Opinión

Guerra de atrición y nuevos órdenes mundiales. Parte I

AUTOR: OMAR HASSAAN FARIÑAS. ILUSTRACIÓN: ETTEN CARVALLO

Segundo Paso para Nuestra América.- Atrición es el desgaste o debilitamiento gradual del enemigo como consecuencia de un ataque sistemático. Esto es lo que ha venido sucediendo en contra de Rusia desde varios frentes. Por un lado, los laboratorios mediáticos operan a su máxima capacidad para imponer una narrativa que victimiza a los ucranianos y demoniza a Putin y Rusia. Por otra parte, las sanciones económicas y todas las medidas coercitivas impuestas por Occidente pretenden debilitar a esta nación. La verdad es que ninguno de los actores en este conflicto puede ni debe soportar por mucho tiempo una situación bélica, no solo por sus limitadas reservas, sino porque pone en riesgo el ámbito energético y alimentario del sistema económico global. En esta guerra de atrición se verán perjudicados primeramente Rusia, Ucrania y todo Occidente, pero el desgaste sería a escala planetaria.

“…el mundo unipolar ha llegado a su fin…los estadounidenses ya no son los dueños del planeta Tierra”

Expresidente ruso Dmitry Medvedev, entrevista RT, 24 marzo 2022

“60 millones de personas aparecieron entre 1900 y 1946. Y desde entonces, hemos establecido un orden mundial liberal, y eso no había ocurrido en mucho tiempo. Mucha gente moría, pero ni de lejos [había] un caos…Y ahora es un momento en que las cosas están cambiando. Va a haber un nuevo orden mundial y tenemos que liderarlo. Y tenemos que unir al resto del mundo libre para hacerlo”.

Presidente Joseph Biden, Reunión de la OTAN, 21 de marzo de 2022

“¿Puedes ayudarme a luchar contra tu amigo para que pueda concentrarme en luchar contra ti después?”,

Presentadora de noticias china en su cuenta de Twitter, en referencia a las conversaciones Biden-Xi Jinping, 19 de marzo de 2022.

Sin duda alguna, una de las más poderosas maquinarias de guerra del arsenal estadounidense – sus medios de comunicación global y sus “pundits” de guerra – están operando a máxima capacidad para demonizar a Putin e imponer su propia narrativa, y en eso han sido muy efectivos.

Hace pocos días, sostuve una conversación con un venezolano en las calles de Caracas. El ciudadano insistió en que Putin es la única causa de esta guerra, porque él salió a buscar lo que no se le había perdido, y se le “levantó el mundo encima”. Le pregunté si él sabe quiénes son los verdaderos adversarios en este conflicto geopolítico global, y me informó que es Putin contra todo el “Mundo Pacífico”. No indicar qué escenario final pudiera desear como un “triunfo” para este “Mundo Pacífico” que acababa de salir de Afganistán después de 20 años, y aún sigue enterrado en Irak.

El ciudadano no le gustó mi método “socrático” de responderle. En términos generales, le pregunté si efectivamente él estaba convencido de que el satánico Señor Putin intervino malignamente en los procesos electorales estadounidenses a favor de la candidatura del señor Donald Trump, y en contra de la señora Hillary Clinton, hace unos cinco años. Naturalmente, me respondió de manera afirmativa. El ciudadano igualmente comparte los criterios del Partido Demócrata estadounidense, alegando que el Señor Trump es un “asset” (la palabra significa un “activo”, pero en la terminología de inteligencia, significa un “agente”) del satánico Señor Putin, y por eso “no se puso la postura adecuada agresión contra el malvado ruso, como debería haberlo realizado durante su presidencia. ¿Correcto?”.

Continuando con mi argumento socrático, establecí lo siguiente: “Lo de Ucrania inició en el 2014, y la guerra de baja intensidad en la región de Donbass inició poco después, entre 2015 y 2016, y el Señor Zelenskyy (actual presidente de Ucrania) asumió el poder en el 2019, justo cuando el supuesto “asset” del satánico ruso estaba en el poder en la Casa Blanca. ¿Correcto, o me equivoqué con las fechas?”. El ciudadano perdió todo esto como “temas secundarios e irrelevantes”, y me hizo recordar de cómo las narrativas conservadoras suelen descontextualizar el tema de interés para avanzar sus argumentos.

No obstante, el ciudadano no objetó lo indicado. “Entonces, estimado”, continúa explicando, “la situación actual en Ucrania es producto de la agresión del satánico Señor Putin, por su deseo de incorporar toda Ucrania a Rusia, y finalmente “reconstruir la Unión Soviética, ¿verdad? Ahora bien, a pesar de lo diabólico y malvado que es el señor Putin, podemos por lo menos asumir que no es una persona “estúpida”, o de poca experiencia en la política y la geopolítica, ¿correcto?”. Al ver una señal afirmativa en el rostro del ciudadano, decidió finalizar: “Me puedes explicar entonces, ¿por qué será que el malévolo Putin destruirá su “Unión Soviética” e invadir a Ucrania justo durante el período presidencial de sus peores enemigos – los Demócratas– en vez de aprovechar la presencia de su supuesto “asset” en la Casa Blanca, y así avanzar su aventura con gente en Washington que sea menos hostil hacia él y su país?”.

