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Las ONG y su presencia en América Latina

Segundopaso – Desde hace 20 años, en la región latinoamericana ha proliferado la actuación de asociaciones civiles dedicadas al desarrollo de proyectos de intervención social, promoción de doctrinas de pensamiento e incidencia en la opinión pública. Estas agrupaciones han asumido mayormente la forma de Organizaciones No Gubernamentales (ONG).

Esta denominación tiene su origen en la Carta de las Naciones Unidas, firmada el 25 de junio de 1945, que en su artículo 71 afirma que el Consejo Económico y Social podrá “hacer arreglos adecuados para celebrar consultas con organizaciones no gubernamentales que se ocupen en asuntos de la competencia del Consejo”. Así que, desde el propio origen del término, las ONG llevan marcado su objetivo de intervención en los asuntos públicos, sumándose como un actor adicional a los Estados. Más adelante, la ONU precisaría que las Organizaciones No Gubernamentales, además de ser independientes de los Estados, debían tener un carácter no lucrativo para ser consideradas como tales.

Para entender el surgimiento de este tipo de organizaciones hay que ubicarse en el contexto de su origen. Al final de la llamada segunda guerra mundial, Europa occidental se encontraba devastada y se dio inicio al conocido Plan Marshall para la reconstrucción del continente. Al mismo tiempo, se erigía un tablero geopolítico de polarización entre Estados Unidos y la Unión Soviética como potencias globales. En este marco de se llevaron a cabo distintas iniciativas de ayuda internacional, financiamiento y proyectos de desarrollo en distintos países, y es allí donde la participación de organizaciones distintas a los Estados asumió un rol fundamental: ejecutar planes y programas allá donde, según se afirmaba, “el Estado no puede llegar”. De esta manera, los financistas de los programas de recuperación, principalmente el gobierno estadounidense y otros entes aliados, podían tener incidencia directa en la constitución de lo que en ciencias sociales se acostumbra llamar la “sociedad civil”.

En ese contexto, a inicios de los sesenta, el progreso alcanzado por los países desarrollados, apenas se expresaba en el resto de las naciones que en la práctica empezaban a conformar lo que después se denominó el Tercer Mundo. La preocupación de los países industrializados en ese momento fue doble: inducir el crecimiento económico y formas de desarrollo en otras partes del mundo, abriendo nuevos mercados para sus excedentes y limitar las posibilidades de influencia del campo socialista.

Se conformaron agencias de cooperación internacional, que se encargaban de gestionar y asignar recursos financieros a proyectos en países subdesarrollados. Pero, en lugar de ejercer la cooperación través de convenios entre Estados, se fue promoviendo un tipo de cooperación basada en la búsqueda del “desarrollo” de los países pobres a través de grupos de profesionales organizados, inicialmente voluntarios, que posteriormente devinieron en ONG.

Entonces, es la evasión del Estado lo que ha sido la característica fundamental de este tipo de agrupaciones, lo cual ha tomado distintas formas y manifestaciones en la historia.

El auge de las ONG tiene relación directa con la propagación del neoliberalismo. El sociólogo estadounidense James Petras describe este proceso de la siguiente manera:

“El punto básico de convergencia entre las ONG y el Banco Mundial era su compartida oposición al “estatismo“. En la superficie, las ONG criticaban al Estado desde una perspectiva de “izquierda” que defendía a la sociedad civil, mientras que la derecha hacía lo mismo en nombre del mercado. En realidad, sin embargo, el Banco Mundial, los regímenes neoliberales y las fundaciones occidentales cooptaron y alentaron a las ONG para socavar el Estado nacional de bienestar al suministrar servicios sociales para compensar a las víctimas de las corporaciones multinacionales. En otras palabras, al tiempo que, desde arriba, los regímenes neoliberales devastaban a las comunidades inundando los respectivos países con importaciones baratas, extrayendo el pago de deuda externa, aboliendo la legislación laboral protectora del trabajo y creando una masa creciente de obreros a bajo sueldo y desempleada, las ONG fueron financiadas para proveer proyectos de “auto ayuda”, de “educación popular” y de capacitación laboral para absorber temporalmente a grupos pequeños de pobres, para cooptar líderes locales y para socavar luchas antisistémicas. Las ONG se convirtieron en la “cara comunitaria” del neoliberalismo, íntimamente relacionadas con aquéllos en la cúpula, complementando el trabajo destructivo de éstos con proyectos locales”. (James Petras, “Imperialismo y ONG en América Latina”. Disponible en: https://bit.ly/34vUc8X)

TIPOS DE ONG

El campo de acción de las Organizaciones No Gubernamentales es muy heterogéneo. Se pueden hallar ONG dedicadas a la defensa y promoción de los derechos humanos, otras implicadas en el desarrollo de proyectos de infraestructura, salud, educación, alimentación, investigación, etc. Según el académico británico Peter Willetts, en su artículo “¿Qué es una Organización No Gubernamental?” (disponible en: https://bit.ly/2GsXvFc), una clasificación útil es la siguiente:

Operativas: tienen una actividad orientada a proyectos. Movilizan recursos financieros, materiales y voluntarios para crear programas localizados en un campo. Se ocupan de una amplia gama de asuntos, pero más a menudo se asocian con la prestación de servicios y asistencia social, las cuestiones ambientales, la ayuda en situaciones de emergencia y el bienestar público. Aunque están basadas en comunidades, pueden ser de carácter nacional o internacional.

