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Atisbos de la epopeya de la Defensa Sagrada de 8 años

Parte 1

Segundopaso – Aunque han pasado casi tres décadas desde los ocho años de la Santa Defensa de la nación iraní contra la guerra impuesta por Estados Unidos a través de su títere Saddam, aún quedan muchos aspectos por contar sobre la épica, el valor y la devoción de los combatientes iraníes. Esta serie de programas tiene la intención de mostrar algunos de estos aspectos a la nueva generación. Espero que lo disfruten.

El 22 de septiembre de 1980, el régimen baazista iraquí inició un ataque total contra Irán por tierra, mar y aire. Unos días antes de la invasión, Saddam había roto el Acuerdo Fronterizo de Argel de 1975 frente a las cámaras de televisión oficiales iraquíes. En la primera ola de ataques del ejército baazista, los aeropuertos de Teherán, Ahwaz, Tabriz, Hamedan, Bushehr y Abadan fueron bombardeados. La gente de las ciudades fronterizas como Jorramshahr y Abadan se despertaron con la explosión de artillería, proyectiles y ataques de fuego directo de los tanques de guerra. Así, se impuso una guerra de ocho años al sistema recién establecido de la República Islámica de Irán. A medida que aumentaban los ataques de Irak en las fronteras occidental y meridional de Irán, personas de todos los estratos sociales declararon su disposición para ser enviadas al frente de batalla. El fundador de la República Islámica, Imam Jomeini, en un mensaje condenó el ataque y advirtió sobre la continua agresión del régimen de Saddam al territorio iraní.

Parte del mensaje decía: “Un loco vino, arrojó una piedra y se fue. No piensen que la nación, el gobierno y el ejército iraní no pueden responder ante esto. Cuando llegue la necesidad, daré un mensaje a la nación y demostrarán a Saddam y a sus semejantes nuestra respuesta”.

La invasión empezó apenas 19 meses después de la victoria de la Revolución Islámica. En ese momento, el país se enfrentaba a confabulaciones y amenazas internas y externas. El ejército iraní se estaba reconstruyendo después del derrocamiento del régimen monárquico. El Cuerpo de Guardias de la Revolución Islámica (IRGC) estaba en las primeras etapas de formación, pero solo un año después del inicio de la invasión iraquí, el ejército y el IRGC con el amplio apoyo popular recuperaron su poder, lanzaron varios ataques sorpresa y obtuvieron la victoria en numerosos frentes; así, el régimen baazista de Irak se vio obligado a adoptar una posición defensiva. Además, en algunas regiones, las fuerzas unidas del ejército, el IRGC y la fuerza paramilitar formada por voluntarios (Basich) desplazaron a los invasores hacia las fronteras internacionales.

La guerra de Saddam impuesta por Occidente, tenía como objetivo derrocar el nuevo sistema de la República Islámica de Irán; sin embargo, se convirtió en una fuente de fuerza, unidad y solidaridad nacional para el pueblo iraní. La guerra de ocho años fue uno de los períodos épicos y únicos en la historia del país. El pueblo iraní, especialmente los jóvenes, a pesar de contar con mínimas instalaciones y poco equipo militar mostró al mundo una de las epopeyas más duraderas y ejemplares de valor en la defensa del país y la revolución. Esta proeza de gran valentía se convirtió en un modelo para los movimientos libertarios en todo el mundo. La resistencia islámica en el Líbano, Palestina, Irak, Siria, Yemen, etc., surgió del auto sacrificio y el martirio de los jóvenes musulmanes iraníes.

Más de 200.000 jóvenes iraníes fueron heroicamente martirizados al defender los elevados valores de la Revolución Islámica. No dudaron ni un solo momento en ofrendar su vida en el camino de Dios para liberar la tierra islámica de las garras de los ocupantes; por lo tanto, ni una pulgada del suelo iraní quedó en manos del enemigo. La guerra siempre es destructiva para todos los países, pero cuando un país es invadido por un enemigo cruel y los jóvenes se levantan de todo corazón para defender a su patria y su sistema sagrado, surgen manifestaciones inolvidables de valentía, valor, sacrificio y honor.

El Líder de la Revolución Islámica, el Ayatolá Seyyed Ali Jamenei, dice: “Esta guerra fue defensiva. La guerra defensiva es diferente de la guerra agresiva. En este tipo de guerra, los seres humanos expresan su arraigada lealtad y apego a los ideales a los que están vinculados”.