El punto principal está ahí formulado en este último interrogante, pero pocos lo abordan, ya que requiere pensar en el pasado, contextualizar, asumir una postura crítica, cuestionar lo oficial y lo oficioso, examinar motivaciones que nunca se anuncian, pero tampoco se pueden ocultar , y, finalmente, pero más importante que todo lo demás, busque los hilos del poder, adonde y como sea que se manifiesten estos. El Presidente ruso, por más maligno que sea, no es tan autodestructivo como para lanzar esta ofensiva – la cual supuestamente él siempre ha querido realizar por su megalomanía y todo lo demás – durante el peor momento geopolítico para este emprendimiento, con una administración democrática y altamente hostil en la Casa Blanca, y un odio visceral por parte de los partidarios de la Señora Clinton.

Si el presidente ruso corre el enorme riesgo que está corriendo en la actualidad – con una Casa Blanca altamente hostil y deseosa de destruir a su gobierno (en realidad, lo que quieren destruir es a Rusia) – es porque algo bastante urgente y poderoso lo motivó a tomar estas medidas drásticas, algo que igualmente debe haber sido drástico. Esta motivación drástica, a la vez, debe haberse materializado entre los años 2021 y 2022, ya que durante el periodo presidencial del señor Trump – cuando era mucho más conveniente para Moscú hacer esto– no existió señal alguna, ni siquiera por parte de los escandalosos de los medios pro-demócratas y hasta los voceros de ese mismo partido político estadounidense, de que el malvado Putin invadirá a sus vecinos y buscará reimponer la Unión Soviética y que todo el planeta estará en peligro de las agresiones de Putin. Solo necesitamos regresar en el tiempo al 2020, con una pequeña investigación, podemos ver que nadie estaba señalando los diseños rusos de “tragarse” a toda la región oriental de Europa, como una verdadera posibilidad.

Entonces, ¿qué es esta “motivación drástica” que se evidencia tan marcadamente en el 2021, pero que estaba ausente (o reducida) en el 2020? Pues la expansión de la OTAN, naturalmente. También, paralelamente, tenemos una retórica y una postura igualmente agresiva, provocada, y nueva (o antigua, pero con mucha más intensidad) en la isla de Taiwán, y alrededor del Mar de la China Meridional. ¿Coincidencia? De la misma manera que el rol estadounidense en derrocar a Viktor Yanukovych en el 2014 en Ucrania, fue toda una mera “coincidencia”.

Quien desea tener una memoria truncada y limitada, junto a una visión miope, y oídos que se cierran y se abren de acuerdo a quien es su interlocutor, pues de nada le sirve recordarse claramente del pasado reciente, y de aplicar un poco de sentido común , para buscar motivaciones reales en vez de ciegamente tragarse lo que los medios globales regurgitan, sin preguntarse si estos tienen una razón (o varias) para mentir. Esperamos aquí no tomar este camino.

Actualmente, estamos evidenciando una atroz guerra de atrición, entre la China y Rusia, por un lado, y Estados Unidos y los miembros de la OTAN/Unión Europea/Australia, quienes entre ellos demuestran una escala variante de lealtades hacia el liderazgo estadounidense. Hablamos de una variante de escala porque efectivamente, por más que pretende el Señor Biden argumentar que “la OTAN nunca ha estado más fuerte o más unida en toda su historia de lo que lo está hoy”, la lealtad de Gran Bretaña a la hegemonía estadounidense no es la misma que la de Alemania, por ejemplo.

Hablamos de una guerra de atrición porque existe actualmente una situación que nadie – ninguno de los participantes – puede aguantar por mucho más tiempo. Obviamente, estamos hablando del tema energético, y, más importante, el alimentario. En las condiciones actuales, la salida de Rusia y Ucrania de los mercados globales, con la fragilidad del sistema por la pandemia del COVID-19 y otros factores de antes del 2019 pero que fueron exacerbados por la pandemia, es catastrófica para todo el sistema internacional , y no puede extenderse en el tiempo. Es impresionante observar cómo el precio del pan en Egipto avecina una violenta ruptura social, a raíz de la ausencia del trigo ucraniano y ruso, en los mercados globales.

