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El fascismo socialdemócrata y populista

Segundo Paso para Nuestra América.- El fascismo es la fase final del capitalismo y se expresa como el estadio de crueldad más elaborado de dicho sistema. Por su praxis, los gobiernos afines a sus principios asumen que la realidad político social es resultado de sus imposiciones ideológicas y sus acciones guerreristas, xenófobas, racistas y aporofóbicas, que practican como formas de control político y social. El fascismo trasversaliza a la socialdemocracia, el liberalismo y el populismo, y desde allí ejerce su poder en contra de la humanidad.

Fascismo

Presentado ante la humanidad como la praxis política más criminal del capitalismo y sus expresiones fácticas, el fascismo es una forma de gobierno que desde el totalitarismo, la radicalización de los privilegios para la clase dominante, la negación del debate y demás imposiciones dogmáticas y hegemónicas, aborda la realidad político social como resultado de sus imposiciones ideológicas y sus acciones guerreristas, xenófobas, racistas y aporofóbicas, asumidas y practicadas como formas de control político y social.

En ese sentido, por su nefasta praxis, donde gobierna el fascismo permea a la sociedad toda, sus modos sociales y costumbres culturales. Su crueldad forma parte del paisaje bajo la máscara de un presunto “discurso liberador”, “de tiempo futuro”, “comprometido con la fe en un saber auto cumplido, mágico, religioso, exotérico, imbatible e inmutable”, con el cual construye un discurso cargado de signos y símbolos exóticos que solidifica en el inconsciente colectivo la preminencia del modelo de producción capitalista y sus falacias.

En consecuencia, los gobiernos fascistas construyen relatos únicos e indiscutibles e imponen el ejercicio permanente de complejos mecanismos ideológicos que se fortalecen en las praxis criminales de los movimientos políticos que los siguen. Una breve mirada a la conducta política de los partidos de derecha y ultraderecha en el poder demuestra lo antes dicho.

En Brasil, por ejemplo, Bolsonaro llega al poder ungido de una gracia divina proclamada por un sector de confesión cristiana protestante de extrema derecha, para el cual el libre pensamiento es una blasfemia, las ciencias no existen y el orden político lo impone un extraño Dios que desprecia a los negros, odia a los indígenas y obvia a las mujeres, a los sexodiversos, a los ateos, a los agnósticos ya todos aquellos que no se arrastran a su mandato.

A dicho grupo se suman los movimientos racistas y negadores de la cultura, conforme a un conglomerado que, hechizado por la narrativa mediática y la realidad aumentada por las redes y medios imperiales, se desbordaron en un golpe a la razón social, plural y diversa del gigante suramericano.

Otro ejemplo claro de cómo el fascismo opera lo constituye el gobierno colombiano, pues allí la rancia oligarquía ejerce el poder político desde la violencia, el narcotráfico, las imposiciones judeocristianas regentadas por las autoridades de la Iglesia Católica Occidental y el vasallaje de la clase política dominante a los EEUU. Palabras más o palabras menos, en Colombia el fascismo es una práctica inherente al poder que ejercen las oligarquías.

No quiero dejar de tocar grandes rasgos lo que sucede en Ucrania. Allí los nazi-fascistas, con todos sus atuendos, emulan a la perfección las viejas prácticas de las SS en la Alemania nazi y, para colmo de males, están aliados con el sionismo internacional, cosa que sorprende pues el Estado de Israel, en teoría , no admite ninguna vindicación del nazismo, pero sin embargo autorizó a sus tropas a participar junto al “supuesto enemigo histórico de los judíos” para satisfacer a occidente y sus derruidos imperios.

En base a lo anterior se puede asegurar que el fascismo es un régimen autoritario que se camufla en convencimientos dogmáticos, la ausencia de debates políticos diversos y la negación a quienes se le opongan, generando un estadio de “normalidad”, socialmente custodiado por un aparato opresivo que justifica y diluye las perversas consecuencias de su radical extremismo racial, de clases sociales y la negación del libre pensamiento.

En ese sentido, aunque no es fácil caracterizar el fascismo, pues sus fundamentos son inherentes y correspondientes a las bases ideo políticas que sostienen las estructuras de la Democracia Liberal Burguesa tradicional y sus interpretaciones socialdemócratas, existen elementos sustanciales que demarcan su presencia. Uno de ellos, su praxis antimarxista y secularizadora, con la que asume al adversario político como enemigo “por la gracia de un dios tan criminal como ellos, que ampara el extermino de quien se le oponga o niegue”.

