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Luis Galíndez: Símbolos Furtivos

PRODUCCIÓN Y TEXTO CURATORIAL: ÓSCAR SOTILLO MENESES

Segundo Paso para Nuestra América.- Se esconden en la obra de Galíndez signos muy antiguos que a través de su mano vuelven a establecer puentes con un presente complejo y paradójico. Este pintor venezolano con más de cuatro décadas de experiencia reafirma el oficio de pintar a través de las construcciones identitarias y el entendimiento integral de una práctica creadora que lejos de haber sido superada continúa siendo de vital importancia en la construcción de las experiencias sensibles

Símbolos Furtivos

Óscar Sotillo Meneses

El horizonte está poblado de vocablos indígenas, los planos dejan a la mirada deambular con calma por las texturas, por los tonos, por las anotaciones simples que de cuando en cuando rompen la tranquilidad del rojo , del negro o del blanco. Las palabras ancestrales en los idiomas originarios de América nos advierten que los paisajes internos de Galíndez están anclados en un ritualismo antiguo, en un ceremonial que se ha perdido en los tiempo y que de algún modo mágico y casi imperceptible sigue viviendo entre nosotros. Esta ritualidad que recoge el pintor es frágil y telúrica, es de tierra y grandes rocas y a la vez de las más sutiles poéticas del trazo, la textura y las extensiones cromáticas.

El conjunto de obras de Luis Galíndez se presenta bajo el nombre de símbolos furtivos. La naturaleza furtiva de las relaciones visuales indica que algo sucede velado por otra materia u otra idea que no deja ver con claridad. ¿Qué es lo que esconden estos símbolos? ¿De qué se esconden estos símbolo? Acaso un antiguo código eterno, que ninguna intención de muerte ha podido apagar. No está allí el verdadero objeto, se trata de un símbolo, de una imagen que representa una realidad distinta. Los planos pictóricos y sus relaciones texturales y cromáticas son acá una intención poética y mística de asir sensorialidades profundamente heridas pero que laten esta vez desde la práctica creadora y un conjunto de telas y pigmentos se convierten en un espacio reflexivo y a la vez de protesta.

El gesto pictórico es otro componente clave de este conjunto. Las leves alusiones a pictogramas corporales, tramas textiles o ritmos visuales elementales conviven con arrebatos y estruendos que dejan su huella en el plano. Lo símbolos furtivos de Galíndez andan los caminos del gesto y de la paciencia, de la meditación y de la danza compulsiva ante una superficie que el pintor sabe destinada a portar una fuerza vital inagotables. Galíndez se convierte en un intérprete que debe ser canal por donde fluyen estas fuerzas que él sabe eterna y a las que le presta, en la práctica del taller, su condición humana para que una vez más se hagan visibles.

Luis Galíndez ha demostrado que su práctica artística es esencial. No hay aquí artilugios ni acomodos que persigan espacios de vitrina. La práctica pictórica de este creador venezolano aparta modas e influencias, imposturas y claudicaciones para dejar por sentado que esta obra es parte de una larga línea histórica que desconoces los cortos tiempos vitales del individuo. Ademas es justo entender que el símbolo es un elemento de naturaleza gregaria, múltiple, colectiva y el artista lo sabe.

La invitación es a que la mirada recorra los espacios y las texturas, a que los sentidos se dejen llevar por la intuición antigua y ritual que propone el artista. Cada obra de este conjunto es parte de una antigua memoria de resistencia que bajo una abanico cromático reducido rinde homenaje a la espiritualidad y a la tierra. Estos símbolos furtivos son una afirmación del profundo entendimiento de nuestra relación con la tierra y con nuestra historia.

 

@galindezarte

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