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Irán: Recuerdos y Opiniones. Parte I

SegundoPaso ConoSur El propio Iman Jomeini sostuvo respecto a la mujer “la mujer es la maestra de la sociedad. Es del regazo de la mujer que surgen los seres humanos…el origen de todas las felicidades emana del regazo de la mujer…la mujer es el origen de todas las bondades”.

En el desenfreno de los ataques a la República Islámica de Irán, incrementados durante los disturbios que tuvieron como excusa la muerte de la joven Mahsa Amini, en los últimos meses del año 2022, recordé mi viaje a la nación persa hace algunos años.

Previo a la vuelta a mi país pasé unos días en Madrid, donde años atrás había efectuado mis estudios de postgrado. Al encuentro con amigos entrañables, vino el recorrer una ciudad que invita a caminar, recorrerla y conversar con gente de verbo fácil. La cordialidad de sus habitantes daba pie para la conversación. Lo que a poco andar y salir las primeras preguntas, la conversación llevaba irremediablemente hacia Irán y las interrogantes que genera este país. La ocasión precisa para ahondar sobre el tema del cómo se ve a la nación persa desde el exterior y contrastarlo con mi experiencia, una aproximación con todo el respeto que me merece un mundo que parece tan distante, que tiene un proceso revolucionario islámico tan distinto a aquello que conocemos en occidente y por tanto sujeto a la ignorancia que requiere respuestas.

Occidente y su obsesión por la hiyab

Era habitual, que en el caso de las mujeres uno de los primeros comentarios fuera respecto al uso de la Hiyab – el pañuelo – poniéndolo como una muestra de freno al desarrollo, de falta de libertades, una especie de pesada letanía repetitiva “pobres mujeres” se escuchaba desde mi interlocutora. Sin hacer en ello un mínimo análisis histórico ni cultural del por qué su uso y si ello limitaba en algo los derechos políticos, económicos, de acceso a la educación, a ser parte de la vida social iraní. Es sintomática la falencia en el análisis de quedarse en la forma y no en el fondo, la substancia. Pero, no debe extrañar, porque es muestra del triunfo del mensaje de los medios de comunicación, que forman seres humanos embobados, poco críticos y centrados en nimiedades.

La consecuencia lógica de mi opinión solía ser: no eres mujer, no sabes el sentir que tiene este género como si ello fuese un descubrimiento de marca mayor. Claro que no soy mujer, mi opinión nace desde mi condición pero no por ello invalida lo que opinas pues de otro modo no podríamos tener opinión alguna de otras cosas ya sea porque no soy negro y por tanto no podría hablar de la esclavitud, de la represión a las comunidades negras en estados Unidos. No soy Mapuche por tanto no podría solidarizar con la lucha de este pueblo por su cultura y sus anhelos de atodetermianción, tal como el pueblo saharaui o el palestino.

La Hiyab es un elemento de uso femenino, que caracteriza a la mujer musulmana iraní, es un símbolo de resistencia también contra una cultura como la occidental que pretende ser omniabarcante. La Hiyab tiene una referencia histórica indudable, ya que durante la Monarquía Pahlevi se caminó hacia la secularización del país y la entrada en todas sus esferas del colonialismo y el imperialismo. No en balde Irán era el gendarme de Estados Unidos en la zona y su proceso de transculturación – para llegar a su completa aculturación – era quitarle sus signos distintivos, entre ellos la vestimenta. Parte de ese colonialismo cultural fue la prohibición de usar la vestimenta islámica, entre ella la Hiyab, la censura de las actividades religiosas y la escasa participación de la mujer en la vida política, cultural y económica. Fue con esa tendencia terminó la revolución del año 1979, comenzando por parte de occidente una estrategia de descrédito de una sociedad, que comenzó a transitar por un camino propio y que bajo la alianza con Estados unidos jamás hubo referencia la valor de la vida humana en general y la defensa de sus derechos.

Resulta extremadamente complejo mirar en profundidad el tema de la mujer en sociedades como la iraní, con varios miles de años más de vida que gran parte de las sociedades occidentales, sobre todo desde el punto de vista de quienes hemos vivido permanentemente en un contexto de cultura occidental, con toda la carga valórica, comunicacional, política, religiosa y moral que ello conlleva. Visualizar a otras comunidades, distintas, con sus propias particularidades y donde el tema de las mujeres tiene también sus bemoles, sus discusiones y realidades. Es una tarea valiosa, necesaria pero también tremendamente desafiante en el objetivo de entender al otro a partir de sus diferencias. Eso es, indudablemente, de una riqueza incalculable. Mi experiencia en Irán fue enriquecedora. Venir desde el sur del mundo, específicamente desde Latinoamérica y aterrizar en la República Islámica de Irán implica recorrer medio mundo. Cruzar el Atlántico, el Mediterráneo y adentrarse en la cuna de la civilización y asombrarse frente a una cultura milenaria, pero, sobre todo, comprender y reafirmar que la vida tiene más de una mirada. No hay mejor experiencia que la mente abierta y el amor por lo nuevo, sobre todo si ello significa adentrarse en una cultura que remonta sus orígenes a la génesis de la historia de la humanidad. Entre esas experiencias está el zafarse de todo un bagaje de mitos respecto a la visión, el papel y las tareas que cumple la mujer en Irán.

