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Narrativas subalternas sobre la descolonización de la ciencia política en Latinoamérica II

AUTOR: JOSÉ JAVIER CAPERA. ILUSTRACIÓN: ETTEN CARVALLO

Segundo Paso para Nuestra América.- Hacemos entrega de la segunda y última parte de este artículo del colombiano José Javier Capera, quien nos ofrece una perspectiva descolonizadora de la ciencia política en el marco de los procesos de liberación que incorporan las narrativas, discursos y prácticas provenientes de las luchas, resistencias y demandas de grupos de abajo y a la izquierda antisistémicas y antipartidistas. De esta manera, propone reconocer las experiencias subalternas desde la praxis ético política de los grupos de abajo sobre la posibilidad de repensar categorías como: Estado, gobierno e instituciones políticas que históricamente han sido reflexionadas desde escuelas tradicionales de la ciencia política en Latinoamérica.

Una perspectiva descolonizadora de la ciencia política latinoamericana

La emergencia de repensar las categorías que constituyen los discursos de la ciencia política eurocéntrica, toma fuerza la posibilidad de romper con los paradigmas tradicionales desde adentro en el marco del diálogo intersubjetivo y la posibilidad del reconocimiento de la otredad desde su propia condición humana al interior de la esfera público-privada. Así pues, la perspectiva crítica de orden subalterno enfocado a reflexionar sobre la ciencia política como un espacio alterno que permita la reflexión de su objeto/sujeto de investigación que toma distancia de las dinámicas de la modernidad – colonialidad. Parte de esta lógica del saber, se encuentra vinculada a una concepción por re-pensar los campos de estudio propios de la ciencia política en interacción con el acontecer geopolítico que coexisten la violencia, la pobreza, la desigualdad social y la invisibilización de las prácticas de los pueblos originarios, tal como sucede en Nuestra América en ello toma relevancia los aportes teóricos de Bernstein (1973); Quijano (1992); Lander (2000); Mignolo (2000); Walsh, Catherine, Schiwy, Freya y Castro-Gómez, Santiago (2009); Estermann (2014) entre otros.

Estos autores proponen como eje central en el plano teórico-conceptual un abordaje crítico sobre las discusiones epistémicas y disciplinares al interior de las ciencias sociales, en este sentido, la ciencia política adquiere la posibilidad de trazar una ruta sobre temas contemporáneos de carácter coyuntural, estructural, local y global, a su vez, permite cuestionar los esquemas teóricos que son propios de un tipo de colonialidad del saber, para así conocer el impacto interno que ha tenido el eurocentrismo en la región, al momento de conceptualizar los distintos problemas y objetos de investigación de este campo hibrido de carácter disciplinar (Lander, 2000).

En este marco de discusión los estudios de Quijano (1992) sobre la colonialidad del saber, ser y poder, demuestran el panorama que existe de un proceso colonial al interior de las ciencias sociales, donde el uso de categorías como raza, poder y discurso poseen una connotación propia del proyecto moderno – colonizador, lo que implica una determinada postura teórica que merece ser analizada en el plano de los estudios y referentes que utiliza la ciencia política en particular en el contexto latinoamericano.

La dinámica teórica que asume el proceso descolonizador de la ciencia política, se identifica con la perspectiva de reconocer los fenómenos o problemas como sujetos de investigación social, siendo el resultado de un giro estructural sobre la concepción de reconocer un tipo de metodología horizontal donde exista una apertura por pensar “otras” formas de hacer investigación social diferentes a las hegemónicas del positivismo clásico y del neopositivismo.

El estudio de los movimientos indígenas y su relación con el Estado, responde a un proceso de orden colonial en la visión de la teórica clásica de los movimientos sociales, puesto que su abordaje teórico- metodológico se ha caracterizado por forzar la aplicación de categorías propias de este campo de estudios (movilización, estructura política, acción colectiva e identidad política entre otras).

Por ello, en estos momentos en los debates conceptuales que existen en la ciencia política contemporánea se presencia un aspecto asimétrico y hegemónico de un saber eurocentrado en sus conceptos y formas de operacionalizar los mismo, tal como resulta el caso de estudiar la democracia, el Estado, los movimientos sociales, los estudios sociopolíticos de la ciudadanía entre otros temas de investigación, que son pertinentes por el propio carácter interdisciplinario de la ciencia política

Lo anterior conlleva, a pensar que el proceso de “colonización – epistémica” generó un sujeto – colonizado sobre el referente de análisis en una determinada estructura social (Grosfoguel, 2007), una muestra de este proceso resulta ser la visión simplificadora de establecer un lenguaje en común entre el movimiento social y el movimiento indígena, lo que representa una contradicción conceptual, espacial, analítica y epistémica, sin definición de las especificidades de los sujetos de estudio.

