Arte

Sebatiäo Salgado: Memorias de la Esplotación

AUTORA: MARÍA ALEJANDRA PORTILLO. ILUSTRACIÓN: ETTEN CARVALLO

Segundo Paso para Nuestra América.- En las manos de Sebatiäo Salgado la imagen capturada en blanco en negro se trasforma en la voz de los sin voz. Su obra ha permitido que la fotografía latinoamericana trascienda fronteras y rompa todas las lógicas geográficas. Al tensionar de esta manera la geopolítica del poder hegemónico, crea puentes entre los países del surglobal. En esta nota hacemos un brevísimo recorrido por sus trabajos más emblemáticos, teniendo como hilo conductor las grandes contradicciones que reflejan la pobreza, el hambre, la explotación de hombre por el hombre y la devastación de la naturaleza desde la perspectiva de este extraordinario fotógrafo social.

Paris, 1970. Un hombre por primera vez se asoma a través del visor de la cámara Pentax de Leila, su compañera de vida. Esa mirada cambiaria para siempre su razón sensible. La certeza inicial por la pasión encontrada se traducirá en un lenguaje en blanco y negro que harán de Sebastiäo Salgado un fotógrafo que entrega en sus imágenes coordenadas de creación de la memoria y promete escribir con luz los hallazgos encontrados.

El filme de Win Wenders y Juliano Ribeiro Salgado, titulado La sal de la tierra, inicia con una pregunta “¿Un filme sobre la vida de un fotógrafo? “; la respuesta se fundamenta en la etimología de las palabras “photo” (luz) y “graphein” (escribir o pintar). De allí que fotógrafo es todo aquel o aquella que pinta/escribe con la luz y las sombras.

Este fotógrafo, que ofrece una propuesta crítica a través de la imagen que captura de la realidad, movimiento que se conoce como fotografía social, nos dice “Cada persona que muere es un pedazo del mundo que muere”. Salgado ha recorrido casi la totalidad del planeta. Su lente ha recogido la mirada del hambre, el éxodo, la devastación de la naturaleza, el sufrimiento, la guerra fratricida, el éxodo, los campos de refugiados; al trabajo explotador concebido dentro de la urdimbre capitalista, lo maravilloso y lo brutal, lo cálido y lo escatológico desde un método de trabajo profundo, pausado, cercano siempre a lo humano, a la naturaleza.

Ha sido admirado por muchos y quienes lo criticaron, como diría Susan Sontag y algunos periodistas del New York Times guardan en la sospecha de hermosear la pobreza, sus armas más afiladas. La respuesta ante sus detractores fue contundente, en sus palabras: Se dijo que yo hacía estética de la miseria. ¡Y una mierda! Fotografió mi mundo. Su licencia poética está en el mismo hecho de ser latinoamericano, de ser un hombre del tercer mundo como el no duda en reconocerse, en las penurias de nuestros pueblos y los pueblos del mundo. Pero también vale decir que en sus entregas fotográficas da fe a través de la luz y las sombras de sus alegrías, sus quehaceres diarios, sus oficios y faenas.

El día de hoy quiero hablarles sobre tres de sus principales inquietudes, a saber, el trabajo, la migración y el hambre. Comenzaré diciendo sobre el primer tema, el trabajo, que su interés principal ha sido mostrar la tensión que existe entre las formas tradicionales de transformación y producción versus la imposición del proceso de industrialización.

En su libro Trabajadores: Una arqueología de la era industrial podemos apreciar las desgarradoras imágenes de mujeres y hombres expuestos a las más humillantes jornadas de trabajo. Se trata de una recopilación de 300 imágenes que muestran los cuerpos de trabajadores y trabajadoras de 23 países distintos, en las condiciones más abyectas, castigados por el sol, el mar y los pesados fardos extraídos de las entrañas de la tierra. Un trabajo duro y mal remunerado; ellos reflejan a milllones de trabajadores que corren la misma suerte.

Del mismo modo, en la muestra fotográfica denominada Gold, Salgado continua visibilizando verdades incómodas. En esta ocasión muestra imágenes de Sierra Pelada, la mina de oro más importante de Brasil. En ella se aprecia a cientos de garimpeiros que laboran en las minas y son comparados metafóricamente con un hormiguero asfixiante, al respecto nos comenta Casi podía escuchar el murmullo del oro en esas almas. En picado, los hombres parecen hormigas; en contrapicado, gigantes, ‘héroes’.  

Otro tanto ocurre con su trabajo sobre los movimientos migratorios humanos del campo a la ciudad. En su libro Migrations, nos cuenta desde la imagen, esta vez desde 43 países en todos los continentes, cuál es el trasegar de estos hombres y mujeres impelidos a moverse de su lugar de origen por condiciones sociales, económicas y políticas dantescas.

La última y más desoladora de sus inquietudes, el hambre. Esta idea transversalizó sus primeros trabajos fotográficos. La duración, organización y empeño sobre este proyecto lo llevo a permanecer 18 meses en la realidad africana. Allí pudo hacer acopio de miles de fotografías que tenían un solo fin, denunciar las condiciones de miseria y hambre sufridas en ese continente.

Su último trabajo, Amazonia, hizo que permaneciera en el centro del corazón latinoamericano. Como en todas sus iniciativas, el tiempo y las distancias no son inconvenientes, así que Salgado supera estos escollos y se interna en la búsqueda de imágenes reveladoras.

La idea central de esta muestra es levantar un testimonio visual de los impresionantes elementos que constituyen este bioma: meandros, mesetas, selva, ríos, lluvias impresionantes que parecen paredes infranqueables. Todo ello se entrelaza con los hombres y mujeres, con los pobladores de comunidades indígenas que construyen, cultivan y habitan de manera amorosa esta última frontera de lo desconocido.

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