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Mujeres Andinas Y Arte En Tiempos De Pandemia

Segundopaso – La vida rural en la región Andina históricamente ha recibido un legado de explotación y marginación debido a las graves secuelas dejadas por la invasión española. Los trabajos del campo han significado una labor difícil, pese a los valiosos conocimientos ancestrales de las culturas indígenas, la falta de tecnologías, créditos para la agricultura, insumos y capacitaciones. Sin embargo, el amor al campo y a la naturaleza esta noble labor sigue de pie proveyendo de forma importante a las ciudades.

En este contexto, la mujer rural junto con su familia ha sobrellevado heroicamente las labores del campo. Pero hay otras importantes actividades que adornan y ponen color a la su vida: el tejido, la pintura, la cerámica y el bordado; estos trabajos artesanales lo hacen en hermandad femenina, en familia o en comunidad y llevan consigo una gran herencia cultural basada en la cosmovisión indígena que ubica al ser humano no solo como protector de la naturaleza sino llevando una relación sagrada y reverencial con ella, la tierra, el agua, los árboles son la vida misma.

Los tejidos son parte de la cotidianidad y pueden acompañarlas durante todo el día, pues que son alternadas con la preparación de alimentos, cuidado de los niños y pastoreo. Sus diseños simétricos y multicolores llevan figuras de animales u otros elementos de la naturaleza, en sus cuadros también representan actividades de su vida diaria. Está actividad ha sido transmitida de madres y abuelas, pero se puede encontrar obras muy creativas con nuevos elementos. Estas hábiles tejedoras también complementan su trabajo con la confección de vestimenta tradicional: anacos, polleras, blusas, zapatillas, chales en infinita variedad y alegres colores.

Con el pasar del tiempo estás actividades ya no fueron únicamente para el uso personal, sino que se han ido convirtiendo en emprendimientos familiares, comunitarias y/o asociaciones, lo que ha permitido conservar su indumentaria típica con mucho orgullo, además de comercializarlos y posicionarlos en el mercado en mejores condiciones, especialmente como distribuidores de souvenirs, trajes y accesorios que encantan a los turistas.

Este año cambió su rutina y han dado un giro a su trabajo debido a la pandemia que ha golpeado también a las comunidades rurales y campesinas. Tenemos un vivo ejemplo que nos llega desde el Perú; el periodista Diego Carranza nos trae esta historia de madre e hija que convirtieron la crisis en oportunidad.

De polleras a tapabocas

“Indígenas de la comunidad Sarhua en Perú crean arte en medio de la pandemia”.

Con el fin de hacer frente a la crisis sanitaria y económica en su localidad, una mujer y su madre se han dedicado a crear máscaras médicas con diseños andinos.

Violeta Quispe Yupari, de 30 años y su madre, Gaudencia Yupari de 54 años, son mujeres indígenas de la comunidad de Sarhua, Ayacucho, Perú. A raíz de la crisis generada por el coronavirus, ellas son parte de uno de los tantos sectores afectados por las medidas de aislamiento decretadas por el Gobierno peruano para evitar la propagación del coronavirus (COVID-19) en ese país.

Antes de que el presidente Martín Vizcarra declarara la emergencia, el 15 de marzo, Violeta se dedicaba a la elaboración de las tradicionales tablas pintadas de Sarhua, declaradas patrimonio cultural y material de la nación en noviembre de 2018, mientras que Gaudencia, una artista autodidacta de ambas técnicas, la pintura y el arte textil, confeccionaba polleras (faldas) bordadas, los coloridos trajes que visten las mujeres indígenas del Perú.

Pero ahora, tras la crisis económica ocasionada por el confinamiento y la falta de elementos de seguridad, la joven y su madre resolvieron adaptarse a la situación, cambiar patrones y confeccionar máscaras médicas con unos increíbles diseños andinos.”

Lo interesante es que está iniciativa, la extendieron a otras hábiles mujeres y las invitaron a asociarse y abastecer las solicitudes de las mascarillas bordadas pues rápidamente creció la demanda. De esta manera cuidan a su comunidad, conservan su cultura y obtienen ingresos para mejorar su economía.

Estas mujeres realizan este trabajo con gran esmero, utilizando tres filtros de tela para dar mayor protección y seguridad, son lavables y pintadas a mano. No solo es la confección de un tapabocas, es la transmisión de valores, pues en cada una de sus obras ponen sus emociones y sentimientos, de manera que han llegado a confeccionar modelos con diversas temáticas y también diseños personalizados con mensajes positivos: cuidado ambiental, no violencia a la mujer, trabajo y empoderamiento.

Maryam Torres

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