Partamos de reconocer que la “objetivización” que han realizado los teóricos de los movimientos sociales, responde a un contexto europeo o americano donde emergieron grupos sociales que se organizaron de manera colectiva para exigir una serie de demandas, oportunidades y acciones en función de su identidad política, tal como sucedió en los años ochenta con el movimiento ecologista, obrero, feminista, de derecho sexuales entre otros (Flórez, 2010).

Así pues, se logra apreciar una connotación epistémica al interior del sujeto y su relación con la realidad – empírica, donde la noción de un proyecto civilizatorio en el campo político, económico, cultural y social llega a la dimensión de constituir cualquier disciplina del conocimiento, en este caso la ciencia política, que no se desprende de esta lógica que se enmarca en el occidentocentrismo del saber, y establece la división entre el mundo “colonizador” (primer mundo) y el mundo “colonizado” (tercer mundo) (Fanon,2007), es decir la segmentación entre Norte y Sur que se logra apreciar al momento de estudiar los principales referentes teóricos de este campo del conocimiento (Sandoval, 2016).

Tal como lo muestra, el análisis politológico sobre la teoría general de los movimientos sociales, y en particular de los movimientos indígenas que han sido teorizados como objetos de estudio que se vinculan íntimamente como actores políticos, descontextualizados de sus especificidades étnicas, regionales, locales, geográficas, de tiempos, de reivindicaciones y luchas generales y particulares de cada pueblo indígena, siendo ello la muestra formalista, objetivizada y lineal de concebir y estudiar el movimiento indígena como sinónimo de movimiento social, una categorización predominante en las ciencias sociales eurocentrada.

Las narrativas intersubjetivas basadas en teorías particulares provenientes del sur-sur como son los estudios descoloniales, se constituyen en un espectro de gran relevancia para avanzar en la resignificación de discursos socioculturales que permitan el diálogo abierto entre el sujeto y la realidad en la que coexiste en sociedad. La apuesta por intercambiar saberes desde los sectores marginados de la modernidad –colonialidad, develan un intersticio de conocimientos negados e invisibilizados por los think tank vinculados a las empresas transnacionales del capitalismo cognitivo.

Elementos descolonizadores de la ciencia política

La apuesta por descolonizar la ciencia política consiste con un proceso de larga duración que pone en jaque las estructuras/status epistemológicos con que se ha generado el conocimiento de dicha disciplina al interior de las ciencias sociales, por ello, se parte de reconocer que existe una crítica radical sobre el vació del paradigma cartesiano/positivo de los estudios políticos en el análisis de los fenómenos/problemas sociales, políticos, económicos, culturales y propios de la relación entre el sujeto, objeto y comunidad (Sandoval, E, A & Capera, J, 2017).

El proceso de descolonización de la ciencia política como disciplina, ciencia y teoría es resultado de un pluriverso de diálogos que dejan entrevisto las estructuras arcaicas con que ese ha constituido hasta ahora la geopolítica de la colonialidad del saber, pasando por encima de los conocimientos, discursos y prácticas populares, subalternas y descoloniales producida por los pueblos indígenas, los campesinos, las mujeres, los migrantes y cualquier actor oprimidos dentro del sistema mundo capitalista.

De esta manera, la descolonización de la politología trata de apostar por un tránsito de los conocimientos constituidos hasta el momento, es decir, el reconocer el antes sin caer en la lógica colonial de la repetición de la repetidera, así pues, el proceso descolonizador conlleva a generar entre el sujeto, su intersubjetividad y la crítica propositiva un estado de producción autónoma, de autodeterminación y resistencia sobre los órdenes contemplados y auspiciados por las escuelas, enfoques e instituciones encargadas de regularizar o monopolizar el conocido status epistémico de la disciplina, por ende, la crisis de paradigma, que representa una crisis de las estructuras científicas denota un campo de oportunidad teórico, conceptual y metodológico alternativo a lo históricamente impuesto por los grupos de poder y hegemónicos del saber (Escobar, 2016).

