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El Nacionalsionismo y el plan de solución final para Palestina. Parte V

Palestina bajo el exterminio del sionismo

La agresión del sionismo, crónico, con todo el poder de fuego que posee, se ha ensañado principalmente contra la población infantil pues la decisión es impedir o al menos retrasar el crecimiento demográfico palestino.  La agresión del sionismo, crónico, con todo el poder de fuego que posee, con todo el desequilibrio existente con las fuerzas palestinas de la Resistencia eleva las cifras en las filas de la sociedad palestina en 22 mil asesinados, de ellos 9 mil niños. 60 mil heridos y la destrucción de gran parte de las ciudades de la Franja de Gaza. Sumemos a ello los miles de hombre sy mujeres bajo los escombros que perfectamente hará llegar la cifra de asesinados en este fin de año 2023 a 30 mil palestinos.  La ruina de la escasa infraestructura sanitaria, industrial es casi total. Una Franja de Gaza sin energía eléctrica ni agua, sometida a una catástrofe propia de aquellas escenas del nacionalsocialismo atacando a los países europeos a inicios de la segunda guerra mundial, en una política de tierra arrasada.

El sueño de Netanyahu y el sector más extremista de Israel – mayoritario por lo demás – es consolidar no sólo el proceso de solución final contra el pueblo palestino y con ello controlar el conjunto del territorio y todo lo que ello implica en materia de los recursos energéticos frente a las costas de Palestina y El Líbano, sino también su cruzada antislámica teniendo como centro a Irán, que se convierte, en alianza con Washington y la OTAN en su objetivo superior. Y, si para ello hay que agredir a Palestina, apoyar al terrorismo takfirí, aliarse con la Monarquía wahabita de la Casa al Saud, intercambiar inteligencia con el régimen turco y las Monarquía Jordana lo hará como también usar las técnicas goebbelianas, sin vergüenza, sin que le tiemble el pulso pues para eso cuenta con la complicidad de Washington, amarrado a su aliado del levante mediterráneo desde el año de proclamación de Israel el año 1948.

El futuro de Asia Occidental presenta negros nubarrones, catalizada con esta nueva agresión a Gaza con un ímpetu que hace recordar las acciones de conquista de las tropas del Tercer Reich en su camino a la conquista de todo aquello que sirviera para su Lebesraum – espacio vital – El laberinto sangriento en el que se encuentra Netanyahu, su casta política y el ejército ocupante nada positivo hace presagiar en materia de lograr un acuerdo que garantice paz, cumplimiento de las resoluciones internacionales, liberación de los miles de secuestrados palestinos. Ese no es el camino que se vislumbra. Israel va camino al despeñadero, inclinado, cada día que pasa más y más hacia el extremismo, la irracionalidad, el delirio perverso del criminal, a la ceguera, la soberbia y el belicismo.

Israel está siendo gobernado por un político, un halcón, un belicista definido por el pensador estadounidense Noam Chomsky como “un atrevido, hipócrita y agresivo” interesado en asegurarse que ninguna fuerza regional, frene la política expansionista de Tel Aviv y la política belicista del Leading From Behind (el dirigir desde atrás) de Estados Unidos en esa zona del mundo. Interesado, igualmente, en cercar a Irán, detener la influencia rusa en la zona del Cáucaso, el avance chino hacia occidente. De esa manera se mantiene el estatus de potencias hegemónicas de Washington y sus aliados que tanto daño, muerte y destrucción han ocasionado a Asia occidental en particular y al mundo en general. Con Netanyahu, Biden y los gobiernos europeos la guerra está de fiesta, y con ella la muestra evidente que el nacionalsionismo debe ser eliminado, cortado de raíz.

