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Pedro Castillo prueba que la izquierda no fue “un breve paréntesis” en América Latina

Entrevista al sociólogo y escritor venezolano Ociel López

Segundo Paso para Nuestra América – En esta entrevista, el sociólogo y escritor venezolano Ociel López analiza el escenario en el que surge la figura de Pedro Castillo, virtual presidente del Perú, el significado de su liderazgo y las implicaciones que tiene su vertiginoso ascenso, tanto para las élites políticas peruanas como para el complejo escenario geopolítico de América Latina.

Pedro Castillo prueba que la izquierda no fue “un breve paréntesis” en América Latina

Entrevista al sociólogo y escritor venezolano Ociel López

Los ojos de América latina y del mundo están posados sobre Perú, donde el inminente ascenso del profesor Pedro Castillo, un humilde dirigente magisterial surgido del Perú rural y profundo, ha desatado lo que llaman “un terremoto político” en la nación inca y mantiene expectante a toda la región.

Cuando el congreso peruano destituyó a Martín Vizcarra en noviembre de 2020, nadie se imaginaba que, siete meses después, un personaje apenas conocido tres años atrás durante la huelga de maestros de 2017 iba a estar tocando la puerta de la Casa de Pizarro con un verdadero río popular a sus espaldas.

El establishment político se ha resentido y contra Castillo se desató una intensa campaña de estigmatización que incluye pedidos directos de impedir su toma de posesión como presidente. Su rival, Keiko Fujimori, acusada por la Fiscalía por corrupción, ha impugnado las elecciones, cuyo resultado da ganador a Castillo por menos de un punto porcentual. El clima es de intensa polarización y en el país se mantienen movilizaciones populares defendiendo la posición de ambos bandos.

Para analizar este complejo escenario entrevistamos al sociólogo y escritor venezolano Ociel López, un experto analista político electoral, quien nos aporta una visión crítica del significado de este interesante fenómeno político cuyo impacto se siente en toda la región.

SPNA: ¿Cómo describes el contexto político y el clima electoral en el que ha salido vencedor Pedro Castillo como próximo presidente de Perú? ¿En qué situación llega Perú a estas elecciones?

O.L.: Perú llega a esta situación económicamente bien, en comparación con muchos otros países de América Latina, un sueldo mínimo muy elevado, de trescientos a cuatrocientos dólares. El modelo peruano del neoliberalismo no ha fracasado en lo económico, como en muchos otros países, como Argentina, por ejemplo. El modelo peruano registró una mejoría considerable en la población peruana, eso no hay que desestimarlo. Pero, en la política, todavía Perú está muy anclado en lo que es el “post-fujimorismo”. El fujimorismo fue una década que terminó hace ya 20 años, sin embrago no hubo una reactivación política post fujimorista, sino que el país vivió a la sombra de esa mejora económica que realmente existía. Entonces se llega con una fatiga política, porque no hubo nuevos liderazgos, no hubo nuevas representaciones políticas, no hubo un reavivamiento del imaginario político, sino que todo quedó a expensas de la economía y de la alta institucionalidad. Sale un presidente tras otro y, sin embargo, parece que ninguno tiene dolientes. No hubo protestas, salvo las de este año, pero en general Perú se mantuvo alejado de la convulsión política del tipo Chile, Colombia, Ecuador o Bolivia. Perú había logrado aislar, digamos, la conflictividad profunda.

También está el tema del COVID-19, que es fundamental para analizar el ascenso de Pedro Castillo, porque Perú es uno de los países más afectados por la pandemia. Durante mucho tiempo ha sido uno de los primeros 10 países en tasa de mortalidad por COVID-19, fue uno de los primeros países donde el virus se disparó con fuerza. Y la cuarentena tuvo un gran impacto económico, por el tipo de economía, una economía urbana, que había hecho que mucha gente se fuera a las ciudades. Hay una clara diferencia en lo que gana la gente en las ciudades y lo que gana la gente en el campo.

