LATAMPolítica

Colombia: escenario político de cara a las presidenciales

AUTORA: JESSICA PERNÍA / ILUSTRACIÓN: ETTEN CARVALLO

Segundo Paso para Nuestra América.- Colombia se enfrentará a otro desafío político durante este año 2022, nada más y nada menos que a las elecciones presidenciales que se realizarán el 29 de mayo, luego de la tendencia político electoral que ya ha asomado la reciente – y aún no concluida – elección del Congreso de la República el pasado 13 de marzo. Elección en la que el Pacto Histórico se ha convertido en tendencia política sumando la mayoría de votos, convirtiéndose en la primera fuerza del Senado y la Segunda fuerza en la Cámara de Representantes y que, sin embargo, no es garantía de poder gobernar a plenitud si Gustavo Petro conquista la Casa de Nariño.

Durante todos estos meses la agenda política colombiana ha estado copada de actividades, jornadas y un sinfín de movimientos políticos y sociales que parecen estar definiendo el porvenir de la nación. Pero ¿Cuál es el escenario en el que todos estos procesos se llevarán o se están llevando a cabo?

Debemos partir del logro alcanzado con el Acuerdo de Paz entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP) durante el año 2016, que transformó el panorama político colombiano, permitiendo -como expresó el Prof. Jerónimo Ríos Sierra- “liberar un escenario” para visibilizar múltiples luchas en múltiples áreas de la Colombia adentro, que estuvieron de algún modo relegadas de las agendas políticas, o estar en el “ostracismo”, que es el término que Ríos Sierra utiliza. Se inicia entonces una apertura democrática en sectores sociales que nunca habían percibido la realidad colombiana como una realidad con múltiples factores de conflicto, precisamente por ese discurso unívoco del gobierno, de que todos los problemas del país eran responsabilidad de las guerrillas.

Abierto el compás, esa Colombia que aguardaba por su momento, inicia una serie de movilizaciones, de demandas, de movimientos, incluso revueltas, llamando la atención sobre el tema central fuera del conflicto armado: La crisis social y económica interna, que carcomía la estabilidad de la ciudadanía y de las instituciones.

Sin embargo, con el uribismo gobernando a través de Iván Duque, lejos de encontrar un estado interlocutor, que dialogara sobre estas necesidades y canalizara las soluciones estructurales, esas posibilidades quedaron desechadas. El excesivo interés del uribismo, de Duque como su defensor, se ha centrado en proteger al poderío político económico colombiano, en una especie de carrera neoliberal que ha incluido la depauperación de las instancias y políticas públicas, sin olvidar el amparo al narcotráfico, la violación de derechos humanos, el recrudecimiento de la crisis social, laboral, económica y fiscal, incluso humanitaria, tras el mal manejo gubernamental durante la pandemia.

La realidad entonces es que, a pesar de la aparente superación del conflicto armado como chivo expiatorio de la política de estado, nada ha cambiado. Es aquí donde se acentúa, lo que Ríos Sierra ha denominado “una percepción de desafección y descrédito hacia el actual Gobierno”, que favorece la posibilidad de un cambio muy interesante en el panorama político.

Luego de las elecciones parlamentarias el reciente 13 de marzo, fecha en la que además se realizaron las primarias de las coaliciones para elegir a sus candidatos presidenciales, parece que el escenario fue y es suficientemente polémico como para complicar las percepciones maniqueas respecto a la política colombiana, y demostrar que el cambio es posible.

Por un lado, las expectativas sobre el favoritismo hacia Gustavo Petro en las diferentes mediciones y encuestas resultaron ciertas, con un Pacto Histórico encabezando el Senado con 20 curules en el conteo de votos realizado hasta ahora, y con la suma de 25 curules en la Cámara de Representantes.

Sin embargo, y es justamente en la Cámara de representantes donde se complica el asunto, el Partido Liberal es el que se ha ido consolidando como mayoría, alcanzando 32 curules; escenario que hace concluir a diversos analistas que, aunque el Pacto Histórico se haya convertido en tendencia política en estas elecciones legislativas, no habría garantías de poder gobernar a plenitud si conquistase la Casa de Nariño, con una Cámara de representantes tan polarizada.

Lo que sí quedó claro en esta contienda, fue la fulminante derrota del Centro Democrático -etiquetada como la fuerza uribista-, que solo alcanzó 13 curules hasta ahora, quedando por debajo del Partido Conservador que ha alcanzado 15 curules, e igualando a la coalición Centro Esperanza que ha alcanzado también 13 curules. El expresidente Uribe y su corriente política paramilitar entonces han sido los grandes perdedores, dejando entrever con más claridad esa voluntad de cambio del pueblo colombiano.

Ahora bien, con el Pacto Histórico consolidado como la primera corriente política dentro del Senado y la segunda fuerza política en la Cámara de Representantes, el candidato de la coalición progresista y de la izquierda colombiana, Gustavo Petro, se sigue perfilando como el favorito en las encuestas de cara a las elecciones presidenciales. Un reciente sondeo de la empresa encuestadora YanHass reveló, por ejemplo, que Gustavo Petro encabeza como favorito con un 37% de la intención del voto, subiendo 10 puntos porcentuales sobre una encuesta similar realizada en enero de este año.

Otra encuesta del Centro Nacional de Consultoría, reveló del mismo modo, que Petro supera por nueve puntos a Federico Gutiérrez, de la coalición Equipo por Colombia, que se convierte en su más cercano rival, al pasar del 4% en las encuestas al inicio del año, al 23% en esta encuesta realizada en marzo, luego de las elecciones legislativas. Sin embargo, Gutiérrez, como parte de esta coalición que se posa en la centro derecha, ha sido muy criticado por su proximidad a Álvaro Uribe, lo cual puede explicar la marcada diferencia en intencionalidad de voto frente a Petro.

De cualquier forma, Gustavo Petro sigue siendo la esperanza de la izquierda colombiana, y para lograr imponerse en primera vuelta definitivamente, deberá asegurar el aumento en esa intencionalidad de voto conforme se acerca el mes de mayo. Lo cual pone un gran desafío a su equipo de campaña en la consolidación de más alianzas, mejor posicionamiento, tanto mediático como organizativo y territorial, sin olvidar el perfeccionamiento de su programa político.

Su cuidado y seguridad, nunca estarán de más en “Un país con un historial de sangrientos asesinatos de figuras que defendieron hasta la muerte sus opiniones” como refiere una revista de Publicaciones Semana; entre ellos el propio Jorge Eliécer Gaitán candidato presidencial del Partido Liberal Colombiano y asesinado en 1948. Jaime Pardo, candidato de la Unión Patriótica, asesinado en 1987. Bernardo Jaramillo, también de la Unión Patriótica, asesinado en 1990. Luis Carlos Galán candidato presidencial del Partido Liberal Colombiano, asesinado durante un evento de su campaña en 1989. Y otros casos más de asesinatos a candidatos, líderes políticos e intelectuales, que cuentan en la historia colombiana.

Con Gustavo Petro desafiando la amplia tradición de gobiernos guerreristas y criminales de la derecha, se debe cuidar que el conservadurismo colombiano no tenga alguna perversa carta bajo la manga.

Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Back to top button