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Guerra de los 33 Días: Hezbolá y su victoria contra el sionismo

SegundoPaso ConoSur – La guerra de 33 días que lanzó el régimen israelí contra el sur de El Líbano en 2006 fue, indudablemente, en el ajedrez regional parte de un complot estadounidense para destruir a la Resistencia, ha asegurado en cada fecha conmemorativa de la Guerra del año 2006, el secretario general del Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano Seyyed Hasan Nasrolállah el objetivo del complot era acabar con la Resistencia libanesa, derrocar al Gobierno de Siria y sustituirlo con otro amigo y títere de sus intereses, y al final, terminar con la causa palestina. Hoy, y gracias en parte al valor de Hezbolá, Asia occidental tiene una correlación de fuerzas distintas donde el Eje de la Resistencia permite augurar duros enfrentamientos, en el campo político y militar contra la triada criminal conformada por el imperialismo, el sionismo y el wahabismo

La victoria del Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano -Hezbolá- contra el sionismo, en la expulsión de las tropas invasoras israelíes el año dos mil y el triunfo en la llamada Guerra de los 33 días en junio del año 2006, han marcado un hito que año a año renueva su impronta en beneficio de la lucha , por la autodeterminación de Palestina a través del claro ejemplo que es posible derrotar al nacionalsionismo, recuperar los Altos del Golán sirio , frenar los intentos de desestabilización contra Irán y la política hostil crónica contra el propio Líbano y sobre todo servir como referente a los movimientos de resistencia en Asia occidental y en el mundo.

En el caso específico de la Guerra de los 33 dias entre los meses de julkio y agosto del año 2006, tras 17 años del triunfo de las fuerzas de la resistencia contra la agresión el régimen israelí, en su ataque al Líbano, la región de Asia Occidental aún sufre los embates de la agresión de occidente y sus socios regionales como son Israel y la Monarquía saudí: la ocupación y colonización de Palestina, la guerra de agresión contra Siria desde el año 2011 a la fecha. La embestida crónica ya de la casa al saud y la coalición que comanda contra Yemen desde el año 2015 a la fecha. Las políticas de desestabilización contra Irán, desde el momento mismo del triunfo de la revolución islámica en la nación persa, como también los intentos de fragmentación de Irak.

En este marco descrito resulta indudable, que la correlación de fuerzas ha comenzado a tener un viraje que beneficia al Frente de la resistencia que se extiende desde la frontera occidental de Irán, pasando por cada uno de los países mencionados en forma precedente con sus movimientos, organizaciones políticas y militares, decididas a cambiar el desbalance del poder que se ha vivido en la zona desde le momento mismo del nacimiento de la entidad sionista el año 1948 y los procesos de neocolonialismo llevado a cabo por Washington y sus socios europeos, junto al concurso del sionismo y el wahabismo.

Un escenario que ha significado, en estas casi dos décadas, la recuperación paulatina de la soberanía siria sobre gran parte de su territorio, la consolidación de la importancia política y militar del Movimiento de Resistencia islámica de El Líbano – Hezbolá – la intensificación de la conducta agresiva y criminal del régimen sionista y su crónica política colonialista, racista y criminal contra el pueblo palestino. En este escenario geopolítico, hace pocos días se conmemoraron los 17 años del término de la denominada Guerra de los 33 días en El Líbano, que significó la derrota de las fuerzas sionistas que invadieron el país levantino, con el objetivo de tratar de destruir a Hezbolá, mediante la excusa de recuperar a soldados israelíes capturados y alejar este Movimiento más allá del límite del Río Litani. Traigo por ello a la palestra lo escrito con relación a lo que este hecho significa y volver a pasarlo por el corazón, que es lo que etimológicamente significa la palabra recordar – del latino recordis: volver a pasar por el corazón – (1)

El mundo pudo visualizar que el régimen israelí y un ejército que se creía poderoso, provisto con las más moderna y actualizada tecnología en armas, donde lucían orgullosos el Tanque Merkava, junto a la presencia de la Fuerza Aérea y naves marítimas que pretendían exponer una superioridad aplastante, tuvieron que salir con la cola entre las piernas, tras el triunfo de Hezbolá. Ello, en una Guerra que se recuerda como uno de los hechos gloriosos en la vida del pequeño país levantino y que elevó la figura de la resistencia y de su líder, Seyyed Hasan Nasrallah, en Asia Occidental y en general en todo rincón del mundo donde el concepto de resistencia adquiere relevancia. Toda Asia occidental, como aquellos combatientes que habían derrotado al sionismo y su maquinaria bélica. Inspirando a los movimientos, grupos y partidos del mundo árabe bajo un marco alejado del sectarismo y de las divisiones artificiales entre sunitas y chiitas mutando por un sentir más panislámico.

