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Colombia: reinstitucionalización de la política

AUTORA: JESSICA PERNÍA. ILUSTRACIÓN: ETTEN CARVALLO

Segundo Paso para Nuestra América.- El profesor y analista político colombiano, Federico García Naranjo, nos habla acerca del inicio, evolución y perspectivas del nuevo gobierno de Colombia. El presidente Gustavo Petro, considerado un político antisistema, en poco tiempo ha adelantado diferentes proyectos y reformas políticas que han provocado polémica y escozor en la fracturada oposición. A pesar de haber recibido un país marcado por la desigualdad, la pobreza y la violencia, los motores del cambio revolucionan con el fin de lograr la reinstitucionalización de la política.

Jessica Pernía de Segundo Paso para Nuestra América: Para contextualizar, hablemos de la Colombia contemporánea. Diversos analistas y periodistas de la región manifiestan que Colombia en la actualidad es uno de los cinco países más desiguales del mundo, y según un informe del Banco Mundial del 2021 titulado “Hacia una sociedad equitativa en Colombia” es el segundo país más desigual en América Latina, tal como ratificó durante 2022 el Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre. Los datos revelan que tras la pandemia, más de tres millones de personas cayeron en la pobreza, y más de dos millones ochocientas en la extrema pobreza. Se habla de un ochenta y un por ciento de la tierra en manos de un uno por ciento de propietarios. El desempleo se ha incrementado y la economía informal, razones de las protestas sociales del 2019 y del 2021. Sin hablar del incumplimiento de los Acuerdos de Paz que han estancando las soluciones sobre el tema de la violencia relacionada a las insurgencias, el ejército e incluso el narcotráfico. Ahora bien, ¿Qué perspectiva de cambio nace con la llegada del primer gobierno de tendencia progresista, protagonizado por Gustavo Petro y Francia Márquez?

Federico García Naranjo, analista político colombiano: Efectivamente, Colombia como lo dices en el planteamiento, es uno de los países más desiguales no sólo de la región sino del planeta, lo cual tiene que ver con varias condiciones, primero un problema de la tierra, de la propiedad de la tenencia y de la disputa por la tierra, que ha sido desde siempre, que todavía continúa, es decir la altísima concentración de la propiedad rural en manos de muy pocos no es algo casual, es algo que ha venido aparejado con los procesos de despojo violentos durante los años 50 y también del proyecto paramilitar de los años 90, pero también con una economía basada en un criterio rentista y no productivo, en donde la tierra se convierte en un símbolo de estatus más que en un bien de capital. En ese sentido, el propio presidente Petro advertía que buena parte del dinero del narcotráfico, bien sea de los propios narcotraficantes o de las personas que están en la periferia del negocio y que también reciben ingresos por cuenta del narcotráfico, invierten en tierras. Entonces la presencia del dinero del narcotráfico ha contribuido también a esa a esa altísima concentración. Ese es el primer problema. Para resolver el problema de la desigualdad en Colombia lo primero y lo más crucial es resolver el problema de la tenencia de la tierra y obvio, no sólo de la tendencia, sino que la tierra deje de ser un símbolo de estatus para que se convierta en un bien de capital y pueda integrarse a la economía productiva y darle un vuelco a la economía que deje de depender de la explotación del petróleo y de los hidrocarburos, y que se convierta en una potencia agrícola.

Ahora se abre una enorme perspectiva de cambio de esta realidad, frente a lo que lo que significa el Gobierno de Francia Márquez y de Gustavo Petro, porque es la primera vez en Colombia hay un gobierno de izquierda que ya ha propuesto una serie de políticas y reformas durante estas semanas, que abre la posibilidad de que efectivamente se lleve a cabo una  transformación de la economía, por supuesto no a corto plazo, pues esto será un cambio estructural que va a atender una serie de fenómenos anexos urgentes e inmediatos, como por ejemplo el problema del hambre.

La pandemia golpeó durísimo no solamente a los sectores populares, sino también a la clase media, al punto de que llevó no sólo a condiciones como las que planteaste en la pregunta sobre la extrema pobreza, sino que llevó a que la tercera parte de los hogares en Colombia hoy sólo puedan comer dos veces al día. Es decir, que el problema de la alimentación y el hambre es gravísimo y es urgente atender, porque además fue una de las de los de las condiciones y demandas que exacerbaron la beligerancia popular durante los paros del 2019 del 2021. Recordemos que los puntos de resistencia en donde se armaban las barricadas, también se convirtieron en un punto al que muchas  personas asistían para luchar y para apoyarse implementando las ollas comunitarias, pues así comían mejor que en su propia casa. Entonces desde el punto de vista simbólico, y desde el punto de vista real y material, todas estas condiciones incidieron para que el paro tuviera tanta fuerza, y por lo tanto es una de las primeras políticas a cumplir y poner en marcha.