De campaña: son aquellas que buscan “lograr un cambio a gran escala promovido indirectamente a través de la influencia del sistema político”. Están enfocadas en una perspectiva de derechos y pretenden la difusión de ideas por medio de grupos de presión, trabajo de prensa y eventos activistas.

Operativas y de campaña: muchas veces las ONG combinan ambos tipos de actividades. Las “operativas” utilizarán técnicas de acción ideológica cuando consideran que su campo de acción se ha visto limitado. Al mismo tiempo, las ONG de campaña, como las de derechos humanos por ejemplo, tienen programas de asistencia a las víctimas o beneficiarios de sus actividades normales.

Más allá de esta clasificación, lo cierto es que las ONG cada vez más han asumido un rol más pesado en el debate público, particularmente desde mediados de los años 90, luego de que la caída del bloque soviético consolidara el neoliberalismo como doctrina hegemónica. Así mismo, el desarrollo acelerado de las tecnologías de comunicación ha permitido que estas agrupaciones desarrollen una prolífica labor de propaganda y paulatinamente aumenten la proporción de actividades de tipo ideológico o político en detrimento de los proyectos concretos en comunidades.

De esta manera, las ONG se concentraron en el desarrollo de estrategias que apuntan a incidir en las políticas públicas, mediante distintas formas especializadas de presión en los despachos ministeriales y en las oficinas parlamentarias, monitoreo de políticas públicas y vigilancia social y mediación entre actores públicos y privados, entre otras actividades. Organizan grandes campañas cívicas en una lógica de sensibilización y movilización de la opinión pública, con la intención de ejercer presión política alrededor de temas tan diversos como la democracia, la pobreza, la defensa del medio ambiente y los derechos humanos.

Todo esto se realiza con una clara intencionalidad de desarrollar y ejercer lo que en la propia jerga utilizada por estas organizaciones se llama “advocacy”, o “incidencia política”.

CRÍTICAS

La actuación de las ONG ha sido muy criticada por muchas razones. Pero el argumento más fuerte en su contra es que, en contraposición con su propia definición como actores “independientes”, en la realidad se ha hecho cada vez más evidente que su desempeño está motivado, orientado y controlado por las entidades que se encuentran detrás de su financiamiento.

La hegemonía de determinados organismos, sean multilaterales, regionales (como los dependientes de la Unión Europea) o directamente dependientes de un gobierno del centro global (particularmente Estados Unidos) que canalizan crecientes recursos hacia las ONG supone agendas y condiciones determinadas por ellos, así como su control en los flujos de recursos y finalmente en la actuación concreta de estas organizaciones en los países del Sur. En este proceso, los lineamientos principales son de los donantes y son instrumentales a sus visiones e intereses. Frecuentemente las ONG devienen en contratistas de proyectos cuya concepción ha sido predefinida por las agencias de cooperación.

Así mismo, la supremacía ideológica neoliberal, que domina la cooperación multilateral, ha hecho que la “agenda de la pobreza” se imponga sobre la agenda del desarrollo. Aislada de la desigualdad y la exclusión, la pobreza sustituyó al desarrollo como articuladora de los discursos de la cooperación. El debate alrededor de ella se independizó del indispensable debate sobre el modelo económico, la organización del poder y las estructuras que lo sustentan.

En el caso de América Latina, a partir de la primera década del siglo XXI, cuando se dio el advenimiento de gobiernos progresistas en distintos países de la región, tuvo lugar un crecimiento particular del número de ONG patrocinadas principalmente por la USAID (Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) y la NED (Fundación Nacional para la Democracia), ambos entes pertenecientes al Gobierno de Washington. Estas organizaciones se han caracterizado por desarrollar una fuerte postura política específicamente contra los gobiernos de izquierda, fomentando en muchos casos la desestabilización y el golpe de Estado.

Por esta razón, el expresidente ecuatoriano Rafael Correa, en distintas oportunidades denunció que existía una “invasión” de ONG en la región, y señaló que: “muchas de ellas no son espontáneas, no son organizaciones no gubernamentales sino organizaciones de otros gobiernos, además de poderes fácticos, que quieren poner la agenda política sin responsabilidad política, sin legitimidad democrática, y eso es muy grave para la democracia”.

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