En el plano conceptual y teórico la lógica de ir más allá de las formas tradicionales del conocimiento politológico, consiste en proponer criterios alternativos y contrarios a los históricamente dominantes a lo largo del desarrollo de las sociedades capitalistas o modernas. Por esta razón, la tarea de desmontar el aparato sistémico de lo político responde a la necesidad de superar las categorías con que se han construido, teorizado y aplicado los campos de la ciencia política más allá de la visión científica y/o moderna de la cultura eurocentrada.

En efecto, el desmontaje epistemológico refleja una condición subalterna por establecer rutas alternas a los paradigmas, escuelas y tanques de pensamiento hegemónico en las ciencias sociales y el aparatos constituidos a través del saber colonizado y el sujeto colonizador, este tipo de relación muestra la importancia de apostar por una descolonización epistémica, ética, política y una praxis – transformativa de los fenómenos estructurales que se encuentran en las sociedad o grupos oprimidos (Márquez Fernández, 2011).

La descolonización de la política significa un proyecto en movimiento debido a que pretende cohesionar los temas negados por parte de la dinámica oficial/ gubernamental e institucional que se encuentra alineada a los intereses de los grupos hegemónicos permeados por el capital y encasillados en reconocer la importancia de cuestionarse, analizar y debatir el statu epistemológico de la ciencia política eurocentrada y americana.

De esta modo, la pretensión de establecer una sola ruta ontológico sobre la política como ciencia, es resultado de la colonialidad del saber y poder generada por los grupos hegemónicos, ya con la apuesta del giro decolonial se pretende realizar una crítica, autocrítica y reflexión profunda sobre los modelos, esquemas y formas con que se ha construido la ciencia política más allá del debate disciplinar para dar paso a un praxis epistémica que articule los fenómenos, las teorías y las metodológicas desde abajo, subalternizadas y descolonizadas resultado de la dinámica e intereses de los grupos oprimidos (Sandoval, E, A & Capera, J, 2017).

La descolonización ha sido concebida como un momento de la historia que ha generado un clivaje y ha dejado en el escenario público, una serie de rutas y caminos por reescribir, es decir, el proyecto de descolonizar la política tiene que ver con un pensamiento ético, crítico y autentico que no está permeado por sesgos ideológicos o intereses dentro de la cultural del capital al servicio del patrón colonial del poder.

Gran parte de la discusión de pensar un proyecto epistémico, teórico, conceptual y metodológico orientado a la opción decolonial simboliza ir más allá de la modernidad –colonialidad, la lógica de derecha e izquierda, la mercantilización del saber y las prácticas colonialistas que existen en los grupos tradicionales, académicas normativizadas y estructuras institucionales que no debaten y ponen en duda el statu quo, por el contario, son actores funcionales a los intereses sistémicos del capitalismo moderno (Walsh, C., Schiwy, F., & Castro-Gómez, S, 2002).

Intentar pensar una ciencia política descolonizada implica subvertir los esquemas tradicionales y las maneras con que se ha enseñado ciencia por ciencia, lo que quiere decir estudiar y conocer de forma extensa lo hasta ahora producido en cuanto a esta temática del conocimiento, aunque tiene como principio tomar un distanciamiento y procurar estudiar los temas/fenómenos locales, de abajo y populares, el pensamiento negro e indígena, la narrativa feminista y los procesos subalternos emanados por el bloque histórico inmerso en la dominación, la explotación pero también la esperanza y la transformación radical de las estructuras societales del capitalismo moderno (Castro-Gómez, S., & Grosfoguel, R, 2007).

La esencia de superar la ruptura entre sujeto/objeto siendo una estructura propia de la ciencia moderna, representa una narrativa crítica por dejar a un lado los mecanismos teleológicos impuestos por las estructuras modernas – coloniales, y dar el paso a la facultad de optar por un pensamiento crítico, transformativo y performativo del sujeto descolonizador de su contexto sociocultural.

Por ello, la descolonización de la ciencia política tiene que ver con el poder subalternizado e insurrector en los ámbitos locales, subjetivos y regionales en donde se encuentra el sujeto, la realidad y la estructura societal en el que se desarrolla, así la perspectiva de teorizar desde la praxis y por medio de la intersubjetividad de los valores de la postura política del sujeto es el resultado de pensar desde el borde, la frontera y el margen del saber con el fin de distanciarse de la sociedad colonizada (Alonso, 2018).