Fascismo socialdemócrata 

La expresión más elaborada del fascismo está impresa en las praxis de la socialdemocracia, donde el policlasismo hace juego con los encantos de las luces y colores que decoran el capitalismo. De allí que no es extraño ver que el movimiento nazi-fascista impuesto en Alemania e Italia en el siglo XX surgió como respuesta al crecimiento de la visión socialista de Europa Oriental y su rápida expansión por todo el planeta. Por ello, en ningún caso que se conozca, el fascismo rompió con las estructuras políticas e ideológicas de la esencialidad capitalista y sus derivados, todo lo contrario, pasó de ser un movimiento político a una corriente de acción para el control social, cuya episteme abreva en la tradición, la familia y la propiedad privada y de allí adquiere sus encantos de clase.

En ese orden, el fascismo se mantiene vivo, adecuándose a las derivaciones discursivas del modelo que le da origen (el capitalismo) y transversalizando con sus tesis los fundamentos de quienes se le oponen:

– El socialismo

– La democracia

– La pluralidad

– El concepto marxista de lucha de clases

– La lucha contra el racismo y la xenofobia

– El feminismo

– La sexodiversidad

– El pluralismo contracultural

Fascismo populista y contrarrevolucionario

En el siglo XX, la cultura política que se producirá en occidente ante las atrocidades del fascismo criminal y nazista devino en una forma de control político que no se distanció de aquellas en sus prácticas opresoras. Así, el fascismo intervino con toda su carga ideológica en la instauración dogmática y doctrinaria del populismo, o lo que es lo mismo, los convencimientos discursivos de la felicidad instantánea para todo aquel que se alineara a los preceptos del American Way of Life .

Por las características antes expuestas, el fascismo aborrece la igualdad y favorece el desprecio de clases y la negación de oportunidades de desarrollo a los desposeídos. Sin embargo, es menester reconocer que el discurso fascista y sus praxis engañosas y despiadadas reparten al colectivo “poco pan y mucho circo”, “algunas dádivas, pero nunca el poder”. Así despliega con saña y alevosía “el altruismo como solidaridad”, “las dadivas de sus sobras, como vindicación social” y les niega a los pueblos cualquier atisbo de poder, autogobierno y desarrollo.

Y es que de eso se trata el populismo fascista, reparte migajas, cosecha adhesiones, a la vez que niega las posibilidades al pueblo de organizarse y desarrollar sus poderes creadores, conformar el poder popular, comprometerse con el autogobierno y empoderarse de sus decisiones políticas.

En ese sentido, queda claro que el fascismo se inserta en el discurso, sobre todo de aquellas doctrinas políticas que niegan el debate, la reflexión y la praxis del poder popular. De allí su peligrosidad y por ello nuestro combate en su contra.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Torino: G. Einaudi, 2004. Gentile, Emilio. Fascismo: historia e interpretación. Madrid: Alianza, 2004. /Paxton, Robert O. Anatomía del fascismo. Barcelona: Península, 2005. /Saz Campos, Ismael. Fascismo y franquismo. Valencia: Universitat de València, 2004. /Arendt, Hannah. Los orígenes del totalitarismo. Madrid: Alianza, 1981./ Bauer, Otto; Herbert Marcuse; y Arthur Rosenberg. Fascismo y capitalismo: Teorías sobre los orígenes sociales y la función del fascismo . Barcelona: Ediciones Martínez Roca, 1972./ Gramsci, Antonio. Socialismo e fascismo l’ordine nuovo 1921-1922 . Torino: G. Einaudi, 1971./ Lubasz, Heinz, coord. Fascismo: tres regímenes principales. Nueva York: Wiley, 1973./ Mandel, Ernest. El fascismo. Madrid: Akal, 1976./ Dos Santos, Theotonio. Socialismo o fascismo: dilema latinoamericano. Chile: Editorial Prensa Latinoamericana, 1969./ Shirer, William L. Auge y caída del tercer Reich: Una historia de la Alemania nazi . Barcelona: Luis de Caralt Editores, 1962./ Woolf, Stuart Joseph; SL Andreski; y Z. Barbur, coords. La naturaleza del fascismo. México: Grijalbo, 1974.

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