Entonces, lo que fue sucediendo con esta propuesta de Pedro Castillo es que muchos sectores se veían alejados de la política, no veían la política como un espacio de discernimiento sobre el país, sobre el cambio social, sino que la política había quedado muy presa del tema institucional. Esto tiene que ver con lo que sucedió con Ollanta Humala, que fue un candidato que sí hizo propuestas de cambios más o menos profundos, pero que luego en el gobierno estos fueron muy tenues. Fue un gobierno muy gris, se pareció al resto de los gobiernos. A pesar de que este era un militar que había liderado una especie de rebelión, y venía con un partido nacionalista, etc., terminó involucrándose con el resto de la clase política y terminó siendo más de lo mismo.

En los últimos diez años ha habido seis o siete presidentes, con los cuatro que hubo estos dos años, y básicamente se puede decir que la política peruana no bajaba a las bases, sino que se quedaba en la cúspide institucional.

Entonces, en ese Perú neoliberal, en el que Lima vive en un amplio ascenso, con clases sociales emergentes, con una mejora económica de muchas capas sociales, con una clase alta cada vez más fortalecida, con las élites monopolizando cada vez más el escenario económico, era muy difícil prever que había un Perú profundo, un Perú que estaba siendo apartado del avance neoliberal, un Perú que no se rendía ante los espejitos del desarrollismo, del progreso neoliberal. Ese Perú es el que resurge ahorita, luego también de un proceso de debilitamiento económico por el tema del COVID-19.

Getty Images

SPNA: La victoria de Pedro Castillo ha sido anunciada como un “terremoto político”. ¿Cuáles son las principales implicaciones de este triunfo?

O.L.: Sí es un terremoto político porque nadie se lo imaginaba. Surge de la nada, de repente, un candidato bastante ignorado, bastante fuera del establecimiento, que lo que trajo fue algo que yo llamo un “populismo simbólico”. Y el populismo simbólico tiene algo interesante, que es económicamente barato, es decir, Pedro Castillo no ofreció villas y castillas a los electores, como sí lo hizo Fujimori, sino que básicamente ofreció un reconocimiento cultural, de lo simbólico. En su campaña fue un gran propulsor de los símbolos del Perú profundo: el sombrero de ala ancha, campesino, el hombre que monta a caballo, el maestro de escuela humilde. No es un gran orador político, no es un tipo que aprovecha cada error del contrincante para afincarse, sino que es más bien el maestro de escuela, dirigente medio del magisterio, que ha sorprendido a todos. Entonces el terremoto político tiene que ver con la sorpresa de que existe un Perú que la gente creía que había sido superado.

SPNA: ¿Qué impacto tiene el triunfo de Pedro Castillo en el contexto regional? ¿Cómo se modifica el mapa político de Suramérica, tomando en cuenta tanto los mecanismos de integración como las alianzas o grupos de hecho que se estructuran?

O.L.: Yo creo que la principal modificación que sufre América Latina con el triunfo en Perú de Pedro Castillo tiene que ver con la dificultad para asumir que ese populismo de izquierda, digamos, la política de sectores “progre”, de avanzada progresista, de unas bases organizadas, etc., es una situación que existe de hecho en América Latina, y que no va a poder ser borrada. Es decir, cuando hubo el auge, a mediados de la década pasada, de la derechización de América Latina, que después de muchos años de izquierda el péndulo corrió hacia una derecha bastante dura, de Macri, de Bolsonaro, de la perpetuación del uribismo, de Piñera en Chile, América Latina quedó en manos de la derecha y parecía que la izquierda lo que había hecho era un breve paréntesis. Entonces lo que viene a hacer Pedro Castillo ahorita es decir “eso no fue un breve paréntesis, hay sectores populares que sí esperan un cambio profundo, todos los sectores no están incluidos, todos no comparten el imaginario anti-izquierdista, hay cosas que son más importantes que el tema de que te llamen terrorista o te llamen comunista”. Entonces, lo que viene a hacer ver es que esta es una situación que va a verse en América Latina quizás durante todo el siglo. No está “superado” este problema con los populismos de izquierda. No lo ha podido hacer América Latina y, por lo que se ve, parece que van a durar mucho. Pierre Rosanvallon dice “el siglo del populismo”, que el siglo XXI es el siglo del populismo. Y yo creo que Pedro Castillo viene más o menos a corroborar esa tesis, que en América Latina se va a seguir viendo el populismo de izquierda, independientemente de los errores que cometa, independientemente del tiempo que dure en el poder, independientemente de que lo quiten o lo saquen, de que lo bloquen, América Latina va a seguir confrontando esta situación durante muchos años más.

