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Venezuela e Irán: un nuevo mapa de resistencia revolucionaria

Segundo Paso para Nuestra América.- Venezuela e Irán son ejemplos patentes de la resistencia de los pueblos del Sur frente a las agresiones imperiales de Estados Unidos. La reciente visita a Teherán del presidente venezolano, Nicolás Maduro, y el conjunto de acuerdos allí consolidados, constituyen la más clara señal de que un nuevo mundo está edificándose, y sus sólidas bases son la cooperación, la complementariedad y la emergencia de nuevos bloques de poder. Esto constituye una nueva derrota para Estados Unidos en el tablero geopolítico. Dos pueblos insurgentes, antimperialistas y contrahegemónicos, acrisolan hoy sus lazos de hermandad, a pesar de la distancia geográfica y sus marcadas diferencias doctrinales, sociales, culturales e idiomáticas. La valentía y capacidad de resistencia de ambos pueblos y de sus dirigentes dan al traste con la hegemonía estadounidense.

Voluntad colectiva

“Entre las cosas que caracterizan ese acontecimiento revolucionario, está el hecho de que revela –y pocos pueblos lo han podido lograr en la historia– una voluntad absolutamente colectiva… En Teherán (y en todo Irán) vimos la aparición de la voluntad colectiva de un pueblo. Entonces hay que aclamarla, algo así no sucede todos los días”.

Con estas palabras se expresaron en 1979 el filósofo Michel Foucault sobre la Revolución Islámica de Irán. Luego de presenciar personalmente las revueltas y movimientos ocurridos en Teherán en 1978, el pensador francés produjo un total de 18 textos, entre artículos y entrevistas, sobre lo que extrañamente era una forma novedosa y potente de voluntad política. Además, la describió como la primera vez en la historia que se concretó el ejercicio de una “espiritualidad política” y, parafraseando a Carlos Marx, afirmó que estábamos ante “el espíritu de un mundo sin espíritu”. Como señalan las palabras arriba citadas, la revolución iraní destaca políticamente por ser un evento eminentemente colectivo, en lugar de tratarse de la sustentabilidad política de una subjetividad particular, como un partido, una clase o cualquier otro estamento.

Este enfoque de análisis conviene especialmente para abordar las relaciones políticas entre Irán y Venezuela, que recientemente han sido potenciadas con la visita del presidente Nicolás Maduro a Teherán, donde encabezó, junto al presidente Seyed Ebrahim Raisi, una comisión del alto nivel que construyó un plan de cooperación estratégica entre ambas naciones para los próximos 20 años. Además, Maduro sostuvo reuniones políticas tanto con el presidente Raisi como con el líder supremo de la Revolución Islámica, el Ayatolá Seyed Alí Jamenei.

¿Qué tienen en común Venezuela e Irán, las revoluciones Bolivariana e Islámica? ¿Cuál es ese elemento que hace posible una alianza tan sólida e importante en este momento histórico? Precisamente, ambos son experiencias del levantamiento de un pueblo frente al ejercicio del poder imperial, materializado en las agresiones políticas de Estados Unidos sobre países en todo el globo. Estas revoluciones consistieron, y así han permanecido en el tiempo, en la constitución de una identidad nacional que, al mismo tiempo que rechaza y expulsa la dominación extranjera, configura un nuevo tejido de formas y experiencias políticas que marcan el inicio de una nueva era.

La clave para comprender la victoria de la revoluciones bolivariana e islámica, tanto en sus respectivas fundaciones como en los distintos hitos históricos en que les ha tocado enfrentar las continuadas agresiones del imperialismo occidental, quizás esté en el hecho, evidentemente incomprendido, por los centros imperiales , de que no se trata de gobiernos de una élite que controle el poder por encima del, sino que se trata de proyectos que encarnan la verdadera voluntad colectiva de sus respectivas mayorías nacionales.

Irán y Venezuela comparten la característica de ser ejemplos de resistencia a una de las más devastadoras acciones del gobierno de Estados Unidos: la política de bloqueo y sanciones comerciales y financieras. El objetivo de estas es ejercer lo que Washington mismo denomina “máxima presión” para provocar el colapso de países enteros y aplanar el terreno para extraer recursos y establecer enclaves geopolíticos que garanticen la reproducción de las relaciones globales capitalistas.

Es así que, con esta visita del presidente Nicolás Maduro, se ha establecido un “mapa de cooperación” que involucra las áreas de ciencia y tecnología, petróleo y energía, agricultura, finanzas, transporte, turismo, salud y cultura. Así lo dijo Maduro al llegar a Teherán: “Vamos a firmar el mapa de cooperación de los próximos 20 años, poniendo la vista a mediano y largo plazo, para que nuestros países, en sus alianzas estratégicas, seamos indestructibles”.