Doctrina Dahiya

Indudablemente, en esa Guerra de los 33 días, las fuerzas eran dispares, al igual que el número de muertos, 1.200 libaneses, la mayoría de ellos civiles – un tercio de ellos menores de 12 años – muertos a manos de bombardeos terrestres, aéreos y navales, sobre todo sobre los barrios chiitas del sur de la capital Libanesa, que dio nombre a la doctrina de destrucción impulsada por las fuerzas sionistas: la doctrina Dahiya (2) nombre del barrio en Beirut donde el fuego israelí se ensañó contra sus habitantes. Un método militar que el Jefe del Estado Mayor de Israel en ese año 2006 Dan Halutz señaló que serviría “para atrasar los relojes de El Líbano en veinte años”. A pesar de las fuerzas dispares, el Movimiento de Resistencia contaba con un elemento fundamental: la moral combativa, que sólo da la defensa de una patria que se ha ocupado por cientos de años, frente a una potencia colonizadora, extranjera, extraña al mundo de Asia occidental. Hezbolá, valientemente declaró la guerra abierta al sionismo y se preparó para un combate donde resultaría victorioso (3)

Los ataques israelíes se hicieron también con armas prohibidas, en este caso fósforo blanco, como fue reconocido meses después del fin de la Guerra. Efectivamente el ministro sionista de origen marroquí en aquel entonces – ex Ministro de Salud y posteriormente Ministro Sin Portafolio – Jacob Edery admitió que “nuestro país utilizó bombas de fósforo blanco durante los bombardeos de 33 días que la aviación lanzó sobre poblaciones civiles de Líbano y también blancos militares” (4). La Convención de Ginebra prohíbe el uso de fósforo blanco como un arma incendiaría en contra de poblaciones civiles y en ataques aéreos contra fuerzas militares ubicadas en áreas civiles, pero, eso siempre ha sido letra muerta para el sionismo.

La doctrina Dahiya, como estrategia militar planteada por el general israelí Gadi Eizenkot, Jefe del mando Norte de las fuerzas israelíes en la Palestina ocupada, signaba la realización de una guerra asimétrica, que debía darse en un entorno urbano, donde el ejército terrestre, la fuerza aérea y naval debía dirigir todo su poder de fuego hacia la infraestructura civil del país invadido. Con eso se pretendía garantizar, en la lógica de estos generales, el infundir el terror deliberado, expulsando a la población de sus residencias y al mismo tiempo tratar de enfocar las críticas de su sufrimiento a los líderes y organizaciones de la resistencia generando con ello también un daño político a la Resistencia.

Es, por tanto, una conducta bélica planeada, deliberada, con visión destructiva a grado máximo, destinada a ocasionar el mayor daño posible contra la infraestructura sanitaria, portuaria, vial, energética, escuelas, hospitales e incluso contaminar el medio ambiente del país agredido. Tal fue el caso del derrame de miles de toneladas de petróleo en las costas de El Líbano tras los bombardeos israelíes sobre plantas de refinería de este país. Hecho que la ONU mediante una resolución determinó que se le debía pagar 900 millones de dólares al país agredido, ante el daño ecológico causado, sin que hasta el día de hoy Israel haya pagado una libra libanesa y se haya contado con el veto en el seno del Consejo de seguridad de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos (5)

Gadi Eisenkot en los análisis posteriores a la guerra de agresión llevada a cabo por Israel calificó los puntos centrales de la Doctrina Dahiya con las siguientes palabras y que han sido resumidas en un interesante artículo de Johathan Cook de Counterpunch “Lo que sucedió en el barrio de Dahiya de Beirut en 2006 le sucederá a cada pueblo desde el que se dispare contra Israel. Le aplicaremos una fuerza desproporcionada y causaremos allí gran daño y destrucción. Desde nuestro punto de vista, esos no son pueblos civiles, son bases militares. Esto no es una recomendación. Esto es un plan” (6) Estrategia que se repetiría en forma calcada contra la Franja de Gaza en las guerras de agresión del año 2008-2009 – Operación Plomo Fundido – año 2012 – Operación Pilar Defensivo – y año 2014 – Operación Margen Protector- todas ellas con nombres rimbombantes, para gozo de los medios de información occidentales. Agresiones militares que generaron enormes sufrimientos a la población gazetí y la destrucción de viviendas, fábricas, hospitales, escuelas y todo aquello que hace posible la vida de un territorio.