Por otro lado, una de las cosas más características es que el “Grupo de Lima”, un grupo que llegó a reunir alrededor de 18 países, prácticamente todo el continente en contra del gobierno de Maduro, ahora pierde su mayor referente, que era el país que le daba nombre al grupo. Entonces uno puede ver que luego de esa derechización tan radical, tan “trumpista”, el péndulo oscila nuevamente hacia la izquierda.

El Grupo de Lima fracasó tanto como fracasó Unasur, como fracasó la CELAC, es decir, los grupos regionales no se institucionalizan, no logran convocar más allá de los limitados períodos presidenciales en que la izquierda o la derecha esté en el poder. Entonces, básicamente lo que hace es ver que América Latina no tiene institucionalidad, como no la tiene ni siquiera para confrontar problemas tan importantes como lo del COVID-19. Es decir, en este problema de la pandemia, la OEA no ayuda en nada, el Grupo de Lima no ayuda en nada, la CELAC no ayuda en nada, Unasur no ayuda en nada. Entonces, lo que resalta es que no hay ninguna institución que logre reunir a los países para tratar de enfrentar de manera común los problemas. Uno pude festejar que ya no exista el Grupo de Lima, pero lo que es “infestejable” es que no haya ningún tipo de unión de países de América Latina, que no haya ningún tipo de institucionalidad legítima y duradera que permita confrontar los problemas de manera conjunta. Entonces, fracasó la izquierda de manera rotunda y fracasó también la derecha de manera rotunda. Eso puede tender más hacia la dispersión, hacia la fragmentación del continente.

SPNA:  En Perú prácticamente ningún presidente ha logrado culminar su mandato en los últimos años. ¿Qué perspectivas tiene Castillo de lograr avanzar en su programa electoral, o al menos avanzar en el desarrollo de la presidencia?

O.L.: Es cierto, Pedro Castillo tendría muy pocas posibilidades políticas de sobrevivir. Pero tiene una fortaleza que no tenían los anteriores, y es que tiene dolientes. Castillo es percibido por los sectores humildes como “su presidente”, llega al poder empujado por sectores populares, y además de eso, hay algo muy interesante que hizo Pedro Castillo, que es que toda una institucionalidad, una organización popular que ha tenido mucho desarrollo y es muy profunda en Perú, pero que se había mantenido fuera de la política, ahora ha entrado en la política. Nos referimos a los ronderos, a las organizaciones magisteriales, incluso los equipos de fútbol, las organizaciones deportivas, grupos de base, pero principalmente los ronderos, que son una organización muy importante en la Perú profunda, en la Perú rural, son organizaciones de defensa del territorio y para impartir justicia local. Bueno, todo eso se ha sumado a la política y si bien parecen muy incipientes en el terreno político, tienen mucho dominio del territorio y mucha influencia sobre la población. Lo que quiero resaltar con esto es que este es un presidente que tiene sus dolientes, y los tiene en un momento en el que Perú podría haberse visto en el espejo de Chile, que era mucho más estable que Perú, y en el de Colombia, que nunca fue tan estable, pero ayuda a ver que, en cualquier momento, con cualquier error institucional, Perú puede convertirse en un Chile: Podríamos hablar de la “chilenización” de Perú, o podría convertirse en una Colombia, que ya podemos hablar de la “chilenización” de Colombia. Es decir, que el gobierno es odiado, que no hay ningún tipo de institucionalidad, que el gobierno no gobierna, porque pierde facultades para gobernar, que el pueblo básicamente lo tiene “en la mira”, que permite el crecimiento de la izquierda, incluso la vuelta del Partido Comunista, una cosa que ni cuando Allende tuvo la fuerza que está viendo ahorita. Entonces, yo creo que eso es un punto favorable a Castillo, por eso yo no despacho de una vez que es una persona que va a durar poco tiempo en el poder y que lo van a apartar. Eso puede pasar, pero lo que no podemos prever son las convulsiones que eso pueda generar. Y yo creo que la institucionalidad peruana también lo va a tomar en cuenta. Acordémonos de Perú y de su tipo de organización social.