Por su parte, el presidente Raisi destacó lo siguiente: “Creemos que existe toda la posibilidad de intercambio de experiencias para poder, con los hermanos venezolanos ya través de las empresas basadas en ciencia y tecnología y parques tecnológicos, profundizar aún más las relaciones en materia de petróleo, gas, petroquímica, agricultura, entre otros”.

Dos décadas: el nacimiento de un nuevo bloque

Las relaciones entre estas dos naciones, si bien datan de los años 50 del siglo pasado, se profundizaron a partir de la llegada al poder del Comandante Hugo Chávez y el inicio de la Revolución Bolivariana. Tan temprano como en octubre de 1999, Chávez estuvo de visita en Teherán en el marco de su gira para promover una cumbre presidencial de la OPEP para relanzar y fortalecer el bloque de países productores de hidrocarburos, cumbre que se realizó en Caracas en el año 2000 , con la participación, por supuesto, del gobierno de Irán. Luego, en 2001, Chávez visitó nuevamente Teherán y arrancó un período de dinamización de las relaciones bilaterales que llevaron al desarrollo de importantes proyectos de cooperación industrial, como la instalación de fábricas de tractores, cemento y vehículos, así como proyectos de investigación científica en el área energética, petroquímica, biotecnología. Pero, además, se demostró una relación que apuntaba al quiebre de la unipolaridad internacional que pretendía imponer Estados Unidos. Ambas naciones han empujado durante años y hasta la actualidad el fortalecimiento de nuevos bloques de poder geopolítico que garantizarán un mundo “multicéntrico”.

Hace más de 21 años, Hugo Chávez se perfilaba, desde Teherán, el advenimiento de un nuevo mundo con estas características. Habló de la necesidad de:

“…Acelerar la integración del Sur y un bloque de fuerzas que, tal cual, era el proyecto de Bolívar cuando hablaron de formar la Gran Colombia, y la unión de lo que hoy somos unos 15 países en uno solo, para negociar en condiciones de igualdad con las otras partes del mundo (…) Creo que el mismo rumbo es aplicable en el mundo entero. Los países de esta parte del mundo, de Asia, de Arabia y Persia, creo que también. Creo, además, que así lo están haciendo, volcarse sobre ellos mismos y buscar niveles superiores de integración, para tener fuerza propia, para el fortalecimiento del eje Moscú-Teherán, por ejemplo, es vital, o Pekín-Teherán o Pekín-Moscú, Ese triángulo, creo que eso es vital, para neutralizar las terribles amenazas de una integración mundial, que pudiera ser integradora para algunos y desintegradoras para otros”.

Esta visión, compartida por ambos proyectos políticos, ha provocado el incremento de la agresividad del poder imperial contra Irán y Venezuela. Irán es uno de los países más sancionados por Estados Unidos. Desde el propio inicio de la Revolución en 1979, Washington ha arremetido contra la economía iraní. Hubo rondas de recrudecimiento de las medidas coercitivas unilaterales en 1987, 1997, 2006 y más tarde en 2018, 2019 y 2020, cuando el gobierno de Donald Trump reinstaló medidas que habían sido retiradas como parte del llamado “Convenio sobre el Programa Nuclear Iraní” del año 2015. Aun así, Irán ha logrado desarrollar una potente industria petrolera y manufacturera, también importantes programas de investigación y desarrollo tecnológico y científico, así como su capacidad de autoabastecimiento alimentario.

Irán es un ejemplo de resistencia a la política sancionatoria imperial de Estados Unidos. Y este es otro elemento común que tiene con Venezuela, país que también ha resistido, desde el año 2014, una creciente política de medidas coercitivas que pretendía echar abajo el gobierno del presidente Nicolás Maduro mediante la provocación de los más terribles padecimientos a la población venezolana , como consecuencia de bloqueos comerciales y financieros, y el ataque total sobre la economía nacional. Al igual que ocurrió con Irán, los objetivos de Washington no han podido cumplirse. Ambas revoluciones siguen en pie y “la arrogancia occidental”, como se suele decir e Irán, ha fracasado.

En el reciente encuentro del presidente Maduro con el Ayatolá Jamenei, el líder supremo de la Revolución Islámica destacó que “la exitosa experiencia de los dos países afectados que la única forma de lidiar con estas presiones es la resistencia y perseverancia”. Así mismo, resaltaron los avances y logros científicos y tecnológicos que la República Islámica ha obtenido en los últimos años y destacaron que ello se pudo lograr “en una situación en la que se impusieron las sanciones y presiones más duras y sin precedentes a la nación iraní , algo que los propios estadounidenses llamaron ‘máxima presión’”.

