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Movimientos migratorios contemporáneos: Factores propulsores

AUTORA: JESSICA PERNÍA. ILUSTRACIÓN: ETTEN CARVALLO

Segundo Paso para Nuestra América.- Los procesos migratorios están enmarcados en la lucha de clases internacional. Podemos comprender cómo desde este marco se configuran los movimientos migratorios, así como el tratamiento político, institucional, financiero y mediático sobre el fenómeno, develando los intereses de los bloques de poder, que pretenden, no solo regular o controlar la actividad migratoria, sino aprovecharse de ella.

Existe un recrudecimiento de la explotación de grandes masas de trabajadores que se desplazan a los centros urbanos e industriales, en un movimiento que puede evidenciarse, tanto hacia el norte desarrollado industrial, como hacia las metrópolis de las potencias emergentes y del sur global. Este movimiento ha ocurrido desde el desarrollo de la revolución industrial, pero en este momento está configurado por un conjunto de factores determinantes en el impulso de los movimientos migratorios contemporáneos: Las diferencias entre el norte desarrollado y el sur empobrecido, el desarrollo de grandes centros industriales en Asia, América del Sur y el propio continente africano, la influencia de los medios de comunicación y sus determinaciones en las aspiraciones vitales de gran parte de los migrantes, así como el propio negocio en torno al fenómeno migratorio.

La devaluación de los Estados dependientes

El debilitamiento de los Estados dependientes los transforma en apéndice del poder transnacional, que determina sus políticas monetarias, educativas, sanitarias, su legislación en materia de recursos naturales y el desarrollo de proyectos industriales a través de organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial.

Los países dependientes de esta maquinaria global, en ocasiones, se enfrentan a estos mecanismos de control transnacional sobre las nociones de soberanía nacional e independencia.

En algunos casos inclusive han logrado con éxito impulsar proyectos alternativos que han sacado a millones de personas de la pobreza, pero en la medida en que otros deciden confrontar la política injerencista, se convierten en enemigos, comienzan a ser asediados diplomáticamente, debilitados económicamente para socavar el apoyo popular, debilitada también su institucionalidad, y quebrantadas sus economías internas a través de mecanismos coercitivos o sanciones.

El relato hegemónico

El relato contemporáneo del hegemón banaliza la lucha de clases mientras mediatiza la aparición de luchas emergentes basadas en la noción de libertad individual, manoseada por la ideología imperante. Y aunque no se niega la aparición de nuevas luchas sociales en términos étnicos, de género, credos o franjas etáreas, se debe privilegiar el análisis desde el forcejeo entre poder y resistencia, opresores y oprimidos, capital y trabajo, y en la forma en que se estructuran justamente los relatos sobre la migración desde los mass media y sus redes sociales, aparatos ideológicos del hegemón.

La utilización mediática y política de los movimientos migratorios como consecuencia de la mala praxis económica y social de los estados fallidos, es el núcleo del relato de los medios hegemónicos en la actualidad, que tiene sus centros generadores de opinión en lo bloques de poder del norte industrializado. En este relato encontramos una maximización del fenómeno en determinados países; en el caso de Nuestramérica, con la divulgación periódica de la crisis humanitaria en países como Venezuela, Nicaragua o Cuba; pero también en el movimiento migratorio que se produce desde África hacia Europa, o el de Medio Oriente hacia Europa; regiones para las cuales se han aplicado políticas progresivamente restrictivas a la migración desde la década de los 70 del siglo XX tras la crisis del petróleo, así como también países desde los cuales se ha estigmatizado al migrante como terrorista, criminal, y responsable del desplazamiento laboral de los europeos, a pesar de que “De los 8,4 millones de migrantes de África Occidental, menos del 10 % se dirige a Europa” como refiere el Instituto Francés de Investigación para el Desarrollo IRD, el resto de esta población migrante se desplaza a diferentes regiones del propio continente.