El recorrido de ir devaluando y poniendo en debate las categorías tradicionales de la ciencia política en su statu epistemológico y su corpus científico, no es un tipo de acción rancia que pretenda deslegitimar lo históricamente construido, por el contrario, simboliza un punto de partida del antes y el ahora con el fin de lograr generar teorías, conceptos y metodologías que pudieran aportar elementos a los problemas de las sociedades globalizadas.

En este sentido, la exigencia de descolonizar el paradigma de la ciencia política tiene que ver con una crítica radical a las estructuras hegemónicas del conocimiento, y dar un salto por una serie de elementos socioculturales producto de la praxis de los actores subalternos, por ejemplo, la resistencia, la minga, el tequio, la comunalidad, las movilizaciones populares y los esquemas de diálogo entre grupos excluidos sirven como prácticas descoloniales para intentar pensar “otras” formas de hacer, construir y sociabilizar una perspectiva descolonizadora de la politología en el SUR-SUR (Sandoval, 2018).

El patrón de referencia decolonial constituido por las instituciones, estructuras y actores colonizados son parte del proceso por descolonizar la ciencia de la política, y dar paso a una visión heterogénea a la históricamente concebida por el conocimiento tradicional. Por ende, la apuesta de ir reescribiendo un horizonte crítico y propositivo que sean funcional a la complejización teórico-conceptual de lo que constituyen la politología más allá de lo meramente convencional y tradicional resultado de un escenario disciplinar en crisis.

Por tal motivo, la insistencia de ir teorizando las experiencias de los actores populares y de abajo, puede ser reconocido como un precedente para incentivar acercamientos inter o transdisciplinarios que dejen en juego la integración por descolonizar el saber eurocentrado y dar paso a la lucha indígena, negra, feminista, popular, campesinas entre otras como muestras de prácticas descolonizadas, aunque esta situación puede reconocerse como una crítica al carácter colonial constituido a partir de la crisis de lo público y las contradicciones del capital (Alonso, 2017).

El pensar una opción decolonial en la ciencia política implica una crítica radical a la visión eurocéntrica del mundo de las ciencias, y una iniciativa por dejar en vilo las estructuras tradicionales que se encuentran en la colonialidad del sujeto en comunidad y sobre los asuntos públicos fetichizados. Así pues, intentar apoyar los procesos de deliberación, integración y comunicación horizontal hace parte de la naturaleza de los estudios descoloniales al interior de la politología de Nuestra América (Sandoval, E, A & Capera, J, 2017).

La descolonización de la ciencia política en la región, implica un proyecto en construcción que logra interactuar con los fenómenos, problemáticas y luchas emergentes en los territorios. Al mismo tiempo, promueve un tipo de investigación identificada con la colaboración, participación y fundamentada en las dinámicas de resistencias que manifiestan los grupos subalternos en la esfera pública. La

La compleja situación de los estudios decoloniales se convierte en un espacio para avanzar en la superación a las prácticas tradicionales del mundo de la política, siendo así un referente emergente propio del Siglo XXI caracterizado por avanzar en la senda del poder, la política, el Estado y la cultura desde una visión de abajo, subalterna y por medio de prácticas provenientes de los actores descolonizadores de la ciencia política en la región.

La tarea de la descolonización no sólo se convierte en un grillete contra las narrativas de la modernidad –colonialidad, sino que apuesta por superar las dificultades que históricamente han existido en la investigación politológica para darle paso a reflexiones de corte socioculturales que sean congruentes con el sentipensar de las luchas y expresiones socio-afectivas, emocionales y espirituales provenientes de los pueblos, movimientos y comunidades en resistencia.

De esta forma, la descolonización de la ciencia política denota una serie de oportunidades enfocadas a superar los modelos de instrumentalización de la política como ciencia, para darle sentido a otras epistemes basadas en el diálogo abierto e intersubjetivo propio de los procesos interculturales que apuestan por superar las dimensiones estructurales de los esquemas de dicha disciplina de las ciencias sociales, buscando promover la pluralidad de saberes a partir de la praxis ético-política de los grupos subalternos.

La iniciativa de repensar la política desde un conjunto de reflexiones emergentes de las dinámicas del sur global, a partir del diálogo intersubjetivo con los pueblos y movimientos sociales, indígenas, afros y culturales entre otros. El sentido teórico de promover investigaciones que apuestan por cuestionar los ordenamientos modernos- coloniales basados en desconocer las expresiones de resistencias generados por los grupos de abajo, implica al mismo tiempo, cuestionar y superar las formas endogámicas de hacer ciencia desde el marco normativo- epistémico de los paradigmas hegemónicos de las ciencias sociales.