En este sentido, el presidente Petro ha convocado desde ya a los empresarios para una misión contra el hambre, dando indicios de cambio que hacen ver con optimismo que sí puede haber un cambio en las políticas económicas que logren sacar a la gente de la pobreza, que resuelvan el problema del hambre y que no se hagan necesariamente desde un enfoque asistencialista, sino a través de una transformación económica que transfigure el campo colombiano, no solo en el tema de unas formas de propiedad más democráticas, sino que sea un campo productivo y sus productos bien distribuidos para que hayan alimentos suficientes para todos. Ese es el primer elemento básico para comenzar a transformar la sociedad colombiana en una sociedad más igualitaria.

SPNA: En medio de la toma de posesión presidencial, cargada de mucha mística, simbolismos y decisiones reivindicativas como la de hacer traer la espada de Bolívar, cuyo uso en el acto fue negado por el ex presidente Duque en sus últimos días en el cargo, el Presidente Petro presentó los puntos y principios más importantes de su programa de gobierno. Temas como la tan ansiada Paz, la justicia social, la lucha contra el narcotráfico, la integración lationamericana, los derechos sociales, entre otros no menos trascendentales ¿Podrías hacer un análisis de la importancia de este discurso para Colombia y la región?

FGN: La importancia del discurso de Petro claramente como tú lo dices, no sólo tuvo que ver con sus palabras, sino con los símbolos que cargaron todas las ceremonias. No solamente fue la espada de Bolívar, sino la propia composición del origen social de las personas que estaban en la tarima, que eran muy diferentes a la composición de las anteriores posesiones, es decir, antes encontrábamos a una élite, a hombres blancos, educados, de clase alta, transfiriéndose el poder entre ellos, pero ahora encontramos hombres mestizos y mujeres negras que asumen el poder, entonces esto desde el punto de vista de los sujetos de las personas que estuvieron allí, pues tiene una significación muy novedosa.

Cuando Francia Márquez pronunció su juramento y se salió del protocolo para llamar a sus ancestros y ancestras con su consigna “hasta que la dignidad se haga costumbre” pues eso también crea nuevos protocolos, crea nuevas solemnidades, entonces eso hizo y hace muy significativa toda la ceremonia de inicio del nuevo gobierno. Del mismo modo el propio discurso del Presidente Petro, en términos del contenido, que fue un discurso profundamente distinto a todo lo que se ha escuchado hasta ahora. Se salió de los lugares comunes, de las solemnidades recurrentes e incorporó una serie de contenidos nuevos y de debates nuevos en la esfera pública colombiana. Los diez compromisos que hizo sobre lo que va a ser su gestión, comenzando por la paz, pues también fue y ha sido muy significativo.

Petro es un hombre que viene de la paz, como sabes viene de las fuerzas guerrilleras que luego firmaron los acuerdos de paz en el 90, reincorporándose a la vida civil, entonces él en sí mismo es una expresión de que la paz es posible. Es así que en sus discursos y propuestas el llamado es a la paz total, como la ha denominado Petro, es decir, un llamado a la desaparición de las bandas armadas en el país, bien sea la guerrilla del ELN, que ya prácticamente recomenzó el proceso que Duque había suspendido, proceso de diálogo y de paz que se está llevando a cabo en la Habana; o bien sea con las demás bandas criminales, pues también se quieren establecer acuerdos de sometimiento a la justicia. Y de ahí para adelante el discurso no solamente plantea un nuevo modelo de país, en términos de la vocación del poder, ¿del poder para qué? como alguna vez lo decía un ex presidente, en el sentido de que el poder debe ser un poder puesto al servicio de la ciudadanía, al servicio del pueblo.  Tiene que haber una decisión política para superar las grandes brechas culturales, sociales, económicas que hay en el país, transitar hacia una reconciliación, no solamente una reconciliación con los armados, sino también hacia una política del debate, una política de la inclusión, que no sea una concepción conservadora y vertical de la política, sino avanzar hacia una política democrática y popular en donde todos los actores sean reconocidos, y puedan ser y expresarse de una manera libre.