En el caso del fenómeno migratorio de Venezuela, la estigmatización del migrante está sujeta al uso de la categoría de refugiado, lo que le otorga una distinción sobre cualquier otro movimiento migratorio de la región por causas políticas, conflictos bélicos, desastres naturales, o conmociones sociales. Esta caracterización impide distinguir las cifras reales de la migración venezolana y sus motivos, así como deja a libre interpretación —o manipulación—, la verdadera condición o motivación de los refugiados.

Las cifras oscuras tras la migración

La ausencia de datos precisos sobre la migración y la sobreexposición de las tendencias migratorias que se ajustan a conveniencia de los intereses de los centros de poder impiden el reconocimiento de la magnitud del proceso migratorio. Volvemos a usar el ejemplo del caso venezolano, que, según datos aportados por la Organización de Naciones Unidas en 2019, alcanzaba 2.519.780 emigrantes. Este dato contrastado con el de la Agencia de la ONU para los refugiados permite evidenciar severas contradicciones. Esta agencia señala que para 2019 Venezuela tenía un aproximado de 4 millones de migrantes, y que, en la actualidad, a pesar de los años de pandemia, se aproxima a 7 millones de migrantes. Además, el relato en el que más se hace énfasis es en el de los refugiados, a pesar de que estos representan un porcentaje cercano al 3,1% del total de la población migrante según la ACNUR, es así como este uso manipulado de las cifras alimenta el discurso de la crisis humanitaria, y justifica acciones en contra del gobierno venezolano, teniendo implicaciones en otras aristas.

Las cifras garantizan el movimiento de recursos para la atención de los migrantes y refugiados. A estas alturas está clara la cantidad significativa de recursos financieros destinados a organizaciones no gubernamentales desembolsada a través de los organismos multilaterales con el pretexto de atender el fenómeno migratorio, pero ésta pretendida atención no representa siquiera un paliativo a la profundidad de las problemáticas que afectan a la población migrante y a los refugiados.

Podemos volver aquí sobre el ejemplo venezolano. La llamada “crisis humanitaria” en Venezuela fue el fermento para la movilización de recursos y la disposición de parte del erario nacional por parte de grupos políticos que promovieron el esquema de sanciones y la crisis institucional del año 2019, tras el desconocimiento de la elección presidencial de 2018. Según Mike Pompeo, antiguo secretario de Estado de la gestión Trump, 1500 millones de dólares fueron otorgados a la oposición venezolana en este marco, información divulgada por el propio departamento de estados y la Unión Europea.

Durante el mismo año 2019, la Asamblea de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo aprobó el uso de su Fondo Especial de Donaciones para “cooperar” con la atención del fenómeno migratorio en América Latina y el Caribe con un aporte de 100 millones de dólares combinados con operaciones de financiamiento del Banco por 800 millones de dólares.

Durante el año 2021, el propio directorio del Banco Mundial aprobó un préstamo por 500 millones de dólares complementado por una contribución de 26,4 millones de dólares del Mecanismo Global de Financiamiento Concesional, dirigidos a las políticas de contención migratoria del gobierno colombiano. Experiencia replicada por otro número de instituciones multilaterales para otros países de la región receptores de migrantes,

ACNUR por otro lado, solicitó a la Organización de Naciones Unidas en 2022, 1.720 millones de dólares para la atención de refugiados y migrantes en comunidades de acogida en América Latina, todos presupuestos distribuidos y captados por los gobiernos, organizaciones civiles, partidos y otras figuras, sin mecanismos de seguimiento ni rendición de cuentas apropiados y de gestión abierta.

El desenfoque

Queda claro que las contradicciones entre capital y trabajo, y la transfiguración de los verdaderos intereses de los poderes internacionales solapa las verdaderas causas de la pulsión migratoria, mientras su aparato ideológico se esfuerza en desfigurar esas contradicciones emergentes en el contexto capitalista actual, atenuando, además de las lógicas de poder, el oscuro negocio en torno a la migración.

La hegemonía capitalista de los centros de poder imperial norteamericano y europeo, disfraza la lucha de clases internacional causante de los flujos migratorios, bajo un relato banalizador e individualizador que finalmente corrompe y disminuye, incluso desenfoca la verdadera profundidad e importancia del fenómeno o los fenómenos migratorios, sus causas y sus consecuencias.

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