LATAMPolítica

Dieciocho años de historia, 18 años del ALBA

Segundo Paso para Nuestra América.- La historia de las luchas revolucionarias, antiimperialistas y anticapitalistas en América Latina saborearon grandes victorias y también importantes derrotas. La primera ola de gobiernos progresistas en la región —parte de estas luchas— heredó al mismo tiempo una de esas victorias políticas indiscutibles: La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos ALBATCP. Si bien es cierto que su naturaleza ha sido contingente, y que por muchos años se aprovechó del auge de los “commodities”, de la propia ola de gobiernos progresistas, también es cierto que 18 años de historia no son pocos, y que seguramente albergan mejores entendimientos, mayor madurez política e institucional, y cómo no, mayores desafíos.

La cristalización de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América entre 2004–2009 con la adhesión de Bolivia, Nicaragua, Dominica, Honduras, Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas, Ecuador e incluso la declaración de intención de Paraguay; su fortalecimiento con Haití y Surinam como invitados especiales durante el 2012, y la adhesión posterior de Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves; y Granada entre 2013 y 2014, permitieron establecer un marco político de integración, en cierto grado ideológico, y unos elementos para el diálogo y la concertación regional, así como unos principios y ejes de materialización de las políticas para la independencia, la soberanía, la cooperación y complementariedad, el desarrollo y la sostenibilidad, entre otras no menos importantes.

Aunque su nacimiento fue temprano tanto como sus logros, su sostenimiento se dificultó a partir fatalidades como la muerte de Hugo Chávez y Fidel Castro —parte de sus propulsores y líderes principales— así como la experimentación de diferentes crisis políticas en la región que pasaron por los intentos de golpe como el de Ecuador en 2010, la violencia opositora y el bloqueo económico contra Venezuela a partir del 2013, la aplicación del lawfare contra líderes y gobiernos progresistas aliados como el de Dilma Rousseff y Lula Da Silva en Brasil, Manuel Zelaya en Honduras, Fernando Lugo en Paraguay y hasta Jorge Glas vicepresidente de Ecuador durante el gobierno de Lenin Moreno.

El parto de la Alianza

Ha venido cuajando, fíjense, una propuesta alternativa que con mucha modestia nosotros lanzamos desde Margarita. Fue la primera vez que públicamente lanzamos la propuesta. Fidel estuvo con nosotros ese día, era diciembre del 2001 […] pero fue en aquella Cumbre de la llamada Asociación de Estados del Caribe, cuando a mí se me ocurrió lanzar apenas la consigna. Que hasta entonces era simbólica por cuanto no dejaba de ser incluso una especie de travesura contra el ALCA, el ALBA, y bueno con todo ese sentido ¿no?, del amanecer, de una nueva era. Yo recuerdo que nos despedimos allí en Margarita y Fidel se vino para acá, yo regresé a Caracas y a los pocos días me llega una nota de Fidel por Germán, donde solicita que le envíen una copia de la propuesta del ALBA. Y yo dije, ¡¿qué propuesta?!, ¡eso no está escrito en ninguna parte!, pero Fidel siempre, como se dice… con su impaciencia… por decirlo de alguna manera. Nos hemos puesto a trabajar, en Venezuela, en Cuba y en otros países, en otros espacios y a los pocos meses comenzaron a salir propuestas que hoy conforman ya un cuadro…que hoy conforman ya sin duda una alternativa, mejor presentada, ¡Y ya en marcha!.

(Hugo Chávez Frías, Teatro Karl Marx, Cuba, año 2005)

Durante más de dos décadas desde los albores del año 2000 hasta nuestros días, los esfuerzos quizá desiguales pero no menos importantes de los gobiernos de varias de estas naciones de la región, estuvieron dedicados a superar las prerrogativas del proyecto norteamericano denominado Área de Libre Comercio de las Américas en sus siglas ALCA, que buscaba un acuerdo económico multilateral al estilo free trade o libre comercio, con todos los países del continente, con la excepción honrosa de la República de Cuba. Aunque la promoción de este acuerdo inició a mediados de la década del 90, era durante el año 2005 que se esperaba su entera ejecución. Cuestión que para fortuna de la historia de la región no pudo consolidarse y abrió una brecha política sin precedentes entre el gobierno de los Estados Unidos liderado por George W. Bush y los pueblos y gobiernos contrapuestos a este proyecto, encabezados otrora por Canadá y México, ahora por Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Honduras, Ecuador, Paraguay, Argentina y Brasil y varias islas del Caribe.

