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Afinar la estrategia en la Colombia de Petro

AUTORA: JESSICA PERNÍA. ILUSTRACIÓN: ETTEN CARVALLO

Segundo Paso para Nuestra América.- El reciente escándalo protagonizado por altos funcionarios públicos de Colombia ha trastocado el escenario político. La publicación de audios atribuidos al ex embajador Armando Benedetti ha amenazado con revelar detalles sobre el financiamiento de la campaña política del presidente Gustavo Petro, agregando desafíos significativos para su agenda de reformas. En respuesta, el gobierno colombiano debe tomar medidas estratégicas que garanticen, ante todo, la protección de la política transformadora, que al mismo garantice la protección al pueblo.

Los actores del conflicto

Armando Benedetti Villaneda es un político colombiano con una amplia trayectoria en la política de su país. Comenzó su carrera como asesor político en la década de los noventa y ha ocupado diversos cargos públicos. En 1998, fue elegido para el Concejo de Bogotá como candidato del Partido Liberal. En las elecciones parlamentarias de 2002, fue elegido como representante a la Cámara y en 2006 como senador por el Partido Social de Unidad Nacional. En 2010, fue reelegido al Senado y nombrado Presidente del Senado, cargo que ocupó hasta 2011. En agosto de 2022, fue nombrado embajador en Venezuela por el presidente Petro, pero renunció en junio de 2023 después de que salieran a la luz grabaciones de conversaciones telefónicas en las que amenazaba a la jefe de gabinete del presidente Petro.

Laura Sarabia es una abogada y política colombiana que ha sido miembro del Partido Liberal desde 2009. Se desempeñó como concejal de Bogotá entre 2012 y 2015. En 2018, fue elegida como representante a la Cámara por Bogotá. Sin embargo, su carrera política también se vio afectada por el escándalo Benedetti. Se presume que Sarabia había recibido dinero de Benedetti para financiar su campaña electoral. Esto llevó a su renuncia como representante a la Cámara y a una investigación por parte de las autoridades.

Gustavo Petro, presidente de Colombia, ha sido uno de los líderes más importantes de la izquierda en el país. Fue miembro del grupo guerrillero M-19 en los años 80 y participó en la negociación del acuerdo de paz con el gobierno en 1990. Posteriormente, se dedicó a la política y fue elegido como concejal de Bogotá en 2000. En 2010, fue elegido como senador de la República por el Polo Democrático Alternativo. En 2011, se convirtió en el primer alcalde de Bogotá elegido por voto popular. Durante su mandato, implementó políticas progresistas en temas como educación, salud y medio ambiente que le ayudaron a ganar popularidad y hacerlo un candidato a la presidencia. Sin embargo, su carrera política también ha estado marcada por la controversia. Ha sido objeto de ataques y amenazas por parte de grupos políticos y paramilitares, y ha sido objeto de lawfare durante su recorrido en la palestra pública.

El escenario mediático

Los medios hegemónicos de comunicación han sido históricamente una herramienta clave en la persecución de los presidentes progresistas en Latinoamérica. Su papel es tan relevante que podríamos decir que sin ellos, la tarea de desestabilizar gobiernos elegidos democráticamente, sería mucho más difícil.

Estos medios, que suelen estar en manos de grupos económicos poderosos, tienen una influencia descomunal en la opinión pública. A través de la manipulación de la información y la creación de narrativas sesgadas, logran moldear la percepción que la gente tiene sobre los gobiernos progresistas.

En Colombia, los medios hegemónicos han jugado un papel fundamental en la opinión pública y en la construcción de narrativas políticas. En el caso de Gustavo Petro, estos medios se han opuesto ferozmente a su gestión y han utilizado su poder para influir en la percepción de la ciudadanía.

Uno de los medios más influyentes es el Canal RCN, que ha dedicado horas y horas de programación a criticar a Petro y a su gobierno. Desde su elección como presidente, RCN ha intentado deslegitimarlo constantemente, cuestionando su capacidad para gobernar y acusándolo de ser un peligro para el país.