La Santa Defensa de ocho años de la nación iraní contra la salvaje agresión del enemigo, que contó con el pleno apoyo de los bloques occidental y oriental, se convirtió en fuente infinita de orgullo nacional para el pueblo iraní. La guerra impuesta fue de hecho la defensa de una nación oprimida contra las potencias de oriente y occidente que habían llevado sus armas y municiones militares de última generación para poner de rodillas a la República Islámica de Irán. La valentía de los jóvenes iraníes demostró que un sistema de gobierno con apoyo popular, acompañada del Islam y la unidad de fuerzas puede derrotar a cualquier enemigo sin importar su poder o cuántas superpotencias lo apoyen. El pueblo iraní, bajo el liderazgo de un líder único motivado por el espíritu religioso y nacional, se levantó contra el enemigo y mostró la unidad de su pueblo. Estas motivaciones fueron la razón de la presencia entusiasta del pueblo iraní en los diferentes frentes de batalla, tanto en el plano religioso, ideológico como nacional. La defensa de ocho años fue una batalla honorable. Por lo tanto, los combatientes no violaron los criterios humanos e islámicos frente al vil enemigo que no desaprovechó ninguna oportunidad para aplicar armas prohibidas internacionalmente, bombardear y disparar misiles sobre las ciudades e infraestructuras de Irán.

En todos los países, la defensa del territorio y los valores comunes de una nación siempre han inspirado a artistas devotos y comprometidos. Con una breve mirada al arte, la literatura, el cine y la pintura iraní, uno se da cuenta de que las mejores y más calificadas obras pertenecen a los periodos en que esta nación resistió contra la agresión y la codicia de los enemigos y algunos malhechores a lo interno del país. En consecuencia, la Sagrada Defensa de ocho años del pueblo iraní contra el régimen represivo de una minoría Baazista de Saddam es un manantial inmortal de valores islámicos, de unidad y solidaridad nacional. Esta primavera eterna continúa inspirando a los artistas iraníes más que nunca para crear obras de arte únicas y pintorescas. La sagrada defensa inspiró tanto al pueblo iraní, así como a las personas de espíritu libre y a las naciones oprimidas más allá de las fronteras de Irán.

El combate desinteresado de los jóvenes iraníes durante ocho años contra el ejército de Saddam contó con el apoyo de al menos 58 países, dato que no ha sido debidamente notado por muchas personas. El recuento de los eventos de la Sagrada Defensa inspira a Irán y a los buscadores de libertad, debido a la estabilidad de República Islámica en la región y el mundo.

Comprender las consecuencias regionales y transregionales de la Santa Defensa no es tan difícil. Estos aspectos fueron mucho más amplios y efectivos que las guerras y conflictos posteriores a la Segunda Guerra Mundial. En los últimos 400 años, varias guerras tuvieron lugar entre Irán y el Imperio Otomano mientras Irak era parte del territorio iraní, pero no se puede considerar estas guerras como la invasión que parecía ser lanzada por un solo régimen; mientras que en realidad fue orquestado, financiado y apoyado por todas las grandes potencias regionales e internacionales, especialmente el “Gran Satán” (EE. UU.) y luego la Unión Soviética.

Muchos estrategas creen que la Defensa Sagrada del pueblo iraní contra la agresión del régimen de Saddam fue la primera guerra moderna, pero con una motivación divina, la unidad nacional y la solidaridad sin depender de las potencias extranjeras. La nación iraní triunfó sobre el enemigo armado hasta los dientes para disgusto de las potencias hegemónicas. Pero, ¿por qué y cómo se atrevió Sadam a emprender una larga guerra contra la República Islámica de Irán? Las disputas territoriales y fronterizas entre Irán e Irak han existido durante mucho tiempo y esta no fue la razón del ataque, simplemente fue solo una excusa para que Saddam invadiera Irán. De hecho, lo que animó a Saddam a atacar fue la victoria de la Revolución Islámica y su impacto a nivel regional y global.

Saddam intuyó que su régimen podía ser derrocado por un levantamiento popular al estilo iraní, se entregó a la ilusión de convertirse en el gendarme de la región y gobernante del mundo árabe, fue seducido por grandes poderes para intentar derrocar el naciente sistema islámico en Irán. Los acontecimientos posteriores a la victoria de la Revolución Islámica perjudicaron a las superpotencias como para sus partidarios en la región. En definitiva, esta guerra impuesta a Irán fue una respuesta clara en contra de la Revolución Islámica.

Hablaremos más sobre el tema en el próximo programa.

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