En fin, pienso que en ese sentido también fue y sigue siendo un discurso inicial novedoso que plantea un nuevo talante por parte de una nueva clase dirigente, y que todos esperamos se concrete.

SPNA: Ahora bien, para lograr una transformación tan profunda en la sociedad colombiana y el Estado, la formula Petro y Márquez tendrá que manejar algunos “contrapesos políticos”: por un lado el Congreso de la República con el Pacto Histórico como mayoría, las Fuerzas Armadas con una tradición conservadora, guerrerista y corrompida, el empresariado y el manejo de los mercados internos, las deudas de los Acuerdos de Paz, el papel de la Corte Constitucional, y esas demandas del pueblo a las que ya hemos hecho referencia, luego de las revueltas, y luego de darle su voto de confianza al nuevo gobierno. “Petro construyó su candidatura sobre la imagen de un gobernante antisistema y ahora tendrá que negociar con el sistema para asegurarse la gobernanza” advirtió al respecto el analista político español Armando Jiménez en un artículo reciente, mientras que otros autores también encasillan la gestión del nuevo gobierno en la moderación, el tacto, el consenso ¿Cómo podrá transformar el país, en medio de tantas tensiones, el gobierno de la Colombia Humana?

FGN: Creo que Petro es una figura política transgresora. Y dentro de lo que ha sido la clase dominante en Colombia, es muy diferente. Petro es un hombre de origen popular, que tiene ideas de izquierda, que fue guerrillero. Es una figura inédita dentro del panorama de lo que han sido los mandatarios en Colombia, prácticamente en los 200 años de vida republicana.

Ahora, creo también que Petro no es un antisistema, en ese sentido no coincido con el analista. Y no es un antisistema porque incluso la propia guerrilla del M19 a la que él perteneció no era una guerrilla revolucionaria. Claro, alguien del M19 me escucha y de pronto no le gusta, pero es que el M19  fue una guerrilla que planteó desde el principio que no estaba por la toma del poder, sino por la apertura de un diálogo nacional que condujera a una transformación del país en uno más democrático. Por eso, fue relativamente sencillo negociar con ellos y lograr que firmasen el acuerdo de paz del año 90, y tal vez por eso también lograron tener una gran simpatía entre la opinión pública en su momento, que es parte de la simpatía que Gustavo Petro todavía arrastra, de ese antiguo y nostálgico M19. A diferencia de las otras insurgencias como las FARC o el ELN, sobre todo las FARC, cuyo objetivo sí era la toma del poder, es decir, ellos sí se presentaban claramente una ruptura contra del sistema.

Sin embargo, fue la ultraderecha uribista que terminó convirtiéndose en antisistema, es decir, han sido veinte años de hegemonía uribista, tal vez con el interregno de los ocho  años de Santos, pero en donde Uribe siguió siendo una figura determinante, en este caso en la oposición. Pero el uribismo se planteó un nuevo modelo de país, un nuevo modelo de sociedad autoritaria, religiosa, conservadora, corrupta, militarista, que tuvo mucho éxito en la primera década del siglo 20 y que transformó muchos de los elementos propios del Estado de derecho en Colombia, que habían sido muy tradicionales, es decir, Colombia había sido por ejemplo, una sociedad profundamente legalista en medio de su conservadurismo, había sido profundamente legalista y sujeta a los procedimientos y a la ley, pero el uribismo impuso un nuevo valor si se quiere, y es el del “todo vale” con tal de obtener resultados. Se puede torcer el cuello a la ley y a la institucionalidad para obtenerlos, y de hecho, fue lo que terminó haciendo, es decir que más antisistema que Petro, es el propio uribismo.

Es por eso que cuando el candidato uribista Federico Gutiérrez perdió en la primera vuelta y el uribismo quedó claramente al margen de la disputa política, los candidatos que quedaron fueron Rodolfo Hernández y Gustavo Petro; y Rodolfo Hernández, pues es un hombre de una cultura muy precaria. Un empresario con una cultura política muy básica que representaba en sí un riesgo para la institucionalidad, entonces en ese contexto, Petro terminó siendo el defensor de la institucionalidad, es decir, el que reivindicaba las reglas del juego, el estado de derecho, la democracia, los valores clásicos de la democracia moderna. A diferencia de Rodolfo Hernández, que resultaba a todas luces peor que el propio Álvaro Uribe.