Maduro, por su parte, dijo en el encuentro que el gobierno de Estados Unidos desarrolló “una guerra gradual y multidimensional contra nuestro país, pero nosotros logramos contrarrestar la invasión estadounidense mediante la resistencia y aprovechamos las oportunidades que nos brindaron las sanciones y ahora la situación en Venezuela es mejor que hace unos años”. También ha reconocido la importancia de la cooperación y el fortalecimiento de las relaciones entre las naciones contrahegemónicas:

“En momentos en que en Venezuela reinaban condiciones muy difíciles y ningún otro país nos ayudaba, ustedes nos ayudaron a salir de esa situación”.

El presidente venezolano hizo alusión a la colaboración que le prestó Irán en 2020 cuando Venezuela atravesaba los momentos más duros del bloqueo y en el país había una escasez peligrosa de gasolina. Irán envió varios tanqueros con combustible, diluyentes y otros suministros necesarios tanto para abastecer las necesidades de consumo del país como para restituir las capacidades sirenas de la industria petrolera y petroquímica venezolana. Estas acciones fueron un claro desafío al poder imperial de Estados Unidos. Cuando Washington prohibió el intercambio económico con Venezuela, Irán dio un paso al frente y desafió con valentía al hegemón occidental.

Dichos episodios recordaron aquellos cuando, en 2007, mostraron el mismo esquema de cooperación solidaria en sentido contrario. En esas fechas era Irán el que atravesaba una crisis de combustibles y el presidente venezolano, Hugo Chávez, envió cargamentos de gasolina para ayudar a paliar la difícil situación.

Un mundo de iguales

El Ayatolá Jamenei, durante su entrevista con el presidente Maduro, dijo que la victoria de ambas naciones debe ser reconocida en el hecho de que el propio gobierno de Estados Unidos ha tenido que reconocer su fracaso y la necesidad de cambiar su actitud ante estos pueblos en resistencia.

“La resistencia ejercida por su Excelencia y el pueblo venezolano es muy valiosa, dado que eleva la dignidad, el valor y el mérito del país y sus líderes; e incluso actualmente, la visión estadounidense sobre Venezuela es diferente a la del pasado”, expresó el Líder Supremo.

El embajador de Irán en Venezuela, Hoyatolá Soltani, ha destacado la perspectiva de futuro que tiene esta profundización de las relaciones entre ambas naciones:

“Venezuela en particular, y América Latina en general, con respecto a Irán, son países y grupos cuyas economías son complementarias, es decir que no somos rivales en muchas áreas, sino que nos complementamos uno al otro”.

Por eso destaca el establecimiento de rutas aéreas con vuelos directos entre Teherán y Caracas. “Esto significa que cada uno de nuestros activistas empresariales puede hacer una visita al otro país cuando quiera, solo necesita comprar un billete y subirse a un avión”.

Esto se corresponde con las declaraciones del presidente Nicolás Maduro, quien hizo especial énfasis en el hecho de que “el mundo está cambiando y los líderes políticos y revolucionarios tenemos que estar muy pendientes de las señales de cambio”. En este sentido, explicó que los planos que a partir de ahora se desarrollarán en conjunto tienen la mirada puesta en el corto, mediano y largo plazo. Se trata de un mapa estratégico para los próximos 20 años:

“Venezuela e Irán están en la vanguardia de la nueva época y en el parto de un nuevo mundo sin colonialismos. Vamos adelante con voz propia y forjando con nuestra resistencia, forjando ese nuevo mundo de iguales, sin pretensiones de dominio imperial, un mundo de iguales y de cooperación permanente”.

Es necesario poner en perspectiva lo que se está consolidando con esta visita del presidente de Venezuela a Irán, para así poder valorar su importancia y alcance. La relación construida por estas naciones, y los hechos hablan por ella, es el ejemplo más patente en la actualidad de que el imperio norteamericano es derrotable, que la estrategia imperial de medidas coercitivas unilaterales es derrotable, y que la vía de los pueblos del Sur Global para resistir y vencer no es otra sino la cooperación solidaria y la complementariedad. Resistir juntos es la premisa que se impone, y que definirá sin duda alguna, la construcción de nuevos mapas geopolíticos a lo largo y ancho del planeta.

La dependencia económica y política de las naciones del llamado tercer mundo con respecto a Europa y Estados Unidos ya no es algo inexorable. La emergencia de potencias económicas como China, el crecimiento y la resistencia de Rusia, la importancia cada vez más evidente de países como India e Indonesia, Irán y Turquía, así como las redes de poder que se pueden tejer entre los estados y bloques regionales disponibles a alejarse de las imposiciones occidentales, son las piedras fundamentales que edificarán el mundo del mañana.

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