No hay aprendizaje más valioso, que darse cuenta del papel de la mujer iraní en los más diversos ámbitos de la vida pública y salir de esta mirada respecto al uso o no de un pañuelo que cubra sus cabellos, cuando lo que está en juego es la relevancia de su presencia en la marcha del país. La constatación que el poder femenino va más allá de su forma de vestir. Tal comprobación me hizo recordar aquel bello poema del poeta salvadoreño Roque Dalton y parafrasear aquellas palabras donde habla de la mujer como categoría política en las sociedades occidentales capitalistas y que le permite, a partir de ese darse cuenta, dejar de ser mujer en si para convertirse en mujer para si y constituirse como mujer a partir de su humanidad y no a partir de la ropa que vista. Un bello ejemplo de una percepción distinta de la mujer y su rol social. Las hermosas palabras del poeta salvadoreño Roque Dalton expresan magníficamente esta dicotomía discursiva, práctica, respecto al papel que debe tener la mujer en este caso en las sociedades capitalistas, tan propensas a mirar a la mujer como objeto, negándole su condición de sujeto histórico.

Irán es más que un país situado en el cruce entre Oriente Medio y Asia Central, es más que la Revolución que derrocó a una Monarquía de cientos de años, más que una República Islámica que ha desarrollado una política donde los conceptos de soberanía y dignidad se imponen con fuerza. Es un país con una historia milenaria, que pesar de presiones, sanciones y una fuerte campaña política, comunicacional y diplomática de las grandes potencias ha desarrollado, incluso en los momentos más duro de las sanciones, su programa nuclear que tanto temor suele ocasionar en aquellos países que han hegemonizado el poder del planeta.

La nación persa es, ante todo, un país rico, diverso, amable, gentil, con seres humanos de una enorme sensibilidad, con sus manos y mentes abiertas a quien quiera conocerlos, expectantes en este ser parte de la comunidad internacional, pero en plenitud de condiciones. Es un país de contrastes geográficos, de un mundo por descubrir de 80 millones de seres humanos que exigen su lugar preponderante en el mundo, no sólo porque lo merecen, sino porque se lo han ganado a punta de constancia. Un mundo donde el sentido de la estética se vive en cada construcción, donde la sonrisa se regala al calor de la mano que se posa en el corazón y se expresa la palabra salam. Un mundo donde la mujer ocupa su espacio, lo vive y exige.

Irán es la expresión que no se puede hablar de aquello que no se sabe. Irán es la muestra que la realidad de un pueblo hermoso es capaz de derribar los mitos y prejuicios de medios de comunicación y campañas destinadas a ocultar el verdadero carácter del pueblo persa. Irán es expresión de cultura, de riqueza arquitectónica, de paisajes hermosos, pero, sobre todo, de seres humanos, hombres y mujeres que elevan la condición de ser humano a lo más alto, en una consideración de estar ante un pueblo con un corazón enorme, amplio de sonrisa, respetuoso de las diferencias, que enriquecen más que coartar el conocimiento. En ese marco, la participación de la mujer en la vida iraní tiene su propio peso específico. El propio Iman Jomeini sostuvo respecto a la mujer “la mujer es la maestra de la sociedad. Es del regazo de la mujer que surgen los seres humanos…el origen de todas las felicidades emana del regazo de la mujer…la mujer es el origen de todas las bondades”.

En un interesante trabajo de la Licenciada Heba Viera Smith “el rol de la mujer en la Revolución Islámica de Irán” esta profesional señala que comúnmente se cree que la mujer es oprimida en los países islámicos, sobre todo en Irán, en donde los medios de comunicación occidentales muestran a la mujer islámica como la “pobre mujer” presa de su Hiyab y de la opresión masculina… “la participación de la mujer en la revolución ayudó a que occidente visualizara a la mujer iraní defendiendo su dignidad y la libertad de usar su vestimenta. Un 20% de los prisioneros de las cárceles del derrocado Sha eran mujeres marchando a favor de su libertad…el Iman Jomeini elevó tanto la posición de la mujer y su papel en la revolución islámica que en un discurso el Líder de la revolución dijo: fueron las mujeres las que hicieron la revolución”. Esas mujeres, que hoy representan el 65% de los estudiantes universitarios, el 20% de los miembros del parlamento, mujeres que ocupan cargos académicos de alto nivel, un 60% de mujeres que son profesoras, que conducen sus autos, que trabajan a la par de sus colegas hombres, que cuidan del hogar, de sus hijos, que representan el pilar fundamental de la familia iraní.

Con ocasión de la celebración del día de la mujer, el propio Sayed Ali Jamenei sostuvo en su oportunidad que “hoy, el numero en términos absolutos y relativos de investigadoras, profesoras, sabias en distintas ramas, pensadoras, escritoras que reflexionan en las distintas materias. Especialistas, literatas, poetizas y artesanas, cuentitas, artistas, pintoras, son mucho más que en el período monárquico…hoy, nosotros en el sistema de la República Islámica, bajo la vestimenta del Hiyab, el chador, el maqne – tipo de Hiyab iraní – tenemos esa cantidad inmensa de destacadas pensadoras, científicas, trabajadoras, políticas y especialistas en la cultura y las artes”.

Pablo Jofré Leal

Artículo Para SegundoPaso ConoSur

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