Entonces aquí lo interesante es que el problema en Colombia no es tanto que la izquierda existente haya sido o sea antisistema, sino que la derecha terminó escorando tan a la derecha del espectro político y acomodándolo tanto a sus intereses, que terminó desinstitucionalizándolo, y en ese sentido, una figura como Petro que, insisto, no es un revolucionario, no es un comunista, si no que es un hombre socialdemócrata -por ubicarlo ideológicamente-, pues termina paradójicamente defendiendo unos valores más institucionales que los de la propia ultraderecha, y es un poco lo que queda en evidencia desde el triunfo de Petro y es que prácticamente todas las fuerzas políticas se aliaron al gobierno, se plegaron al nuevo gobierno, o por lo menos decidieron no hacerle oposición, a excepción del centro democrático, del partido de Uribe y de los partidos cristianos, pero de resto hasta el partido conservador terminó declarándose independiente y no en oposición al gobierno Petro, porque toda la clase política vio que era más sencillo llegar a acuerdos y negociaciones políticas con el gobierno de Petro y Francia que con el uribismo, siendo una corriente que exhibe una ética política bastante alejada de los principios modernos de reciprocidad, de respeto por la ley e inclusión de todos. Paradójicamente, debido al carácter mafioso del uribismo y de buena parte de la élite de este país, alguien como Gustavo Petro terminó siendo el candidato de la institucionalidad, entonces, pues eso abre una correlación de fuerzas distinta, porque efectivamente Petro va a tener una serie de contrapesos a su a su liderazgo, que lo van a llevar a negociar en todas sus reformas y proyectos de gobierno, pero eso es normal, eso es la política.

El Gobierno de Petro en general ha tratado de establecer vínculos, canales de comunicación con todos los estamentos, con los militares, con los empresarios, con la iglesia, en fin, con los partidos de oposición y con los partidos tradicionales, y eso le ha dado un enorme margen de acción en este momento, por eso se ha apresurado a presentar buena parte de su plan de reformas, porque sabe que cuenta con ese impulso y que posiblemente, al menos en lo formal, esas reformas se puedan implementar. Ya faltará ver cómo evoluciona el gobierno, cómo se van dando las contingencias políticas y como va tener que seguir negociando sus objetivos con los intereses que se encuentre en el escenario político.

SPNA: En los primeros días de ejercicio del gobierno de la paz y la vida, la conformación del gabinete dio mucho de qué hablar. También sacudió la opinión pública la propuesta de reforma tributaria que busca recolectar más de veinticinco billones de pesos. El impuesto a las bebidas azucaradas y a los alimentos ultraprocesados ya causa polémica dentro y fuera del país. La ley para la prohibición del fracking le compite en popularidad, tanto como el retorno al diálogo con el Ejército de Liberación Nacional. El reestablecimiento de las relaciones con Venezuela -una medida muy esperada- fue celebrada de lado y lado. La creación del Ministerio de la Igualdad que dirigirá la propia vicepresidenta Francia Márquez y el proyecto del sistema de acueductos para surtir de agua al Pacífico colombiano han sido parte de una agenda política bastante agitada, ahora bien ¿Cuál es la percepción al interior del país sobre estas primeras medidas? ¿Qué impactos se pueden medir desde ahora?

FGN: Es muy difícil hasta ahora medir un impacto real, pero la percepción de la opinión pública es muy positiva. Y no solamente entre sectores que tradicionalmente ya se identificaban como petristas o como cercanos a las propuestas del Pacto Histórico, sino que en general hay esperanza y optimismo. La gente siente que hay un cambio, que es un gobierno preocupado por las personas, que hay un presidente cercano al pueblo que no tiene problema en romper el protocolo para acercarse a las personas. Que Petro es un hombre, un humano, y que se equivoca también -han ocurrido un par de errores, pero se lograron corregir a tiempo-. En general también, te mencioné antes, se percibe un buen ambiente dentro de la clase política para aprobar las reformas, o por lo menos para discutir las reformas que se están proponiendo.