Rusia no puede sostener la situación de separación de una gran parte de la economía global por mucho tiempo, tampoco le conviene que una guerra extensa tipo Afganistán se desarrolle en Ucrania, lo que sin duda alguna la desangrará en ese país. Las medidas coercitivas unilaterales del Mundo Occidental contra Rusia han sido las más fuertes y violentas que se han aplicado contra cualquier país (aun contra Venezuela, Irán y Cuba) en la historia moderna (quizás con la excepción del Japón, poco antes de la guerra del Pacífico de la Segunda Guerra Mundial), y estas en la actualidad aún no han llegado a ser más severas y agresivas, simplemente porque 25% del petróleo y 40% del gas natural que consume el continente europeo – considerando que actualmente es invierno en ese continente – proviene de Rusia (sin contar lo que suministra Kazakstán, aliado de Rusia). Alemania recibe más de la mitad de su gas natural de Rusia, por ejemplo.

Adicionalmente, en el año 2018, hubo informes de que Rusia se había deshecho de casi toda su deuda del Tesoro estadounidense. Las estadísticas del Departamento del Tesoro estadounidense en ese momento mostraron que las tenencias de Rusia bajaron de $ 96 mil millones a $ 15 mil millones en solo dos meses. No obstante, la reducción de la tenencia rusa de deuda estadounidense no implica que Rusia ganó 81 mil millones de dólares en deuda estadounidense. Es posible que Rusia movió los bonos del Tesoro fuera de Estados Unidos, como por ejemplo en centros extraterritoriales como las Islas Caimán y el banco custodio internacional “Euroclear” en Bélgica, el cual mantiene valores en nombre de los depositantes. Muchos países, efectivamente,

Ahora bien, es muy posible que Rusia posea ciertas reservas de moneda extranjera en estos “corredores oscuros” del sistema financiero global (Euroclear), los cuales se encuentran fuera de las manos de los Occidentales. Si existen, como muy probable que sea el caso, estas reservas de divisas fueron acumulándose paulatinamente desde el 2014, cuando el presidente Putin entendió que el enfrentamiento militar con el Occidente es inevitable, a raíz de la agresividad expansión de la OTAN que nunca cesará hasta que, o la paralicen desde afuera (lo que efectivamente está tratando de realizar Putin) o logre llegar hasta las fronteras rusas e imponerse como una amenaza existencial para el país euroasiático.

No obstante, estas reservas no pueden sostener a Rusia por años. Rusia simplemente no posee una economía que le permita aislarse del sistema financiero internacional por una cantidad extensa de tiempo y, paradójicamente, si logra separarse del sistema señalado, quedará “neutralizada” geopolíticamente, justo lo que desea Estados Unidos. Tarde o temprano, Rusia debe salir de su situación actual, y tratar de que parte de las medidas coercitivas de los europeos (los estadounidenses serán suspendidos cuando Vladimir Putin muera y Rusia se rinda incondicionalmente) sean “relajadas”, asunto que es factible, pero solo después del fin de las batallas en el territorio ucraniano.

Adicionalmente, por los momentos, las potencias más significativas del mundo fuera de este conflicto – China y la India – no han asumido posturas agresivas contra Rusia. Arabia Saudita y su liderazgo dentro de la OPEP, asimismo, no han asumido estrategias para ayudar a estrangular a Rusia. Pero todo esto puede cambiar, si las batallas en Ucrania se transforman en una guerra de guerrillas adonde la atrición del enemigo es la clave de la victoria.

Dando la vuelta a los otros contrincantes de esta guerra entre Rusia y Estados Unidos, la que se está gestando sobre territorios de terceros – como cualquier “Guerra Fría” debe darse cuenta, obviamente – los europeos son los últimos que pueden aguantar esta situación por mucho tiempo más Muchos argumentan que la debilidad europea es de carácter energético, pero los problemas para Europa son mucho más serios que este: la comida misma se está despareciendo de todo el mundo, y las consecuencias se sienten ya marcadamente en países como Gran Bretaña y varios países de la Unión Europea.

Como todo en la economía global, un pequeño “sismo” en un sector causa secuelas y ondas destructivas a lo largo de todo el sistema, con réplicas en zonas que nunca consideramos que podrían ser afectadas, hasta que se nos impone en la realidad. Si nos recordamos de nuestra pandemia favorita, el COVID-19 causando (y sigue causando) impactos adversos en áreas de la economía global y las sociedades humanas que nunca nos hubiéramos imaginado que pudieran suceder. Igualmente, la salida de Ucrania y Rusia del mercado global, tanto por la guerra como por las “brillantes” medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos y sus aliados, tienen y seguirán teniendo impactos perjudiciales que, aunque afecten a todo el planeta, sus peores impactos se sentiran y se profundizaran en Europa, antes qie en el resto del mundo.

Todo esto le aplica igualmente a Estados Unidos, razón por la cual los emisarios del señor Biden fueron hasta la puerta de los “malvados” Maduro y Jamaeni en Caracas y Teherán para ofrecer “regalos” que logren “calmar” las enfurecidas aguas de los mercados energéticos mundiales. El propósito no era permitir a Caracas o Teherán que vendan más petróleo, sino calmar los mercados con señales falsas.

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