Felices Fiestas y Próspero Año Nuevo
Islamaldia – Estamos en vísperas del año nuevo. Muchos cristianos de todo el mundo se preparan para festejar la Navidad y el Año Nuevo. Por supuesto, la situación del coronavirus ha disminuido la emoción de la fiesta, y por ello todos deseamos que el virus desaparezca del mundo y en los próximos años la gente se pueda reunir para las fiestas y celebraciones sin estrés ni preocupaciones, con alegría y felicidad.
El nacimiento de Jesucristo (la Paz sea con él), según los Evangelios, es el 25 de diciembre, día en que se festeja la Navidad. Los cristianos van a la iglesia para celebrar el nacimiento de Jesús, pero también ese día cantan villancicos y dan gracias a Dios en las calles.
Jesús (P), ese gran profeta divino, no solo tuvo un nacimiento extraordinario y milagroso, sin padre y con una madre virgen, sino que toda su vida estuvo tachonada de milagros divinos bellamente expresados en el Sagrado Corán.
El sagrado libro del Corán describe aspectos relevantes de la vida de María y Jesús (P) con un lenguaje expresivo y un estilo narrativo, y menciona a Jesús (P) y a su virtuosa madre, María, de la mejor manera.
Los musulmanes creen que María es una de las cuatro mujeres más destacadas del mundo. Su padre era Joaquín (Imran) y su madre, una mujer muy virtuosa que creía en Dios, llamada Ana. El Sagrado Corán en la sura Al-Imran narra aspectos interesantes sobre la promesa de la madre de María, el nacimiento de esta y su crecimiento. La madre de María, estando embarazada, prometió que de tener un niño lo pondría al servicio de Dios y del templo (versículo 35 de la sura Al-Imran).
El versículo 36 de la sura Al-Imran, sobre la madre de María, dice: “Pero cuando se quedó embarazada, se dio cuenta de que era una niña. “El dolor la abrumó (pues tal vez no podría cumplir su promesa). Sin embargo, llamó a su hija ‘María’, la sirvienta del templo, para que sirviera al templo.”
Luego, los sacerdotes discutieron sobre a quién poner al cuidado de María, se hizo un sorteo y salió el nombre de Zacarías (versículo 44 de la sura Al-Imran).
Zacarías, que era el hombre más piadoso de su época y guiaba a la gente hacia la piedad y la felicidad, se hizo cargo de María y esta sirvió en el templo hasta que alcanzó la pubertad. Entonces Zacarías instaló un lugar secreto para María en el templo para que pudiera adorar a Dios lejos de la vista de los demás y donde nadie excepto él entraba.
María estaba tan absorta orando a Dios en su lugar de adoración que desde el cielo le mandaban comida.
En el versículo 37 de la sura Al-Imran se dice al respecto: “siempre que Zacarías entraba en el altar de adoración de María, veía comida preparada en su altar, un día le preguntó: ¡Oh María! ¿De dónde vienen estos alimentos?” María dijo: “es de Dios, que da sustento a quien Él quiere”. Esa honorable dama comió comida celestial para dar al mundo un niño sagrado y de la excelencia de Jesús.
En el Sagrado Corán, Dios alaba a María con grandeza y pide no solo a las mujeres sino también a todos los creyentes que sigan el ejemplo de María. En el versículo 13 de la sura Tahrim, dice: “y Dios pone a María, la hija de Imran, como ejemplo a los creyentes”.
El Sagrado Corán, con su hermosa introducción de María y su pureza, y su hijo Jesús, el profeta de Dios y el gran evangelista, presenta a Jesús (P) y a su querida madre María (P) a los cristianos y también a los musulmanes con gran amor y respeto; y estas dos personalidades divinas inspiran a los musulmanes de muchas formas.
El difunto Allamá Kashif al-Ghatta dice al respecto: “sería imposible conocer la grandeza y pureza de Jesús (P) sin las explicaciones y alabanzas que aparecen en el Sangrado Corán sobre él y su divina madre María. Porque si nos remitiéramos a los Evangelios, la pluma se avergonzaría de describir así al Profeta”.
Una de las expresiones más hermosas del Sagrado Corán sobre Jesús (P) habla del respeto y humildad que siente hacia su madre, María. Una virtud moral fundamental a la que se le ha prestado especial atención en las tradiciones islámicas es aquella en la que se advierte a los hijos ante el hecho de abandonar a sus padres o cualquier forma de rebelión y crueldad, especialmente hacia sus madres. Jesús (P) dice: “(y Dios) me ha hecho bondadoso y virtuoso con mi madre, no un opresor y un maltratador” (sura Maryam, versículo 32).
Otro aspecto relevante del carácter del gran profeta de Dios, Jesús (P), que se aborda en el Sagrado Corán, es su obediencia a Dios. En los versículos 30 y 31 de la sura Maryam, se dice: “(Jesús de repente habló) y dijo: ‘soy el siervo de Dios. “Y Él me ha hecho un ser bendecido dondequiera que esté, y me ha aconsejado que ore y pague el Zakat mientras viva”. Contrariamente a la creencia de la gente del Libro, el Sagrado Corán presenta a Jesús como a un siervo obediente de Dios, no como a Dios, con lo se rechaza explícitamente cualquier forma de trinidad y, por tanto, de politeísmo.
Como otros profetas divinos, Jesús (P) fue un asceta y un devoto y se mantuvo alejado del materialismo mundano. El Imam Ali (P), sobre el estilo de vida de Jesús (P), dijo: “su almohada era de piedra, su ropa era áspera y su comida, mala. Su guiso era el hambre; sus luces en la noche, la luna, y su dosel por el día eran el este y al oeste de la tierra. Sus frutas y verduras eran plantas que se cultivan en diferentes áreas”. Además, el Imam Kazem (P), sobre la dulzura de la fe pura de una cita de Jesucristo (P), dijo: limpiáis el trigo y lo moléis bien para saborearlo y hacerlo apetecible. “así pues purificad y perfeccionad la fe para que encontréis su dulzura, y al final, os beneficie”.
Jesús, hijo de María (P), como otros profetas divinos, fue enviado por Dios para guiar a los seres humanos y llevar a la humanidad a la salvación y la felicidad eternas. Tenía el poder de obrar milagros y un espíritu piadoso. Desde su niñez, hablaba como un adulto y predicaba ante la gente. Resucitaba a los muertos con su respiración mesiánica. Con sus manos hizo una florecilla en forma de pájaro, sopló y la flor se convirtió en un pájaro real y vivo y voló de sus benditas manos. Tocaba los ojos de los ciegos y les devolvía la vista, y así vieron la belleza de su profeta que los miraba con bondad. Sí, Jesucristo vino a guiar los corazones hacia la bondad y las virtudes, predicando un comportamiento bueno y bondadoso, luchando contra las herejías difundidas por los eruditos judíos mundanos de su época.
En repetidas ocasiones prometió a sus discípulos, los apóstoles, que un profeta llamado “Ahmad” sería enviado después de él, que traería un libro y una ley. Sí, los profetas se reconocían y no tenían otro objetivo que llevar a la humanidad hacia la excelencia humana y espiritual. El Corán nos dice que Jesús (P) no fue crucificado ni asesinado: Dios lo ascendió a los cielos y, con el advenimiento del salvador del mundo humano, Imam Mahdi (P), Jesús (P) también reaparecerá y volverá.