La  principal evidencia, es el tipo de discurso que ha elaborado la oposición. La oposición desde que Petro se posesionó, lo que ha dicho el uribismo en las últimas dos semanas, son discursos erráticos, unos unas propuestas delirantes, muchas mentiras, muchos chismes, muchas tergiversaciones, pero hasta ahora ninguna propuesta. Se dice que Petro está perdido, que Petro está borracho, que Francia Márquez todavía aparece registrada como receptora de subsidios, en fin chismes y mentiras. No ha habido una sola propuesta interesante, no ha habido una sola crítica que se pueda incorporar como una crítica válida, lo cual es la mejor evidencia de que cómo hay un gran optimismo, me atreveré a decir esto, se siente un cambio en el sentido común, y por eso el contenido de las críticas que se hacen desde el uribismo y de la ultraderecha, que son absolutamente delirantes y rocambolescas, solo demuestran desesperación.

SPNA: Con el triunfo de diferentes gobiernos de corte izquierdista en América Latina, se ha venido posicionando la idea de un nueva ola progresista en la región. La conquista del gobierno por parte de Gustavo Petro y Francia Márquez en Colombia refuerza esta tendencia. La gira de la vicepresidenta antes de las elecciones presidenciales, por diferentes países de Latinoamérica abrió el diálogo y derivó en compromisos de la nación colombiana con sus naciones hermanas ¿Cuáles es la senda trazada en la política exterior del nuevo gobierno de Colombia frente a una posible coalición progresista, así como en materia de integración regional?

FGN: Justamente es uno de los principales cambios que se han presentado y que ya se están viendo, sobre todo porque en términos de relaciones internacionales, los símbolos y los gestos son muy importantes. Y creo que todo lo que se ha transmitido desde antes, incluso de la posesión, es muy transgresor en cuanto a lo que se hacía anteriormente. Colombia tiene una doctrina de relaciones internacionales que se incorporó en el cuerpo diplomático, y no de manera oficial: la llamada “Respice polum”, es decir, la doctrina de la estrella polar del norte que se adopta en los años 20 del siglo pasado y que consiste en el realismo periférico, según el cual la mejor forma de que a Colombia le vaya bien en el concierto internacional es atendiendo los intereses de los Estados Unidos. Colombia hasta ahora, nunca fue un país que contribuyera a la unidad latinoamericana, porque siempre tuvo su foco puesto en la política exterior de Estados Unidos, y eso por supuesto, en los últimos años con el uribismo y con la primera ola progresista de principios del siglo 20, se expresó en la historia regional que ya conocemos.

El hecho de que Petro haya manifestado desde el principio una vocación latinoamericanista, pues va en contravía de lo que hasta ahora ha sido la política exterior colombiana. Curiosamente lo que dice Petro es lo que lo que dice la misma Constitución, que la vocación exterior de Colombia debe ser la construcción de la nación latinoamericana.

En ese sentido Petro ha propuesto una agenda. Lo primero es la superación de las economías extractivistas hacia economías productivas, lo cual es muy interesante porque las economías latinoamericanas siguen dependiendo de la extracción del petróleo, del carbón, del gas, entonces lograr convencer a los mandatarios de naciones hermanas a que se que se metan en ese programa, en esa aventura si se quiere, es difícil, pero por lo menos ya se plantea el debate. Lo segundo, es el tema de derechos humanos, de la paz, por supuesto, para Colombia es muy importante el apoyo de sus vecinos porque su conflicto trasciende las fronteras. No podemos conseguir una solución integral de la conflictividad en Colombia sin contar, en particular, con Venezuela y con Ecuador. También estás las iniciativas en términos financieros y monetarios, la necesidad de avanzar hacia la creación de una moneda común latinoamericana. Algo parecido a lo que en su momento el presidente Chávez propuso: el Sucre. Una moneda virtual que pueda servir para que los países latinoamericanos intercambien entre sí sin tener que acudir al dólar.

Creo que con el protagonismo y participación de Colombia se pueden reimpulsar también organizaciones que estaban debilitadas como la CELAC y UNASUR. Con la participación entusiasta de Colombia y ahora de Brasil, cuando Lula gane en octubre las elecciones, pues veremos una nueva correlación de fuerzas en estos escenarios, y ojalá transitemos hacia un debilitamiento -y por qué no- una disolución definitiva de la OEA, que ha sido un aparato burocrático que no ha tenido otro sentido que ser el Ministerio de colonias de los Estados Unidos en nuestra región.

Los problemas que afectan a nuestro país, sin duda, son problemas que atraviesa la región y viceversa, en ese sentido y para poderlos resolver, pues debe haber una conciencia regional; que es uno de los aportes más importantes que el nuevo gobierno de Francia y Petro ya vienen haciendo desde Colombia.

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