Otro medio que ha tenido un papel importante es El Tiempo, uno de los periódicos más importantes de Colombia. Este medio ha sido criticado por su falta de imparcialidad y por estar alineado con los intereses políticos y económicos de la élite colombiana. El Tiempo ha publicado numerosos artículos y editoriales en su contra, utilizando un lenguaje agresivo y sensacionalista para desacreditarlo.

Además, otros medios como Caracol Televisión y Blu Radio también han tomado una postura crítica hacia Petro y su gobierno. A través de sus programas y noticias, han presentado una imagen negativa del presidente y su gabinete, enfocándose en sus supuestos errores y fracasos.

Queda claro que la mediática tradicional colombiana han utilizado su poder para influir en la percepción de la ciudadanía sobre el gobierno de la potencia de la vida. El caso Benedetti – Sarabia es un ejemplo. Es probable que estos ataques continúen de forma progresiva en la medida en que Gustavo Petro avance en su programa de gobierno. Su finalidad es evitar cambios estructurales en la sociedad y las reformas propuestas representan un elemento movilizador de algunas reivindicaciones mínimas para la sociedad colombiana, en términos de derechos y mejoras laborales y sociales que serán estigmatizadas vinculándolas al fantasma del comunismo, y otras etiquetas tradicionales de la prensa interesada. Ejemplos en otros países de América Latina en el que se han promovido gobiernos progresistas, sobran.

Hablará la calle

Aunque no está claro cuánto impacto tendrá el escándalo Benedetti en los esfuerzos del presidente Petro para reformar el sistema de gobierno de Colombia; sin embargo, el proyecto de reforma laboral ya ha sido hundido desde el Congreso, y cuenta como uno de los grandes reveses del primer mandatario en su gestión. La propuesta de reforma laboral, que se enfoca en mejorar las condiciones laborales de los trabajadores y reducir la informalidad en el mercado laboral no alcanzó a ser discutido en primera discusión por falta de quórum. Una situación que ha sido denunciado como preparada por fuerzas de la oposición en el Congreso, aliada a grandes empresarios que se verían afectados por las medidas propuestas por Petro en defensa de los y las trabajadoras colombianas. Los proyectos de reforma en el área de la salud y las pensiones, han sufrido el mismo destino, poniendo en jaque el programa político de Petro.

A pesar de estos reveses en el campo legislativo, y las tensiones sociales afines, el gobierno colombiano aún puede pujar por construir relaciones más sólidas con otras fuerzas políticas, como una estrategia que permita promover las reformas necesarias usando otras vías constitucionales, políticas e institucionales en favor del pueblo colombiano. Esto le permitiría afinar alianzas potenciales, minimizando el impacto de la situación en el Congreso, debido a la oposición de poderosas y tradicionales cúpulas, u otros factores fuera de su control.

El proceso de movilización popular progresista también será crucial para sedimentar el apoyo a las reformas, en este sentido los movimientos sociales serán un importante apoyo en la lucha contra la desigualdad y por la mejora de la calidad de vida de los colombianos. Las formas y métodos de organización social ya han traido logros importantes, no abandonar la agitación y movilización en los territorios por tanto, deberá ser una política imprescindible. Petro ha sido un líder cercano a los movimientos sociales y ha trabajado en estrecha colaboración con ellos para promover sus propuestas, de modo que, esa alianza social y territorial puede ser una formula ganadora.

La capacidad de movilización y agitación en la calle de estos movimientos ha sido y será la clave para garantizar que las propuestas de Petro lleguen a la opinión pública. A través de manifestaciones pacíficas y la agitación callejera, estos movimientos lograrán despertar la atención de la sociedad presionado al congreso para que de curso a las reformas, el gobierno colombiano podría ganar aliados adicionales que ayudarían a contrarrestar cualquier intento de desacreditar su trabajo o socavar la confianza pública en sus capacidades de liderazgo.

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