En la tabla de la política internacional, las sanciones económicas se han convertido en la herramienta elegida para reaccionar contra los principales desafíos geopolíticos; las usan tanto de modo unilateral, como de manera multilateral.
Según las definiciones comunes, los gobiernos y los organismos multinacionales imponen sanciones económicas para tratar de alterar las decisiones estratégicas de los actores estatales y no estatales que amenazan los intereses de estos o para impedir que estos actores violen las normas internacionales de comportamiento como lo describe el primer grupo.
Los críticos dicen que las sanciones a menudo están mal concebidas y raras veces tienen éxito en cambiar la conducta de un objetivo.
Pero ¿por qué insisten en usar esta herramienta?
Los partidarios de las sanciones sostienen que estas se han vuelto más efectivas en los últimos años y siguen siendo una herramienta esencial para la política exterior. Las sanciones han sido la característica definitoria de la respuesta occidental a varios desafíos geopolíticos, incluidos el programa nuclear de Corea del Norte o el caso de la anexión de Crimea a la Federación de Rusia; asimismo en Estados Unidos se ha expandido el uso de sanciones, aplicándolas y enfrentándolas contra adversarios de varios países del mundo, como es el ejemplo de Cuba o Venezuela.
Definir el termino “sanciones económicas” es fácil: la retirada de las relaciones comerciales y financieras habituales, mediante la aplicación de la política exterior. Estas sanciones pueden ser integrales y prohibir la actividad comercial con respecto a un país entero, como el embargo estadounidense contra Cuba, desde hace mucho tiempo, o pueden ser dirigidas a bloquear transacciones de empresas particulares, grupos o individuos.
Los estados y los organismos internacionales como las Naciones Unidas y la Unión Europea, dicen que a través de imponer sanciones evitan el inicio de las crisis internacionales; estos actores han impuesto sanciones económicas para obligar, disuadir, castigar o avergonzar a las entidades que ponen en peligro sus intereses o violan las normas internacionales de comportamiento según su visión.
Además, ellos mismos confirman que las sanciones han sido utilizadas para avanzar en una serie de objetivos de política exterior; las benefician para establecer la paz y la seguridad en el mundo. Aunque de vez en cuando la posición de los actores cambia, existen algunos ejemplos como las sanciones contra Libia que allanaron el camino de derrocamiento del Gobierno del dictador de este país, Muammar al-Gaddafi.
Las sanciones, aunque son una forma de intervención, generalmente se consideran una medida menor costo y menor riesgo entre la diplomacia y la guerra. Los formuladores de la política pueden considerar las sanciones como una respuesta a las crisis extranjeras en las que el interés nacional es menos que vital o donde la acción militar no es posible.
Los líderes, en ocasiones, emitieron sanciones mientras evaluaban acciones más punitivas. Por ejemplo, el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas impuso sanciones exhaustivas contra Irak, solo cuatro días después de la invasión de Kuwait por Saddam en agosto de 1990. Los miembros de este consejo no podían soportar otra guerra en el Oeste de Asia, ya que durante ocho años (1980-88) habían apoyado otra invasión por Saddam y no podían desestabilizar otra vez, la seguridad del mundo. Este consejo no autorizó el uso de la fuerza militar hasta meses después.
De todos modos es evidente que las sanciones son una herramienta que disuaden aquellos aspectos de las actitudes que provocan preocupación; pero los que tienen esta herramienta son las potencias mundiales y los que están bajo las sanciones son las naciones no tan poderosas; entonces, los que definen a qué países y naciones hay que imponer sanciones, obviamente, son los más poderosos.
