolor insoportable de la pobreza en su vida. Su madre también, era una mujer muy creyente y trataba siempre de  familiarizar a los hijos con Dios y la adoración divina desde temprana edad.

A la luz de la educación de sus  padres tan amables y compasivos, Muhammad Ibrahim intentaba aprender la lección de vida de ellos y los amaba con todo su corazón.

Durante los días en que trabajaba en la granja para ayudar a su padre, Muhammad Ibrahim aprendió a trabajar duro y a luchar ante cualquier dificultad que se presente, y este espíritu de lucha permaneció con él durante toda su vida; tanto cuando eligió la profesión honorable de ser maestro, como en el momento de servir al sistema de gobierno. Nunca dejó de luchar contra la opresión y la tiranía, constantemente invitaba a sus alumnos y amigos a luchar contra opresión. Además de esto, ayudaba mucho a la gente pobre en distintas partes de Irán. Enseñaba a los niños y atendía la situación sanitaria y cultural de los marginados. Muhammad Ibrahim realizaba toda clase de trabajos muchas veces  duros, pero todo trabajo lo realizaba por Dios y su satisfacción, su deseo más grande era caer mártir en el camino de Dios.

Él en parte de su testamento escribe lo siguiente: “mi querida madre, sabes que te quiero tanto y sabes lo mucho que tu hijo ama a los mártires y el martirio”. La combinación del espíritu de trabajo arduo, luchar contra tiranía y el deseo de martirio, condujo a que cuando Irán fue invadido por los países extranjeros,   Muhammad Ibrahim entrará en el camino de la defensa de su país y su religión sin ninguna duda. Él peleó heroicamente en dicho camino y consideraba que todo se lo debía a sus padres. En su testamento, así escribe sobre ellos: “Dios los bendiga ya que nunca me impidieron seguir en el camino de Dios. Cuán paciente son ustedes. Bien saben cuánto amaba a los mártires, las palomas que siempre están volando hacia Dios; los modelos y ejemplos que creen que entregar el alma a Dios, es para alcanzar la vida eterna y acercarse a Dios”.

Muhammad Ibrahim Hemmat era un comandante que conocía bien sus propias  habilidades y capacidades. También podía crear fuerza de sus debilidades. Utilizaba los mejores y más apropiados métodos para atraer fuerzas. Actuaba como un gran maestro. Dividía cuidadosamente las tareas entre las fuerzas, tenía supervisión sobre cualquier trabajo, los atendía y colaboraba. Era un comandante perfecto en los asuntos militares. En todo el proceso de identificación, planificación y ejecución de operaciones, tenía presencia activa y destacada. Más allá de poseer habilidad y poder militar, tenía un espíritu suave y cariñoso a Dios y deseaba unirse a su Creador lo antes posible. Como ha mencionado en su testamento: “Tengo ganas y no puedo esperar más. Me siento perdido; me he atrapado en la jaula y quiero salir de ella. Los obstáculos me impiden. Odio el mundo de las apariencias, el engaño del materialismo y todo lo que me aleje de Dios (El alma que ordena el mal, el demonio adentro y no ser puro)”.

Por fin, su pasión por Dios, lo llevó a ser mártir y el 9 de Marzo de 1984, cuando había ido a la línea de combate para traer de vuelta a las tropas, cayó mártir con disparos de cañones. En su testamento, pidió a su familia que no se molestaran por él. “no estaré contento con mi madre, mi esposa y toda mi familia si se inquietan por mí. Me entregue a Dios solo sean pacientes y ante todo valientes”.

NT/ ZHN/ RN

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