El número de muertos israelíes en la Guerra de los 33 días fue de 159, gran parte de ellos soldados, que a diferencia de su política de ocupación colonial contra Palestina – donde suelen asesinar a hombres y mujeres desarmados, en El Líbano enfrentaron a cuerpos de combatientes experimentados, curtidos en el rigor de la lucha y dotados de armas capaces de causar daño, como lo prueba la destrucción de menos 60 tanques Merkava del Ejército sionista, que hasta ese momento eran considerados los más modernos, mortíferos e invulnerables del mundo. Se une a ello la inutilización de una Fragata israelí del tipo Sa´ar 5 que operaba en las costas libanesas bombardeando posiciones de Hezbolá y que fue alcanzada por un misil desde posiciones de la resistencia. Además, las fuerzas de Hezbolá destruyeron los puestos de operaciones de la Fuerza Aérea y las Fuerzas terrestres sionistas acantonadas en El Líbano y el derribo de 4 helicópteros. No fue el cantar y coser que creían los israelíes y la destrucción de material de guerra y los cuerpos de soldados llegando a Tel Aviv en bolsas negras comenzó a agitar las aguas políticas y sociales del régimen nacionalsionista.

Tanques Merkava destruidos por Hezbollá

Ante el fracaso de su operación militar, los líderes políticos y militares acudieron presurosos a la entidad que tanto suelen criticar hoy en día: la Organización de las Naciones Unidas, para favorecer un alto al fuego que tendiera un manto de humo frente al fracaso bélico de un ejército que frente a la imagen internacional se mostraba invencible. La administración del ex Presidente George W. Bush presionó al ex Secretario General de la ONU el ghanés Kofi Annan, para que la resolución de alto al fuego fuese cumplida en forma inmediata. Una resolución emanada del Consejo de Seguridad de la ONU, que llamó al “cese completo de las hostilidades” solicitando que las milicias libanesas de Hezbolá detengan todos sus ataques y que Israel pusiera fin a todas su “operaciones militares ofensivas”

La Resolución N° 1701 aprobada el 11 de agosto del año 2006 marcó la exigencia que Israel saliera completamente del territorio libanés, sin condición alguna que fuese favorable a los objetivos que plantearon su campaña de agresión: La resolución aprobada por los quince miembros del Consejo de Seguridad estableció que una vez se haya alcanzado el cese de hostilidades, se pide al gobierno del Líbano y a la Fuerza Provisional de la ONU en el sur del país que desplieguen conjuntamente sus fuerzas, al tiempo que se exige al gobierno de Israel a que paralelamente retire todos los efectivos de su ejército. Esto permitiría, según la resolución, que el gobierno del Líbano ampliara su control a todo el territorio libanés, como se estableció en la resolución 1559 y en los acuerdos de Taif, que pusieron fin a la guerra civil libanesa.

La Guerra de los 33 días consolidó el prestigio de Hezbolá como legítimo representante de parte importante del pueblo libanés y a su líder Seyed Hasan Nasralláh como un político de estatura global. Nada ha sido lo mismo para El Líbano desde aquel triunfo pues los conceptos de soberanía, dignidad se solidificaron y se reconocieron en el valor de miles de combatientes libaneses, que enfrentaron a un ejército bien equipado, pero con el terror pintado en sus rostros, que hasta el día de hoy los persigue cuando se habla de enfrentar a Hezbolá.

Aunque las fuerzas sionistas lograron ocasionar enormes daños físicos a la economía del país y asesinar a 1.200 libaneses, destruir importante infraestructura, vital para el desarrollo del sur de El Líbano, cada uno de esos actos perpetrados por Israel obedecía a la necesidad de cubrir con un manto de destrucción sangre, cada muerte de sus soldados invasores, la destrucción de sus tanques, de sus puestos de control de su fragata. Hoy, gracias al esfuerzo de la población libanesa y el trabajo del movimiento de resistencia el sur de El Líbano reverdece y se respira una voluntad aún más potente de resistir a todo aquel que quiera agredir a El Líbano. El verde es el color no sólo del triunfo sino también de esperanza.