El ALCA intentaba hasta entonces determinar las bases para alcanzar su proyecto de globalización neoliberal, basado en la idea de un nuevo orden económico mundial que consolidaría la supremacía norteamericana sobre el mundo, pero con la fuerza que le imprimiría la explotación de los recursos del continente, la facilidad de la mano de obra barata, la lógica de los mercados desregulados, e incluso, la plusvalía ideológica (en palabras del venezolano Ludovico Silva), en la que los países del continente debilitados por años de dependencia y estancamiento, quedaban aún más expuestos a la explotación y a la miseria.

Fue entonces a partir de la unión de las fuerzas políticas de Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, Daniel Ortega, Manuel Zelaya, Rafael Correa, Fernando Lugo, Néstor Kirchner, Lula Da Silva, que este aparataje del tratado de libre comercio norteamericano fue obstaculizado en buena manera y suplantado por una nueva fuerza/movimiento que se denominó ¡No al Alca!, una campaña que ya venía siendo el epicentro de la integración desde décadas anteriores, y que se fortaleció no sólo con el ascenso de los gobiernos progresistas o de izquierda, sino con una fuerza mayor: la integración de los pueblos latinoamericanos a partir de sus organizaciones, movimientos y luchas.

La historia de la imposición de los tratados de libre comercio en países del norte como Canadá o México en las décadas de los ochentas y los noventas, con la Iniciativa para las Américas o el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ya había traído pulsiones organizativas desde los movimientos sociales, como la Coalición Quebequense de Oposición al Libre Comercio (CQOL), o la irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), pero no fue hasta la creación de la Alianza Social Continental en 1997 y posteriormente la Cumbre los Pueblos en 1998, que los movimientos sociales del continente lograron contraponerse con mayor fuerza a la Cumbre de las Américas, como epicentro de las negociaciones de estos tratados.

La campaña contra el ALCA arengó además la creación de diferentes Cumbres, Encuentros o manifestaciones contra el Tratado de Libre Comercio, promovidas por organizaciones sociales reconocidas o emergentes en medio de este convulso panorama en la región, en cada latitud posible el movimiento campesino latinoamericano, los movimientos estudiantiles, ambientales, feministas, afroamericanos, indígenas, de derechos humanos, entre otros, iniciaron un periplo sin precedentes en el debate, organización y acciones contra la imposición del ALCA, que no sólo derivó en plataformas internacionales contra las políticas neoliberales norteamericanas, si no que logró cristalizar liderazgos regionales, nuevas formas de integración popular, y nuevos códigos y símbolos que ponían en sintonía y en franca potencia la democracia revolucionaria en el continente, tal como lo ha sido el ALBA TCP.

A 18 años de su fundación

Recientemente durante la XXII Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos, al cierre del año 2022, se conmemoraron ya 18 años del origen y desarrollo del ALBA TCP. Fecha aprovechada para revisar desde el desenvolvimiento y los retos del mecanismo de integración, hasta los desafíos por venir a partir de la reconfiguración geopolítica de la región, en lo que se ha denominado como una nueva ola progresista, que vendría a ser una nueva oportunidad para la integración político, económica y social de la región, a pesar de las adversidades experimentadas en el reflujo político de los años previos, y a pesar de las condenas de tantos voceros del imperialismo y la derecha que auguraban un “ocaso del Alba” o un “último vals tercermundista”.

Si bien es cierto que su naturaleza ha sido contingente, y que por muchos años se aprovechó del auge de los “commodities” relacionados al fortalecimiento del mercado de hidrocarburos y otros recursos, de la propia ola de gobiernos progresistas, también es cierto que 18 años de historia no son pocos, y que seguramente albergan mejores entendimientos, mayor madurez política e institucional, y cómo no, mayores desafíos, como los establecidos en la Declaración del XXII Consejo Político del ALBA-TCP relacionados a la promoción de un orden internacional, justo, democrático y equitativo; la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, el rechazo a las medidas coercitivas unilaterales contra Estados soberanos, al apoyo a los países caribeños en su justo reclamo de compensación por el genocidio de la población nativa y los horrores de la esclavitud y la trata trasatlántica, la intensificación la cooperación, incluida la multilateral.

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