Por el contrario, la descolonización apuesta por romper con las formas tradicionales de hacer ciencia y los marcos teórico-metodológicos de constituir una disciplina del saber, para permitir expresiones emergentes de las luchas, prácticas y discursos socioculturales y populares de los grupos marginados en las regiones. Tal como sucede con la ecología de saberes y la capacidad de superar las diferencias entre los métodos, los enfoques y paradigmas, dándole paso a un diálogo intercultural que sea la base de la pluralidad de expresiones de saberes entre el sujeto y la comunidad.

El proyecto de descolonizar la ciencia política no implica el desconocimiento de las teorías de las escuelas eurocentradas del conocimiento, sino la necesidad de generar discusiones desde las expresiones del sur-sur en donde se contemple escenarios de conflictos, paces y violencias desde las epistemes de los grupos subalternos que coexisten al interior de la esfera público-privada. Por ende, denota lograr generar procesos inter y transdisciplinarios sobre la posibilidad de investigar fenómenos socio-políticos de una disciplina que históricamente ha cargado con una identidad colonizadora.

A MODO DE CONCLUSIÓN

La apuesta de descolonizar la ciencia política tradicional es un proyecto de larga duración que tiene como fundamento reflexionar las teorías, los conceptos, las metodologías y los enfoques que se han construido o institucionalizado a partir del discurso politológico en Nuestra América.

Por ello, una perspectiva descolonizadora de la ciencia política se constituye como un campo de emergencia subalterna por poner en debate y complejiza las formas tradicionales de hacer ciencia política y aún más cuando existen situaciones producto de la experiencia de grupos y/o actores oprimidos de nuestros tiempos.

La complejidad de los estudios descoloniales se han constituido como un referente por seguir una serie de procesos alternativos que sean el motor por lograr poner en debate las contradicciones, límites y condiciones actuales de la ciencia política colonial para dar paso a una ruta descolonial en lo teórico, conceptual, metodológico y epistémico de un tipo de estudios politológicos del SUR- global.

El proceso de larga duración sobre la descolonización de la politología en Nuestra América, recae en la posibilidad de articular la praxis del sujeto en el ámbito de lo público-privado, siendo un aspecto de gran interés en la tarea por construir desde abajo en contrapelo a las discusiones oficiales e instituidas en los poderes moderno-coloniales, para dar paso a la superación de fenómenos complejos como el despojo de la democracia, la incapacidad de las instituciones y la deslegitimidad de los sistemas político- normativos congruentes con la sociedad neoliberal y el Estado capitalista.

La concepción de descolonizar la ciencia política parte de comprender cinco aspectos esenciales en el marco de las epistemologías del sur:

1. Una disciplina de conocimiento que debe reflexionar de forma profunda sobre su estado de arte sin caer en la reproducción de las teorías, enfoques, métodos y metodologías clásicas de corte histórico-investigativo que han sido promovidas en los diferentes espacios de formación pedagógica-institucional. 2. La necesidad de caminar bajo la reflexión crítico-propositiva de los fenómenos estructurales, necesidades coyunturales y demandas colectivas de los sectores más oprimidos de esta época. 3. El proceso de asumir otras epistemes en el campo de la praxis ético-política del sujeto en relación con los procesos integrales que existen en la esfera pública-privada. 4. La capacidad de innovar sobre los enfoques contemporáneos propios de las regiones, comunidades y territorios en movimiento que expresan una crítica –política a las formas de control/dominación de la colonialidad del poder, y por último, el sentido analítico de romper con los paradigmas instituidos de corte estructuralista para dar paso a otras narrativas más congruentes con la crisis civilizatoria de estos tiempos desde abajo, horizontal e intersubjetiva sobre la realidad de los pueblos en resistencia colectiva.

En últimas, el imperativo ético-político y analítico por dar paso a reflexiones de otra naturaleza propia de la ciencia política, también puede ser asumido como un espacio para lograr reflexionar sobre estudios más contextualizados, comunales y dinámicos que puedan teorizar lo que ha hecho la politología estructuralista, pero a su vez pueda dialogar de forma horizontal como la perspectiva descolonizadora en el SUR-SUR al interior de las ciencias sociales de América Latine y el Caribe.

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