Perú era antes de la colonia una sociedad muy jerárquica y los colonizadores, muy inteligentemente, lo que hicieron fue apartar la cúspide, matar al liderazgo indígena y sustituirlo. Entonces no hubo ese grado de sustitución de otros países, como en Chile, por ejemplo, donde los indígenas quedaron totalmente apartados hacia el sur. En Perú las bases indígenas siguieron siendo parte de la sociedad y de las instituciones, pero claro, se les cambió el sentido. Con esto hay que ver que ellos tienen una experiencia en cuanto a los cambios, que no la tiene Chile, por ejemplo, y que no la tiene Colombia. Tienen experiencia histórica en el respeto de los cambios, digamos que son inteligentes para el movimiento social, o para los procesos sociales. Entonces habría que ver cómo va a ocurrir este cambio. Es muy interesante el hecho de que ahí quitan y quitan presidentes sin necesidad de que haya protestas o convulsión. Con esto quiero decir que es una sociedad muy madura para percibir estas situaciones. Vamos a ver cómo ocurre ahora.

 

AFP

SPNA: ¿Y qué pasa con la otra mitad del electorado, que votó por Keiko Fujimori? Fujimori ha resultado perdedora de la elección, pero ha introducido impugnaciones a un grupo de actas electorales buscando invalidar el proceso.

O.L.: Keiko Fujimori lo que busca es, por un lado, entorpecer a Castillo, pero por otro comenzar a hacer la oposición. Recordemos que buena parte del electorado de Keiko no votó por Keiko en la primera vuelta y son abiertamente antifujimoristas. O sea, ella logró aglutinar un voto antifujmorista. En una situación de candidatura, eso puede suceder, pero habrá que ver cómo va a desarrollarse eso ya en la oposición. Entonces Keiko lo que está es marcando la cancha a su favor y de una vez ya erigiéndose como la líder opositora, en caso de que no prospere su impugnación de las elecciones. Y eso es muy importante para ella, que está acusada en Fiscalía con un pedido de 30 años de cárcel. Entonces es mejor ir presa como presidente o como jefe de la oposición que ir como una política corrupta más.

Hay que tomar en cuenta algo, de lo que se ha hablado poco. Y en lo que puede compararse a la Colombia actual con el Perú actual. Ambos vivieron procesos en los 80, y Colombia también en los 90, de movimientos de subversión muy radicales. Sobre todo, el grupo peruano Sendero Luminoso fue un movimiento maoísta muy radical que tuvo mucho efecto político, porque hizo actos realmente bárbaros en términos de terrorismo, y además justificándolo. Justificaban la muerte. No era que decían “no fui yo”. Decían “sí fui yo, porque eres socialdemócrata y hay que matarte”. Fueron miles los muertos que hubo en Perú, más de 20 mil. Entonces, lo que hay en Colombia y en Perú ahorita es un descongelamiento de la política, que estuvo congelada debido a los movimientos insurgentes tan radicales que hubo. Cuando esos movimientos terminan de ser defenestrados, o son derrotados, al pasar los años las bases comienzan a reentusiasmarse con la política, los sectores progresistas, las organizaciones, comienzan a perder el miedo de participar en la política. Comienza a perder efecto lo que llaman en Perú el “terruqueo”, que es acusar de terrorista a cualquiera que critique o a cualquiera que demande alguna cosa o a cualquier protesta. Esto comienza a perder efecto y es lo que permite que sectores populares que no estaban participando en la política comiencen a participar.

Otro punto interesante es que, apenas se supo el resultado, en las redes se activaron mucho a pedirle a las fuerzas armadas que impidieran el triunfo de Pedro Castillo. Y sin que ningún líder lo haya pedido, sin que ningún partido lo haya solicitado, las fuerzas armadas sacaron un comunicado negando cualquier participación en la política, y dejándole el tema de la política a la soberanía popular. Eso es muy importante por lo rápido que surgió ese comunicado, lo que da cuenta de que hay una institucionalidad militar que, al parecer, va a respetar la decisión política de las mayorías y que no parece muy proclive a involucrarse en la política. Eso es otro punto a favor de Pedro Castillo y de la política peruana.

Entrevista realizada por Ángel González

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