El actual proceso de agresión concluirá con la caída de Netanyahu y sus dos décadas de hegemonía y con ello el principio del fin del nacionalsionismo. Eso lo sabe el generalato israelí y sus lideres políticos de derecha y ultraderecha, religiosa y laica que tienen muy presente que esto no es una guerra contra HAMAS como han querido presentarlo, sino que un enfrentamiento contra el pueblo palestino, donde se irán sumando paulatinamente las furzas de El Líbano, Siria para recuperar los Altos del Golán, la resistencia iraquí y el movimiento Ansarolá de Yemen, que tiene en ascuas a las fuerzas israelíes del sur de la Palestina histórica. El frente de batalla se amplia y con ello el aumento de víctimas, no sólo del pueblo palestino, los mártires de esta sociedad, como también de El Líbano, sino también aquello que le está doliendo sobremanera al sionismo: la llegada en bolsas negras de sus bajas en el frente de batalla y en las ciudades que ocupan en palestina.

Ansarolá y fuerzas palestinas en Cisjordania, en las ciudades de Nablus, Jenin, Al Jalil que han elevado la cifra de asesinados en esa Cisjordania ocupada en 600 muertos y cientos de heridos. Las bajas israelíes a pesar del secretismo que rodea ese campo de análisis, han ido demostrando que los muertos en las filas de ese ejército mercenario nacionalsionista se ha incrementado en varios cientos – al menos 600 al cierre de este articulo reconocido por medios israelíes – lo que ha hecho declarar al propio Netanyahu que el camino trazado no tiene nada de fácil como solían verbalizando con una soberbia propia del asesino que se cree impune, pues ese abuso se está agotando. El Fondo de Población de Naciones Unidas ha denunciado que, alrededor del 70 % de los palestinos asesinados en los ataques de Israel contra Gaza son mujeres y niños demostrando de ese modo, que la hipocresía argumental sionista respecto a que su ataque a Gaza era para exterminar a los combatientes de HAMAS simplemente es falso, que siempre, como parte de su política de solución final a lo que denomina “el problema palestino” similar a lo que el Tercer Reich denominaba  “el problema judío” es el exterminio del pueblo palestino.

El asesinato masivo, el desplazamiento forzado, la expulsión, la usurpación, el robo de tierras. El asesinato de niños para tratar de hipotecar el futuro de Palestina. un infanticidio que debe mover a la inoperante comunidad internacional a actuar para frenar estas masacres y al mismo tiempo dar los paso para que se forme un tribunal penal internacional, allí en la Explanada de las mezquitas, frente a la Cúpula de la Roca y la Mezquita Al Aqsa se juzgue y castigue con la pena de muerte a los criminales nacionalsionistas de la misma forma que el mundo juzgó a los criminales alemanes del Tercer Reich en Nuremberg y a los criminales japoneses en la ciudad de Tokio.

Una sociedad como la israelí, dominada por el nacionalsionismo ha consolidado un régimen y una ideología de exterminio donde todas las opciones políticas de una etnocracia, una entidad racista, segregacionista que no cederá nunca en materia de aceptar la autodeterminación de Palestina sin que ello implique su propia desaparición como entidad y son nombres de una catadura moral despreciable como Benjamín  Netanyahu, Benny Gantz, Naftali Bennett, Ayeled Shaked, Avigdor Lieberman, Itamar ben Gvir,  Miri Regev, Amihay Eliyahu, entre otros nombres que más temprano que tarde deben ser juzgados como criminales de guerra. Ya sea por sus acciones o declaraciones encaminadas a plasmar y glorificar una política de genocidio del pueblo palestino.

Cómo es posible aceptar la denominación de democracia para un régimen donde el rimen es su motor. Cómo denominar la mayor democracia del Levante mediterráneo a una entidad que h hecho del exterminio de un pueblo su leitmotiv en política. Un remedo a lo más, una caricatura amplificada por los medios de información dominados por el sionismo y que pretenden mostrar a Israel como una especie de faro en una creciente corriente de islamofobia promovida por las grandes potencias occidentales. El cuento de considerar a Israel como “la mayor democracia de Asia occidental es para incautos, para aquellos seducidos por la mitificación de una entidad, que se ha consolidado en virtud del crimen, la ocupación y colonización de Palestina. Una entidad que ha concretado una etnocracia, donde la condición de judío otorga derechos y el resto de los goyim son simplemente “excremento, ganado, servidumbre” con que los políticos sionistas han calificado a los pueblos de Asia Occidental.

Pablo Jofré Leal

 

 

 

 

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