A 17 años del triunfo sobre las fuerzas sionistas, Hezbolá está más fuerte que nunca: decenas de miles de misiles, una milicia preparada en el fragor del combate diario contra los movimientos extremistas que han asolado a Siria, país al cual Hezbolá ha tendido su mano generosa. Bien sabe Israel que el Movimiento de Resistencia islámica de El Líbano es un enemigo poderoso. Bien sabe que luchar contra Hezbolá puede significar el principio del fin del sionismo. A pesar de las palabras altisonantes de sus líderes políticos, de ex ministros como el de educación, el colono de origen estadounidense Naftali Bennet, jefe de la organización ultra Hogar Judío, que no se cansa de declarar que Israel debe prepararse para una nueva guerra contra Hezbolá “en la que el conjunto del Líbano se convertiría en un objetivo porque el Líbano es igual que Hezbolá y Hezbolá es igual que el Líbano”. O el ex Ministro de Asuntos Militares, el colono de origen Moldavo Avigdor Lieberman, quien aumentó en forma multimillonaria la asignación de recursos, para dotar de misiles a las fuerzas sionistas, de manera tal que puedan oponerse a los misiles de Hezbolá.

A pesar de ellos, de sus palabras, amenazas y acciones Hezbolá está allí protegiendo la frontera sur de El Líbano. Bien saben los político del régimen infanticida sionista y todo el actual gabinete de terroristas israelíes y sus líderes militares, que la propia sobrevivencia de esta entidad falsaria se juega frente a una posible guerra contra Hezbolá. Hoy, para terror de Israel, presente allí en las cercanías de la frontera de la palestina ocupada, en la frontera de los Altos del Golán ocupado. Allí, presente junto a las otras fuerzas del Eje de la resistencia, dispuestos a asestar un golpe demoledor a todo aquel que quiera entrar en batalla.

La guerra de los 33 días es un recuerdo que el pueblo libanés conmemora con el sabor de la victoria y con el llanto frente a sus miles de muertos y heridos pero orgullosos de haber dado cara a un poder militar que se creía todopoderoso. En Israel, la Guerra de los 33 días sólo implica el tener presente que los 159 muertos de aquel conflicto se pueden multiplicar por miles cuando exista la posibilidad de sentir sobre sus cabezas una lluvia de misiles en una vuelta de mano frente a tantos años de agresión y crímenes contra El Líbano, Palestina, contra el pueblo sirio. El ejército sionista tras la guerra de los 33 días, tal como lo sostuvo Hasan Nasrallah “se vio afectado tras la guerra, sufrió una crisis de confianza y su doctrina militar quedó destrozada”

La guerra de 33 días que lanzó el régimen israelí contra el sur de El Líbano en 2006 fue, indudablemente, en el ajedrez regional parte de un complot estadounidense para destruir a la Resistencia, ha asegurado en cada fecha conmemorativa de la Guerra del año 2006, el secretario general del Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano Seyyed Hasan Nasrolállah el objetivo del complot era acabar con la Resistencia libanesa, derrocar al Gobierno de Siria y sustituirlo con otro amigo y títere de sus intereses, y al final, terminar con la causa palestina. Hoy, y gracias en parte al valor de Hezbolá, Asia occidental tiene una correlación de fuerzas distintas donde el Eje de la Resistencia permite augurar duros enfrentamientos, en el campo político y militar contra la triada criminal conformada por el imperialismo, el sionismo y el wahabismo.

Pablo Jofré Leal

Articulo para SegundoPaso ConoSur

Permitida su reproducción citando la fuente.

 

  1. https://radio.uchile.cl/author/pablo-jofre/
  2. En una entrevista de octubre de 2008 con Yedioth Ahronoth, el comandante del distrito norte del ejército israelí, general de división Gadi Eisenkott lo explicó: «Lo que sucedió en el suburbio Dahiya de Beirut en 2006 sucederá en cada aldea desde la cual se hagan disparos contra Israel. Utilizaremos fuerza desproporcionada en su contra y causaremos inmenso daño y destrucción. Desde nuestro punto de vista no son aldeas civiles sino bases militares. No es una recomendación, es el plan, y ya ha sido autorizado.» La Doctrina Dahiya: una estrategia utilizada para justificar el castigo colectivo y la perpetración de crímenes de guerra, y una amenaza existencial para el Líbano actual.
  3. https://www.lavozdegalicia.es/noticia/internacional/2006/07/14/hezbola-declara-guerra-abierta-israel-tras-ataque-sede/0003_4945643.htm
  4. https://www.europapress.es/internacional/noticia-israel-reconoce-haber-utilizado-bombas-fosforo-territorio-libanes-20061022185650.html
  5. https://www.bbc.com/mundo/ultimas_noticias/2014/12/141220_ultnot_onu_libano_israel_derrame_petroleo_lav
  6. https://rebelion.org/la-doctrina-israeli-de-la-destruccion/

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